Dieciocho. [Prt.2]

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— Es la segunda vez que nos encontramos —sonrió— y al igual que la primera, tienes el corazón roto. Por la misma persona, vaya ironía, ¿No crees, pequeña?.

Estaba abrumada, aún no asimilaba que lo tenia enfrente mio, tan diferente, tan único. Su cabello había cambiado, si. Pero no dejaba de ser tan guapo como meses atrás.

— No es una ironía, prefiero pesar que es el karma —confese— ¿Que haces aquí?.

El largo una carcajada y luego se inclino bastante para depositar un beso en mi frente.

— Ha pasado un tiempo desde la ultima vez que nos vimos, las cosas no resultaron como esperaba —despeino su cabello— te he extrañado, no lo niego. He tenido otras relaciones, tampoco lo niego. Pero tienes algo, algo que aferra a las personas a ti, tu esencia alegra días, y da felicidad. Por lo menos, mi felicidad —suspiro— me amarraste, por que fue muy poco tiempo, pero diablos, ¿Que me has hecho?.

Guarde silencio por unos minutos,  apreciando el tenue color de sus ojos que a duras penas se veía en la oscuridad.

— No hagas esto —pedí— tu no puedes llegar así como así, justo ahora. No cuando sabes perfectamente que amo a una persona, y que necesitaré mi tiempo para empezar de nuevo —sentí un nudo en mi garganta.

Me miro divertido, ignoro mis palabras y en un rápido movimiento me arrinconó contra una de las paredes. Pude sentir su aroma, tan varonil y fresco. Y luego su mano tomando mi cadera y apegandome a el.

— No puedes negar lo que yo te hago sentir, pequeña. Tampoco puedes profesar el futuro, no sabes lo que llegara a pasar entre tu y yo —sonrió sobre mis labios— solo necesitó otra oportunidad para derretir tu congelado corazón.

Lo observe sorprendida, definitivamente su cambio era notable. Mas astuto, sin perder su ternura inigualable. ¿Pero realmente estaba dispuesta a sacar un clavo
con otro clavo?, que buena pregunta. Y es que no podía, o eso creía.

— Yo no puedo cometer un mismo error dos veces, sabes cuanto me exijo a mi misma, intentarlo contigo es arriesgarme a sufrir más de lo necesario, es aceptar la invitación para adentrarme en el infierno, ¿Lo entiendes? —suspire— tu emanas algo diferente, lo admito. Y no soy alguien que escapa de eso fácilmente, pero justo ahora, cuando mi corazón esta tan roto, aceptar tu propuesta seria sellar un trato con la muerte —sus ojos viajaron hasta mis labios mientras juntaba su frente con la mía— necesito tiempo, necesito que puedas repararme, de alguna forma. Si no puedes hacerlo, comprendes a la perfección que me alejaré lentamente.

Soltó una corta risa mientras con sus frías manos daba suaves caricias en mi mejilla, se inclino hasta dejarme sentir su respiración chocando contra mis labios, y sin mi autorización, deposito un casto beso sobre ellos.

— Yo no me rindo —toco mi nariz con la suya— y de algún modo, quieras o no, resultare ganando.

Era inevitable para mi observar de vez en cuando sus rosados labios, apreciaba desde sus ojos hasta esos últimos, intentando mantener la calma interior. Se acerco discretamente y rozo levemente nuestros labios causando un escalofrío en mi. Sonrió y de golpe se separo para empezar a caminar hacia las escaleras.

— Mañana paso por ti a las cuatro de la tarde, descansa —hablo antes de desaparecer de mi vista.

Respire agitadamente varias veces, no entendía que ocurría conmigo. Me adentre en el departamento y casi de inmediato, me encontraba bajo las sabanas a punto de dormir.

El irritante golpeteo de la puerta interrumpió un tranquilo sueño, logrando mi molestia al instante. Con fastidio abrí la puerta principal encontrando a Caramel del otro lado.

Hundida [[Ben Bruce]]V.C.A.A. Tmprda.2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora