Capítulo 6

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Después de cinco días Mateo regresó de su viaje, era una mañana fría y recuerdo con exactitud la normalidad que se vivía. En el elevador me encontré con Leo, él me entregó las cartas y se despidió de mí en el décimo piso. Al llegar al último y salir me absorbió una energía positiva, la noche anterior había terminado de pagar las deudas que generé en el año anterior. Siempre intenté mantenerlas al mínimo y logré hacerlo gracias a Rebeca y Marcos, aún así librar a mis hombros de ese peso era extraordinario.

Mi primera intención fue recibir a Mateo en su llegada, pero las llamadas comenzaron a bombardear el telefono, todos sabían de su regreso y la agenda de las siguientes semanas se saturó por completo.

Después de dos horas, cuando las llamadas cesaron, fuí a la cafetería. Compré también la bebida habitual de Mateo con el proposito de dejarla en su escritorio, suponía que no tardaría más de treinta minutos en llegar al edificio. Regresé a mi puesto y dejé mi desayuno a un lado del telefono.

Con su bebida en la mano y un par de documentos en la otra ingresé a su oficina sin llamar a la puerta, pero apenas tuve ambos pies adentro me percaté no solo de la presencia de Mateo, sino también de la de su acompañante. Me detuve un segundo frente a la puerta, Mateo me observó sombrío, tomándose el tiempo de analizarme completamente. Y la mujer a su lado apenas le tomó importancia a mi entrada.

Tardé en reaccionar, diría que mis pies y mi boca se movieron por pura inercia — Lamento la intromisión.

Alcancé a disculparme deslizandome hasta la mesa a mitad de la oficina, apenas a unos metros en donde ellos se despedían.

—Siempre es un placer verte — Habló ella con un acento que no pude decifrar y tomando el bolso que descansaba en el sillón — Hasta esta noche — Pasó a mí lado con una caminata elegante y firme, en cuanto acomodé el orden de los papeles en la carpeta que llevaba volví a erguirme, creí necesaria otra disculpa.

—No tenía idea de que estaban aquí — su mirada regresó a mí, algo pesada si debía mencionarlo — Espero el viaje haya marchado bien, traje tu bebida favorita — Lleve a la mencionada hasta su escritorio, al volverme hacia él volví a encontrarme con su mirada atenta a mí, centrada.

Suspiró — Retírate por favor.

Oculté a la perfección la expresión de sorpresa y con un ligero asentimiento salí de ahí. Sentí cierta opresión en el pecho, intenté respirar profundo para despersarla pero no funcionó, la sensación me acompañó todo el día, al igual que la imagen de Mateo enfrentándose a mí.

De ahí, todo pasó de mal en peor.

Fue agobiante el cambio que sufrió tras el viaje y tras la noticia de Sarah. De cierta manera, lo esperaba. Aunque traté de convencerme de lo contrario, ya no había razón para negarlo.

Después de días, la situación era completamente diferente a la de un inicio.

——Mateo——

Tres días antes.

Desperté a mitad de la madrugada, con malestar en el pecho. La oscuridad apenas dispersandose me recibió con brumas.

Me levanté de la cama, inquieto. Sentía una comezón insaciable en cada parte de mi cuerpo, era pequeña, apenas notaba que estaba ahí. Pero estaba presente a cada segundo del día.

Me metí a la ducha y el agua fue apenas reconfortante, no estaba bien. Esa sensación no me agradaba y no sabía si podía darle fin, por que ni siquiera recordaba el momento exacto en que ese malestar había comenzado.

Los pensamientos continuamente me llevaban a Jessica, y me preseguían en las reuniones, las noches, las mañanas e incluso en ese momento al salir de la ducha. Me sujeté del lavamanos y me observé con atención en el espejo, el agotamiento físico comenzaba a angustiarme.

Horas más tarde salí de mi habitación y me dirigí al restaurante del hotel, mientras caminaba por los pasillos aflojé mi corbata un par de veces, todo me parecía incómodo, si debía decirlo, hasta el café sobre la mesa me parecía demasiado amargo.

Estaba en un dilema conmigo mismo. No lo habría admitido en aquel momento, pero fue la primera vez que reconocí mis sentimientos por Jessica. Ahí, a kilometros de distancia, con su recuerdo torturandome y después de saber que su vida estaba formada lejos de mí.

Aquella sensación me atormentaba tanto, que la enterré profundo.

Nota Autora:

Éste capítulo está dedicado a RosyRosero.

Gracias por tus estrellitas y comentarios <3 

Por Ella [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora