Capítulo XXI

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Elías

Debo de estar soñando, si seguro es eso. No, no puedo estar soñando, quizás esto solo sea una ilusión.

¡Mis padres ya están en casa, conmigo!

—Mama, papa –digo y camino a ellos para abrazarlos.

—Hijo –dicen al unísono devolviéndome el abrazo.

—Al fin ya estamos nuevamente juntos –digo y lágrimas brotan de mis ojos.

—Nuevamente juntos –repite mi madre. Alza mi rostro con sus dedos y limpia las lágrimas que he derramado.

Esta alegría que siento justo ahora no puedo encontrar comparación alguna. Me siento el más feliz del mundo.

Pero el pensamiento de saber que esto aún no ha terminado me hace borrar mi sonrisa. Sacudo mi cabeza para despejar ese pensamiento de mi mente y concentrarme en que estoy con mis padres.

¡Dios! Estoy mega feliz.

—Ya puedes volver a casa, hijo –dice mi papá–. Vuelve rápido para que cenemos los tres, como familia.

—Voy ahora mismo a traer mis cosas que tengo en casa de Carolina –digo y me acerco a la puerta.

—Aquí te esperamos –dice mamá–. Salúdala de nuestra parte.

—Está bien –digo con entusiasmo. Salgo de la casa y me dirijo a traer mis cosas.

Abro la puerta, veo que Esmeralda ha preparado la cena. Andrés está en el sofá viendo algo en la televisión. Carolina está sentada en la mesa esperando su comida.

—¿Qué te trae feliz, hijo? –pregunta Esmeralda.

No dejo de sonreír. Quizás por eso se debió la pregunta de ella.

—Mis padres ya están en casa y me han pedido que vuelva –digo. Andrés se acerca a la mesa.

—Eso es bueno ¿no? –ríe.

—Primero cena con nosotros y luego vas por tus cosas –dice Esmeralda.

—Ehm, bueno, está bien –digo. Lavo primero mis manos y me siento a la par de Carolina.

Después de terminar de cenar, me encargo de lavar los platos, secarlos y ubicarlos en su lugar.

Me dirijo a la habitación donde he dormido todos estos dias. Busco mis maletas y comienzo a guardar mis cosas.

Carolina se acerca y me ayuda a terminar de guardar todo.

—¿Vamos? –le pregunto a ella. Me da un beso.

—Pediré permiso –ríe–. Aunque ya sé cual será la respuesta.

—A puesto a que sí –reímos y salimos de la habitación.

—¡¿Papá, puedo ir con Elías?! –pregunta gritando mientras nos acercamos a ellos.

—Claro, no negaría eso a mi hija –responde.

—Un buen padre –dice Esmeralda y todos reímos.

—Vuelvo más tarde –dice Carolina. Me ayuda a cargar con una maleta.

—Salúdalos de nuestra parte, Elías.

—Por supuesto, Andrés –digo y salimos de la casa.

Caminamos los pocos metros que separan muestras casas. Me extrañó al ver las luces de la casa apagadas. Carolina no lo nota.

Abro la puerta. Está todo oscuro. Enciendo las luces. Noa dirigimos a la cocina, todo está en orden. Subimos a mi habitación y me encargo de desempacar todo bajo la vista de Carolina. Ella se sienta en mi cama.

Desaparecidos (Libro #1 de la saga "Misterio Familiar") © TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora