Letargo I: SOPOR

20: Enzo

"Las mentes débiles suelen condenar los actos que a simple vista lucen pecaminosos, sin embargo, la razón se encarga de liberar almas de su eterno martirio y otorgar la redención, pero toda manumisión, es otorgada a costa de la perdición de otros".

—¿Hola? —luego del largo vacío, se dignan a responder.
—Papá —al otro lado del auricular siento a un Thiago algo ansioso.
—¿Qué sucede? ¿Por qué tanto maldito misterio para decir aló?
—Necesito que me ayudes, algo está pasando, y está mal, muy mal. Tienes que resolverlo pronto.
—Thiago, ¿para qué diablos tienes un par de pelotas gigantes? ¿No puedes resolver tus asuntos tú solo? —Dios mío, a veces me arrepiento tanto de dejar a mi hijo con sus abuelos todos estos años y ahora me dan ganas de regresarlo.
—No, no, esto solo lo puedes resolver tú, yo no puedo hacer nada, pero no puedo decírtelo por teléfono.
Suspiro.
—Está bien —ahora tengo que correr como una mamá asustada tras mi bebé luego de una ardua jornada de trabajo. Monto la moto y conduzco hasta casa a rescatar a la doncella que se hace llamar hijo mío.

***

—¿De eso se trata? ¿Para eso me hiciste venir aquí como gallina despavorida?
—Papá, tú también eres marica porque te dije que me sucedía algo y corriste hasta aquí —él ríe a carcajadas—. Pero en serio, quiero que me ayudes con esto, es importante para mí.
—No me presiones, lo voy a pensar, además, no hay una buena razón que lo justifique, Thiago.
—Ya verás que sí. Por cierto, ¿qué con la chica que fuiste a ver?
—Te digo, esa mujer es un alma del cielo, tanta inocencia es tan jodidamente sensual. Si supieras, le mencioné la palabra coger y casi se desmaya —rio.
—No sabía que te gustaban las santas, papá, para mí eras algo más de chicas malas —opina Thiago.
—Sí, siempre ha sido así, pero a pesar de eso, siento que ella de todas formas puede ser tan "mala" como yo me lo proponga. Tienes que ver esos labios, es increíble que nadie nunca antes se haya rendido ante ellos —reflexiono recordando lo carnosos y delicados que fueron al morderlos. No puedo evitar acariciar mis labios al pensarlo.
—Esa no pasa de esta semana.
—Ya quisiera, Thiago, ya quisiera, pero la mujer es fanática religiosa. Se persigna al escuchar la palabra "sexo".
—La chica es virgen entonces, por Dios no puedes hacer ese daño.
—¿A los 27 años y viviendo en Las Vegas? Ya lo veremos, por más santa que sea, es fácil de corromper —y sí, a pesar de todo solo hay que ver con la facilidad que su cuerpo reacciona ante el estímulo de mi piel contra la suya, como sus mejillas toman color e involuntariamente sus piernas se juntan para presionar su centro. Supongo que el placer valdrá una penitencia.

***

Thiago ha estado tan "ansioso" que no me queda más que sacarlo a despejar la mente, a veces creo que es tan pequeño de consciencia que solo le queda salir a tomar para poder liberarse un poco y ponerse a llorar cuando tenga media botella en su torrente sanguíneo.

El lugar está sumamente concurrido. A penas se puede caminar entre las personas y son pocos los espacios que hay disponibles para sentarse.

—Creo que debemos ir a otro lugar —comento a Thiago.
— No, por favor, aquí es que quiero despejar la mente y mis conductos también —de inmediato, se nos acercan un par de chicas y la más joven no tarda en montarse en las piernas de Thiago quien empieza acariciar sus muslos gustoso.
—¿Quieres compañía también? —me pregunta su compañera algo sonrojada.
—Gracias, pero la única compañía que necesito ahora, es un frasco del mejor licor.
—Enseguida —responde y se dispone a buscar mi pedido.

Con un calor extenuante sorbo unos tragos desde mi vaso corto y veo a Thiago alejarse tomado de la mano con aquella mujerzuela. Le marco a Declan, quizás él sí pueda
acompañarme o sacarme de este infierno.
Tomo mi teléfono y le marco, después de un par de timbres, responde:

—¡Enzo! —saluda al otro lado algo sorprendido.
—Cox —respondo de vuelta—, estoy aquí en el bar cerca del centro, degustando una botella de Bourbon, estás invitado.
—Buena hora escoges, ahora mismo estoy en una reunión de urgencias, no sé cuánto vaya a tardar, pero quizás más tarde pueda salir.
—¿Urgencia? ¿Qué sucede? ¿Otra avecilla se ahogó en el lago?
—Hablamos luego, te comento después.
—Suerte —de inmediato, mi otro teléfono empieza a vibrar incesantemente y no se detiene hasta que logro atraparlo. Cuando lo saco de mi bolsillo, solo queda la llamada perdida. Cuando esté teléfono suena, solo significa que hay cosas por hacer. Salgo aprisa del bar y me encamino hasta el parqueo. El alrededor está ligeramente despejado, solo diviso a unos jóvenes calenturientos revolcarse en su chatarra andante. El teléfono vuelve a sonar. Contesto, me quedo en silencio.

—Yo, yo... — una voz distorsionada me habla al otro lado—, el ave salió del cascarón —dice recordando la clave que me da la alerta de lo que desea conmigo.
—Te copio, ¿me escuchas? —un vacío del otro lado nueva vez me acompaña—, ¿aló?
—Su nombre es Diane Fountaine, todo el dinero está ahora en la cuenta que pide. Tiene que sacar a esa... —se detiene—, basura de circulación.
—¿Con eso te refieres exactamente a ...? — me hago el desentendido.
—¡Quiero a esa maldita perra muerta!

Continuará...