Dieciocho.

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Intente llamarlo unas cuantas veces, pero mi vista era nublada por aquellas lágrimas que no evitaba derramar, y eso no me ofrecía mas que amargos resultados.

Ben se había ido, con rencor y furia acumulados, con los sentimientos destruidos, con la decepción a flote. Todo era mi culpa, mi maldita culpa, mis jodidos impulsos lo habían arruinado todo. Si es que no había perdido ya a la persona que amaba, estaba a punto de perderla.

Sentía un sutil ardor en ambas mejillas a causa del llanto, pero no podía evitarlo. Nunca había visto a aquel chico tranquilo y alegre tan alterado, me arrepentía de eso. Difícilmente, me senté sobre la cama, con las mangas del sweater seque las lágrimas y me levante. Lave mi rostro con agua fría y cepille levemente mi cabello. Suspire varias veces temiendo algo, tenia una corazonada bastante rara, a pesar de saber que eran pocas las posibilidades sobre los chicos en el Living. Camine hacia la puerta, y antes de abrir, mi cuerpo experimento un tenue escalofrío que recorría mi columna vertebral, sin pensarlo, solo gire la perilla y estupefacta cubrí mi boca con ambas manos.

Me daba la espalda, a pesar de eso, era mas que reconocible para mi. Su cabello oscuro y algo ondulado, con su gran estatura. La forma en que se paraba y el ramo en su mano derecha solo me incitaba correr y saltar sobre el. Observaba la puerta, y como un niño confundido, llevo una mano a su cabeza para despeinar su cabello. Dio media vuelta, y antes de dar el primer paso, se congelo por completo mirándome con sus ojos bien abiertos, y un brillo único que emanaba de ellos.

- Papá.. -murmure en un hilo de voz. Mis ojos se humedecieron instantáneamente y al cabo de unos segundos, corrí a gran velocidad para abrazarlo con fuerza. Su fragancia embriagante me traía recuerdos, y sus brazos envolviendome reponían el amor de varios años. Me derrumbe ante el, sollozando una y otra vez, no sabia si lo hacia por felicidad, o por tristeza.

- Has cambiado, hija. -despeino mi cabello- Estas guapa, como yo, claro. -Largue una carcajada, definitivamente hay cosas que no se pierden, el ego para papá.

Me separe de el limpiando algunas lágrimas y aprecie su rostro unos segundos, a pesar de sus Cincuenta años, no perdía esa simpatía tan peculiar. Podría decir que hizo una pausa en sus treinta y siete años. Su sonrisa aun estaba perfecta, esa perfecta sonrisa que se asimila con la mía. A diferencia de otros, una disimulada barba decoraba su rostro, y unas pocas canas en el cabello era nuevo para mi.

- No puedo creerlo -murmure sonriendo. Realmente, no podía enojarme con el, no quería y no pretendía hacerlo. Deseaba aprovechar al máximo tener a Papá conmigo, el hombre mas egocéntrico, cariñoso y luchador de todo el mundo- ¿Que haces aquí? -pregunte sin perder la emoción.

Extendió el ramos de rosas hacia mi, y dudosa lo sujete entre mis manos, pude notar que traía una tarjeta, la leí y reí por lo escrito en ella. "Perdón por echarte de casa" con amor, Papá".

- Si que te esmeraste -articule caminando hasta el sillón, el siguió mis pasos y se acomodo junto a mi.

- Lo sé -rió- enserio, lo siento tanto. No sabes cuanto me arrepiento el haber sido tan mal padre contigo, cuando debí estar siempre para ti, sin juzgarte. Cuidando de mi pequeña problemática.

Sonreí a causa de sus disculpas y una vez más, lo abrace con fuerza.

-

Deje el florero sobre una pequeña mesa en el Living y luego serví Te mientras escuchaba a Papá.

- Así que tu madre y yo estamos en separación hace tres meses -dijo recostado contra el Marco de la cocina. Abrí los ojos como platos y di un brinco de la sorpresa, ¿Era enserio?, el se burlo por mi reacción- ¿Recuerdas cuando te engaño? Bueno, me entere. En ese momento tuve una visión reveladora -Carcajeó.

Hundida [[Ben Bruce]]V.C.A.A. Tmprda.2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora