Capítulo XVIII

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Vengan. Vamos por aquí –les digo a Gabriel y Carolina. Ellos siguen mis pasos.

–¿Por qué por aquí? –pregunta Carolina.

–Entremos al mercado de artesanía. Allí nos dividimos y nos reuniremos en Banpro ¿vale? –les digo señalándoles el banco Banpro.

–Entendido –dicen al mismo tiempo.

Afortunadamente el mercado de artesanía está abierto ya que hay una actividad. Aunque para entrar a dicha actividad tuvimos que pagar la entrada. Preguntamos que si hay otra salida y por suerte si la hay.

Entramos y nos dividimos de acuerdo al plan. Uno de ellos va detrás de Carolina y uno detrás de mí. Me mescle con las personas que están cerca de la tarima, donde están haciendo presentaciones folclóricas.

Logro perder de vista al que me seguía, pero para asegurarme bien. Rebusco al sujeto y no lo encuentro. Me dirijo por donde entre con los otros dos y salgo. Veo en dirección al banco y ahí están los dos. Corro hacía ellos.

–Volvamos al parque, para que nos mezclemos con las demás personas, luego nos dirigiremos por países bajos –les digo y ellos asienten.

Sin ningún problema logramos venir a la casa de Solange. Jolene y Solange estaban antes que nosotros, pero no logro ver a Moisés. Extraño.

–¿Y Moisés? –pregunto buscándolo, pero no lo encuentro.

–Aún no ha venido –dice Jolene, Solange solo permanece en silencio–. Hace tiempo que se quedó con el que nos perseguía.

–exactamente ¿dónde está? –pregunta Gabriel.

Jolene le responde dándole la ubicación exacta de Moisés. Asiente con la cabeza y sale de la puerta sin decir nada.

***

Moisés

Quedo solo con este tipo que nos perseguía. No dudo que estoy con miedo y a la vez nervioso, pero no tengo que demostrarle mi miedo para que no se aproveche.

Al menos sé que Jolene y Solange lograron irse sin ningún problema. Para poder irme sin que sepan la casa de Solange, tendré que enfrentarme con este señor. Aunque no quiero golpear a un mayor, pero si así son las circunstancias, toca. Lo bueno es que se pelear.

–¿Por qué nos persiguen? –le pregunto a él luego de haberse levantado del suelo.

–No es de tu incumbencia, niño –responde sacudiendo su cuerpo.

–Si quieres llegar a mis amigos, tendrás que pasar por mí, primeramente –lo reto. Espero que no tenga pelear.

–Si así son las cosas –dice y se abalanza contra mí.

Bueno, debo admitir que tiene buen direccionamiento para golpear. Logro esquivar muchos de sus golpes y esto parece molestarlo más. Veo a mi alrededor, no hay nadie que me ayude. Tengo que actuar.

Golpeo su mandíbula y éste retrocede tres pasos. Me le acerco y golpeo su mejilla derecha, se resbala y cae al suelo.

–No quiero seguir golpeándote porque parece que te dejaré mal muerto –digo limpiándome la sangre que sale de mi labio inferior–. Saldrá mejor que tú y tus amigos se vayan y nos dejen en paz.

–Tú no me das ordenes –responde y se levanta–. Nuca te han dicho que no tienes que bajar la guardia –ve tras de mí. Siento unos brazos rodear mis hombros. Golpea mis rodillas y caigo.

–¿Feliz de verme nuevamente? –dice tras de mí.

–Sostenlo bien, Diego –dice el señor con el que antes forcejeaba. Con que ese es su nombre.

Desaparecidos (Libro #1 de la saga "Misterio Familiar") © TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora