Capítulo X

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19 de febrero, 2016

–Hijo, Hijo ¿dónde están? –pregunta aquella voz que me es imposible poder reconocer.

–Elías ¿dónde estás? –pregunta otra voz.

Es todo extraño. Abro mis ojos y me es difícil poder saber dónde estoy. Está todo oscuro, busco mi celular, pero no lo puedo encontrar. Me levanto de donde estuve acostado. Busco el interruptor de esta extraña habitación.

Prendo la luz, pero no ilumina muy bien. Es escasa la luz. Parece un lugar abandonado. Todo parece como que colapsará en cualquier momento, es mugriento, mohoso, vidrios por doquier. Aterrador.

–¿Dónde estás hijo? –escucho constantemente esa pregunta, pero me es difícil poder reconocerles la voz. Pueden ser mis padres, es probable.

–¡Mamá, Papá! –grito una y otra vez.

Salgo de dicha habitación. Veo un largo pasillo poco iluminado, con varias puertas en cada lado. Un lugar simplemente aterrador, como aquellos de las típicas películas de terror.

Busco y rebusco de donde provengan esas preguntas, abriendo puerta tras puertas, pero no encuentro nada. Al final de este aterrador pasillo hay una escalera de madera. A simple vista pareciera que no resistiría. Pero tomo valor y subo.

En la primera puerta que abro veo a mis padres tirados en el suelo. Están sucios, sus ropas rasgadas, ensangrentados y golpeados. Me les acerco con rapidez para ver si aún están con vidas, porque verlos así uno creería que están muertos.

–Mamá, Papá. Despierten –repito mientras los muevo. Y para suerte mía poco a poco empiezan a abrir sus ojos–. Al fin los encontré –digo abrazándolos mientras lloro de alegría.

Es tanta la emoción de verlos que, no pienso en donde nos encontramos o de cómo llegamos aquí. Los senté en unas sillas que están cerca.

–¿Dónde estamos? –pregunta papá mientras soba su cabeza.

–No tengo idea...

–Será mejor que busquemos una salida –me interrumpe mi mamá.

Se levantaron de las sillas. Mi papá ayuda a cargar a mamá, mientras yo abro la puerta. Con la poca luz que dan todas esas bombillas logramos ver todo una parte del pasillo, pero decidimos bajar por las escaleras donde antes había subido.

Mientras caminamos por ese largo pasillo, una voz llena todo el tétrico lugar.

¡Corran, corran familia Vial! –ríe maliciosamente–, porque su tiempo se les está acabando. Solo dos de ustedes lograran salir con vida –ríe nuevamente y no se deja oír más.

Y concluyendo, todo el lugar comienza a moverse como en un terremoto. Toda la planta de arriba comienza a desmoronarse.

Con la poca fuerza que tienen mis padres logran correr, yo les sigo el paso. Pasamos por todo ese pasillo oscuro, evitando que nos cayera concreto sobre nosotros. Al final de éste bajamos por unas escaleras y vimos una salida, pero luego, unas explosiones de detrás de nosotros se escucharon llenando el lugar de polvo.

–¡Corre Elías, corre! –grita mi padre. Mientras ayuda a mamá.

–De ninguna manera los dejaré solos. Apenas y los recupero y los perderé nuevamente. ¡No señor, no pasará eso de nuevo! –dije acercándome a ayudarles.

–Hazle caso a tu padre, Elías –dice mi madre–. Ya estoy bien, Antonio –se dirige a mi padre. Comenzamos a correr.

Mientras corría no escuché cuando mi madre cayo, hasta que di la vuelta. Mi padre ayuda a mamá a levantarse, pero de nada sirvió porque la mitad de la planta de arriba les cayó encima.

Desaparecidos (Libro #1 de la saga "Misterio Familiar") © TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora