11 de enero, 2016
Mi despertador no deja de sonar, marca las ocho con treinta. Con poca fuerza apago la alarma, lo tomo y lo tiro a la pared. Tendré que apagarla por el resto de mis vacaciones para no tener que estarla reparando todos los días. Me quedo por varios minutos más viendo al techo, pero los mensajes que recibo en mi celular me interrumpen. Son de Moisés, mi mejor amigo.
Él vivía al lado de casa. Desde que tengo memoria, él ha sido mi mejor amigo-. Estudiamos en el mismo preescolar y en el mismo colegio primaria.
Lamentablemente hace más de tres años que su familia se mudó a otro barrio, pero no hemos dejamos de tener comunicación. Al menos no lo quitaron del instituto donde actualmente estudiamos nuestra secundaría. Estamos en la misma sección. Este es nuestro último año de secundaria.
Me levanto porque mi estomago está rugiéndome, pero antes de ir a desayunar, me dirijo al baño para asearme y quitarme completo el sueño que aún me tengo.
Reviso el refrigerador para ver que prepararme de desayuno. Agradezco a mi madre que me ha enseñado a cocinar, de lo contrario, fuera de las personas que solo compran comida hecha.
Hay pocas cosas. Tendré que ir a comprar después de comer.
Desde hace dos días que no he ordenado toda la casa. Se ve bastante polvorienta a lo que me dispuse a limpiar. Al menos sé que esta temprano para ir a hacer las compras.
He batido récord porque en menos de dos horas he terminado de limpiar toda la casa, cosa que me he tardado alrededor de dos horas y media. Mientras limpiaba no me atrevía a entrar al cuarto de mis padres para no mover nada a como ellos dejaron hace tres días.
Me subo a mi habitación a cambiarme de ropa. Estoy completamente sucio. Solo moje mi cabello para quitarme el polvo y el del rostro igual. Me meto al cuarto de mis padres a buscar el dinero de emergencia que tienen guardado. Por suerte sé dónde lo tienen guardado.
Vuelvo a mi habitación a buscar la mochila que ocupo para traer compras del mercado. Mientras busco, oigo un camión estacionarse. Es de mudanza. Observo a través de mi ventada y éste se detuvo a tres casas. Veo que una pareja se baja de un carro. Éste se ha estacionado detrás del camión. Se me hacen familiar, de algún lado, pero no logro ver bien sus rostros.
Mientras paso por la casa de los nuevos vecinos. Instantáneamente reconozco a una vieja amiga, a la que no he visto hace más de ocho años. Ella mira lo que será su nueva casa. Aprovecho el momento para darle un susto. Espero no se haya olvidado de mí.
–¡Boo! –le asusto por detrás. Ella se sobresalta.
–¿Quién te crees que eres para dar me tal susto, idiota? –responde enojada dándose la vuelta.
–Calma, mujer ¿acaso te has olvidado de mí? –pregunto.
–Lo siento, pero ¿nos conocemos? –pregunto confusa. Si, definitivamente se ha olvidado de mí.
–Parece que el tiempo nos hace olvidar a las personas más queridas o al menos a nuestros viejos amigos –digo haciendo una mueca de disgusto.
–Un momento. Conozco esa voz, ¿Elías? –entrecierra sus ojos, luego los abre y me analiza de pies a cabeza–, ¿Eres tú?
–El mismísimo de siempre. Es en serio, Carolina, ¿te has olvidado de mí? –hago una mueca de disgusto nuevamente.
–Lo siento pipe. No te había reconocido –dice abrazándome–. Si que has cambiado bastante. Imagínate que ni te reconocí.
–Pensé que no te volvería a ver. Ya que desde que te fuiste no hemos tenido contacto –correspondo a su abrazo.
–Fueron tristes esos días. ¡Pero ya estoy aquí! Por cierto ¿dónde vas? –pregunta curiosa.
–Eso es bueno. Y pues voy para el mercado a comprar ¿me acompañas?
–Por mí no hay problema. Solo ayúdame a cargar estas cajas adentro. Luego nos vamos ¿vale?
–Está bien.
No tardamos mucho en colocar las cajas adentro. Sus padres al verme se sorprendieron y me saludaron con abrazos. Preguntaron por mis padres, pero no les quise decir la verdad. Solo les dije que están en el trabajo.
De camino al mercado, recibo un mensaje. Por la luz del sol no veía de quien era, pero al subirle el brillo al celular veo que el mensaje es de papá. Dice:
<< ¡Hola campeón! Espero y la estés pasando bien. Tengo malas noticias. Mamá y yo no podremos llegar esta noche, sino que posiblemente lleguemos mañana. Solo, no te preocupes por nosotros, vale. Nos vemos. >>
¡¿Pero qué demonios pasa?! Es la segunda vez que me dicen eso. Ya hasta estoy comenzando a pensar que no son mis padres los que me envían estos mensajes. ¿Qué me estarán ocultando? Necesito saberlo todo. Mi rostro es evidente que muestra preocupación y Carolina no lo pasa por alto puesto que me pregunta que me pasa. No le quiero decirle lo que realmente está pasándome.
–No pasa nada –fue lo único que le dije sin decir nada más.
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Desaparecidos (Libro #1 de la saga "Misterio Familiar") © Terminada
Misterio / Suspenso¿Qué harías tú, sí tus padres van a una fiesta de cumpleaños, pero que no vuelven a casa y solo estás recibiendo mensajes de ellos? ¿Los buscarías? Es obvio. ¿Dirías que han desaparecido? Probablemente. ¿Secuestrados? Es una hipótesis bastante acert...