"Ha encontrado quien la ayude a salvarse o tal vez sea ella quien lo salvará a él"
Me dejo caer sin ganas en el mullido sillón, con la caja que contiene todas las pertenencias que por años han adornado mi pequeño escritorio en la compañía Clark, quiero odiar a ese hombre, pero me es imposible, a quien sí reprocho internamente es a Diane, porque ella es la culpable de todo, porque ella... mis amargos pensamientos se interrumpen cuando Bombón salta encima de la caja. El minino comienza a hacerme mimos restregándose de derecha a izquierda contra mi pecho, su peluda cola se enreda en mi cuello.
—Gracias pequeña bola de pelos —le susurro mientras lo abrazo más a mí.
Es ahí donde reparo en la prenda que traigo puesta, es una chamarra color oscuro de corte militar, hago al gato a un lado y corro a la ventana, pero como imaginé Enzo ya no se encuentra fuera. Me la quito y no puedo evitar el impulso de llevarla a mi rostro e inhalar profundo contra la tela, huele a cuero, a fragancia masculina y a alguna esencia natural que seguramente desprende la piel de Enzo. Niego con la cabeza y alejo la prenda de mí, lo que acabo de hacer es inapropiado, le sacudo unos cuantos pelos naranjas de Bombón y voy a mi habitación a colgarla en el closet no sin antes meterla en una bolsa para evitar que se ensucie; ya se la daré luego.
Vuelvo a la sala, donde comienzo a sacar las cosas de la caja, lo primero que hago es poner mi pequeña planta en la ventana y esa insignificante actividad vuelve a desatar mis emociones, las lágrimas regresan a empeñar mis ojos y mojar mis mejillas. Necesito a Josh.
Vuelvo a intentar luego de que el teléfono me mandará a buzón dos veces, bien dicen que la tercera es la vencida y finalmente levantan la bocina.
—¿Sí?
—Josh, soy yo, Adelise.
—¿Ad? ¿Qué sucede? Has estado llorando ¿cierto?
—Me han echado de mi empleo —suelto en un sollozo y la siguiente hora me encuentro relatándole todo hasta el momento en que Enzo me ha dejado en la puerta de mi casa.
—¡Esa arpía! —suelta mi hermano con rencor.
—Me he quedado sin empleo, y tú ya no estás aquí... ¿qué voy a hacer ahora?
—Cálmate, Adelise, seguramente encontrarás otro lugar donde trabajar más rápido de lo que crees. Y por mí no te preocupes, justamente ahora voy hacia el aeropuerto, hacia Nevada y no pienso volver a casa de nuestra madre.
—¿Cómo? ¿Es por mí? ¡No, Josh! No puedes dejarla sola —me trago el nudo que se forma en mi garganta para decir las siguientes palabras—: ella te necesita más que yo.
—Pues ya es momento de que se las arregle sola. Me ha engañado, me ha hecho creer que se encontraba enferma solo para que regresara, ¡porque Diane se lo exigió!
—Oh —es lo único que puedo decir. —A través de la respiración acelerada de Josh, escucho a mi madre suplicarle que se quede entre sollozos—. Josh, por favor, piénsalo un poco más. Solo escucha lo destrozada que está mamá. A parte... tú jamás has salido de ese pequeño pueblo... —me callo de golpe, esas palabras me salieron despectivas, como si las pronunciara la mismísima Diane más que yo. Me estremezco—. Lo siento yo... no quise que sonara de esa manera...
—No te preocupes, Adelise, lo sé. Sé que tal vez no tengas la suficiente confianza para creer que pueda sobrevivir en una ciudad como esa, pero te sorprendería, créeme. Y ¡vamos! Que tú lo has logrado, seguramente yo también, ya es momento de que deje este nido que poco a poco está por venirse abajo. Me voy Adelise, te veo pronto.
—Adiós —susurro a nadie porque ya ha colgado. Si mi madre no me quería, seguramente ahora me odiará por quitarle a su hijo.
***
Una hora más tarde y un bote de helado de fresa después mis ánimos han mejorado notoriamente, decido ir a la iglesia en lugar de estar revolcándome en mi mísera existencia. Meto a Bombón en su caja de viaje utilizando como anzuelo un pedazo de pescado, cuando lo encierro suelta un tremendo maullido en protesta.
—Lo lamento, cariño. Solo serán unos minutos en los que tomo una ducha y en lo que llegamos a la iglesia.
El minino vuelve a maullar exasperado, se da la vuelta como si me ignorara. Yo suelto un suspiro y ruedo los ojos, preparo un tazón de leche en un frasco para ondear la bandera de la paz más adelante.
Me desnudo en mi habitación y luego voy hacia la ducha, dejo que la lluvia artificial se lleve muy lejos de mí todo lo malo que me ha pasado en lo que va del día, suspiro profundamente y suelto aire, siento como mi cuerpo se relaja. Por mi mente pasa la sonrisa amable del oficial Declan, sonrío en respuesta al pensamiento recordando que nunca nadie se ha portado tan amable como él lo hizo esta mañana. Hago una nota mental de cocinar algunos panqueques para él en señal de agradecimiento.
Luego el rostro de Declan se desdibuja en mi mente y lo sustituye otro completamente diferente, tanto en rasgos como en esencia, cuando respiro recuerdo el aroma de su chamarra y mientras deslizo las manos por mi pierna para quitar los restos de jabón, no puedo evitar el impulso de sentir sus dedos en esa parte que él tocó con sus fuertes y ásperas manos, pero a la misma vez un gesto delicado que solo me perteneció a mí. Ciertos músculos de mi cuerpo comienzan a tensarse uno a uno ante esa imagen en mi mente: sus manos en mí...
—¡No, Adelise! ¡Basta! Esa no eres tú, esos pensamientos no te pertenecen. No, no, no.
***
Les dejó a Bombón a los niños de la casa hogar, el gato parece complacido por tanto mimo, saludo con una sonrisa rupia a las monjas más cercanas y me apresuro dentro de la iglesia. Me adentro al confesionario evitando que alguien me vea, porque siento que podrían ver la vergüenza en mi cara.
—Ave María purísima —dice el Padre.
—Sin pecado concebida, Padre.
—Dime tus pecados hija.
—Yo... —mi voz es como un chillido, la vergüenza no cabe en mí.
—¿Sí?
—Yo, acabo de tener pensamientos impuros con un hombre desconocido —suelto tan rápido que mis palabras se atropellan.

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Letargo I: SOPOR
Mystery / Thriller"Duerme. No existes, no perteneces aquí" Secretos, engaños, sensualidad, suspenso y misterio envuelven la vida de los tres protagonistas en una historia donde nada es lo que parece.