Hogar dulce hogar

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Harold nos mostro toda la casa. Bueno, una empleada pero por orden de Harold.

Mi pieza, no la recordaba, me conmovió que Harold recordase que en algún momento viví con él y que recordara cual era mi pieza, estaba intacta, pero limpia, no se le notaba ni una semana de descuido. Seguía siendo la habitación de una niña de diez años, paredes rosadas y el techo de crema, aun estaban mis casas de muñecas, las cuales no iba a botar, me recordaban que en algún momento yo debí tener una infancia semi feliz, porque debí, ¿no?

Mi cama era enorme, y recordé las noches en que pasaba llorando, me dolían las heridas y no entendía porque las tenia, pero nadie escuchaba mi llanto. Estaba sola asique me permití llorar un momento. También tenía buenos recuerdos aquí, con mama leyéndome o jugando a las muñecas, diciéndome que no había monstruos en el armario, aunque ahora que lo veo, yo no tendría cara para decirle eso a mi hija, ¿Porque el armario de una niña de diez años era tan tétrico? Me senté en mi cama, y mire por la ventana, un lindo y cuidado jardín rodeaba la casa, prado verdes y bien cuidados, ni un pasto sobresalía, la "valla", desde afuera parecía una prisión, pero por dentro era unos setos enormes y tupidos. Tenía una terraza muy elegante con una enorme piscina, todo era hermoso, salvo por una cosa. No podía olvidar porque estaba aquí. Protección. Cámaras de seguridad en todas las esquinas y guardia merodeando por la casa y en las entradas. Todavía podría estar bien si no me hubiese alejado de Scott. ¡Esta en el segundo piso! ¡Estoy segura que lo puso apropósito en la habitación mas alejada de la mía! Cada vez que me salgo de mi pieza hacia la de Scott aparece Harold con una estúpida escusa y cuando le dije a mama y a Dave que hablen con él, estuve a punto de irme, apunto, si no fuera porque Scott sigue aquí. La conversación de la cena fue más o menos así.

-¿Por qué no puedo subir a su habitación?- Pregunte en un chillido agudo y bastante escalofriante, sabía que eso le molestaba, claro que lo sabía, no desperdicie los escasos doce años que me dio de paternidad.

Scott a mi lado puso su mano sobre mi pierna sin mirarme a modo de advertencia, estaba en "agradarle al suegro", por que no entendía que el suegro titular era Dave. Moví mi pierna bruscamente para dejarla de su alcance, sus ojos delataron que lo herí. ¡Qué bien! , a ver si se estresa y me ayuda con la causa, ¿no se siente solo? A esta casa le falta familiaridad, el desayuno me lo llevan a la habitación, cerca de las doce almorzamos, sin Harold, y luego me manda de nuevo a mi alcoba hasta la cena. Deberían traer al desgraciado de Zacharias aquí y que page su condena. La idea me helo la sangre.

-Tienen dieciséis y diecisiete años, no son lo suficiente maduros para estar solos en una habitación.- Alego Harold.

-En el salón.- Sugerí sin titubear.

-Tienen la libertad de andar por toda la casa si quieren.

-Alto -dije parándome.- Todas las cenas dices lo mismo, pero salgo de mi cuarto doy tres pasos y aparecen tus guardia.

-Anne siéntate, estamos comiendo en familia.- Dijo mama, desde que llegamos tenía una autoridad desconocida.

-Menuda familia,-resople.

-¿Disculpa?- dijo ella, negué con la cabeza.- Harold, tomando en cuenta su historia son más maduros que cualquier niño de su edad, además ellos han sido capaces de demostrarme que no son un par de chiquillos locos dominados por las hormonas de la juventud-. Dijo rotunda.

-Gracias,-dije en un susurro feliz pero sorprendida.

-Deberías darle más libertad,- Dave no solía hablar en las comidas con Harold.- Sino solo se terminara alejando contigo.

Hija de la Mafia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora