Ordenando un poco en las memorias

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-¿A dónde vas tan sola a esta hora?

Trato de ignorarlo, estoy a una cuadra de mi casa, puedo llegar. Puedo llegar. Puedo llegar.

-Eh Anne, que jamás fuiste sorda.

Sabia mi nombra me volteo y veo a una de las últimas personas que espero ver en mi vida.

-Zacharias.

-Anne.

Mi sangre se convierte en hielo, la siento quieta y congelada. Estoy a una cuadra si salgo corriendo y grito mama podría abrir. Miro nerviosamente sobre mi hombro en dirección a mi casa.

-No, no, no. Anne ¿Qué nos paso? ¿No recuerdas quien te enseño a empuñar un cuchillo? ¿No me habrás perdido la confianza?

Miro de nuevo, esta tan cerca. Pero esta vez Zacharias lo nota.

-Temo que no te podre permitir que esta sea otra noche tranquila para ti.

Justo en ese momento uno de sus gorilas aparece caminando justo por donde yo tengo que salir corriendo. Analizo otra posibilidad de escape, pero sus gorilas están en todas partes.

-Como veras, querida, correr no es una opción.

Aparece un auto mercedes negro de seis puertas por la esquina y para frente a nosotros. Desde adentro alguien abre la puerta.

-Entra.- Me indican desde adentro.

-Ohhh-. Zacharias lanza un gritito de júbilo.-Nunca pensé que fuese tan excitante raptar a la hija de Panettire.

-Yo no soy su hija.

Desperté de nuevo, muy aturdida. ¿Fue un sueño? Papa estaba conmigo.

-Hola Dave.

-Sabes que me gusta que me llames papa.

-Eres muy sentimental para ser policía.

Me gire para verlo y se estaba riendo, que alegría.

-¿Cómo estás?

No sentía mi cuerpo, trate de moverme. Sentí como millones de agujas se enterraban punzantes en todo mi cuerpo, en algunas partes sentía el ardor que te deja una quemadura recién hecha, la piel cubría muy tirantemente todo mi muslo izquierdo. Se me escapo un chillido de dolor.

-No te muevas.

-Duele mucho,- inspire tratando de tomar todo mi valor, sentía a mi voluntad redoblarse en lo mas recóndito de mi ser.- Mucho.

Cerré mis ojos. Iba a llorar pronto. Supongo que tenía el terror marcado en mi ser por lo que me dijo Dave.

-Puedo pedir que te duerman.

Asentí. Papa salió, y un momento después entro el doctor y una enfermera con una aguja.

-Del uno al diez ¿cuánto duele?-Pregunto el doctor arrodillándose junto a mi cama.

Negué con la cabeza.

-Duérmala.

Sentí agradable el pinchazo en comparación al resto de mi cuerpo.

.........

-¡Adam!

-Hey Anne.

-Te ayudo con los libros, por favor.

-¿Me pides por favor llevarme mis libros?

Adam se sonrojo y desvió la mirada.

Me enterneció esa imagen, yo a mis diez años con Adam, de once años, fue tres años antes de conocer a Scott.

Hija de la Mafia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora