Capítulo XXVI

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Antonio

17 de septiembre, 2016.

—¿Me ayudarás entonces, Gabriel? –le pregunto sin más que agregar.

—Hasta la pregunta es necia, Antonio –ríe afirmándome que me ayudará.

—Bien. Entonces el plan será el siguiente… –comienzo a decirles el plan que vamos a hacer en el momento de rescatar a nuestros desaparecidos.

Días anteriores a éste, me comuniqué con uno de mis amigos que vive en los Estados Unidos. Él me ayudó a averiguar donde se encontraba dicho sujeto. Por consiguiente, elabore una estrategia para poder emboscarlo. Logré reunir a varios amigos de aquí para llevar a cabo el rescate.

Una vez puestos de acuerdo, nos comenzamos a movilizar a dicho lugar. No negaré que me encuentro nervioso, porque puede que no salga del todo bien. Pero son riesgos que se toman a la hora de la acción.

Se hacen las dos de la tarde. Ya mi equipo está en sus lugares.

Observo con mis binoculares el lugar. Es una gran casa de dos plantas, con balcón incluido. En la planta de abajo, en la entrada principal se encuentran dos tipos con armas en mano. Tres caminan en el balcón. Estámos en el lado Oeste de la casa. Bastante boscoso. Lo que nos permite poder escondernos.

—Cinco –dice Gabriel estando a mi lado.

—Pero puede que hallan más adentro – 
agrego.

—¿Qué hacemos? –pregunta.

—Cris, dispárale dos dardos tranquilizadores a cada uno. Danny, ayúdale tú también. Comiencen por los tres que están arriba, luego por los dos de la puerta. –Y así fue, ambos lograron darles a sus objetivos cayendo al suelo adormilados.

Nadie más sale de la casa. Observo a Gabriel quien mira de manera extraña la casa.

Por un momento pienso que solo esos cinco hombres estaban custodiando el lugar.

Estaba por levantarme, pero Gabriel me detuvo e hizo que me quedara donde estaba. Retiró mis binoculares de mi cuello y observo. Luego me señalo que mirase a las ventanas. Miro y estan varios en posición de disparar apuntando en diferentes direcciones.

Iban pasando los minutos y ninguno de ellos se movía de sus lugares. Estoy temblando de miedo, Gabriel logra notarlo. Me mira.

—Todo saldrá bien, amigo –me dice.

Que irónico ¿no? Alguien menor que yo, no está del todo nervioso ante lo que se está por hacer, es sumamente sorprendente. Tomo valor y doy las siguientes indicaciones, de acuerdo al plan

—Momento, Antonio. Alguien está saliendo de la casa. Observa –señala la casa y si, alguien está saliendo de ella con una máscara–. ¿Podría ser él?

—Lo creo. Porque desde luego no da la cara, es porque debe de ser él –agregue.

Quede observándolo con los binoculares y éste queda viéndome. Algo sumamente que me heló la sangre y temí que algo malo hiciera. No queda otra alternativa que solo observarlo.

No se mueve y no quita su mirada de la mía. Seguramente ya sabe que estamos aquí, lo cual me tiene desesperado. ¿Qué hará? ¿Qué sigue ahora? Son preguntas que invaden mi mente.

Pasan alrededor de cinco minutos. Luego se adentra a la casa y comienzan a disparar. Casi todas en dirección a donde nos encontramos.

Nos comenzamos a mover al lado Este de la casa. No muy boscoso, pero tirados en el suelo nos esconde perfectamente.

Desaparecidos (Libro #1 de la saga "Misterio Familiar") © TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora