"Puede ser desterrada de su reino, pero no es su presencia la única que caerá"
Cuento con cuidado el dinero que Rocket acaba de darme, no es que desconfié de él, pero aún así, negocios son negocios y un estafador como él, hay que tenerlo medido; la suma es mucho más considerable que la última vez. Separo un poco y dejo otro tanto para gastármelo en algo bonito que pueda utilizar pronto. Sonrío ante ese pensamiento, cuando un perfil en específico abarca mis pensamientos. Apago mi cigarrillo, guardo bien el dinero en mi pequeño bolso dorado y me dirijo hacia los sanitarios.
Voy con la cabeza en alto, disfrutando de las miradas que incluso los hombres acompañados dirigen en mi dirección, deleitándome con la envidia que emanan los ojos de sus mujeres. La fila de los sanitarios es larga, hago una mueca y me encamino al final, cerca de la salida de emergencia, me recargo en la pared, moviendo la punta de mi pie rítmicamente, como si eso avanzara la enorme fila que hay por delante de mí, suspiro con aburrimiento. Para matar el rato decido saber si el plan que puse en marcha ha dado resultados, entro a la página oficial de la compañía Clark y el primer anuncio que aparece, es el de una vacante disponible para el puesto de informática. Sonrío con placer, disfrutando del más que evidente desamparo de Adelise, incluso se me escapa una pequeña carcajada de triunfo que se ve interrumpida por mi propio grito cuando alguien me jala de un brazo bruscamente y me saca fuera del bar. La persona me arroja con fuerza hacia la pared, el callejón está demasiado oscuro para ver de quién se trata, afuera el clima es más frío y el aroma a basura, licor, orina y más cosas golpean mi nariz, suelto un gruñido en protesta. Me aparto el pelo del rostro al tiempo que una mano grande y fuerte me apresa el cuello y me inmoviliza la mano que iba a usar para propiciarle un golpe; la persona se acerca a mí y es ahí cuando miro bien su rostro.
—Te lo advertí —sisea muy cerca de mi rostro con los dientes apretados—. Te divertí que dejaras en paz a Adelise.
Suelto una risa fuerte, eso lo hace enojar a un más, pues su agarre mejora y tengo que ponerme de puntas para tocar el suelo cuando él me alza.
—Josh... el caballero... andante... al rescate —logro formular.
—¿Por qué simplemente no puedes mantenerte alejada? —su agarre se debilita y el rostro contorsionado de ira cambia a uno atormentado—. ¿Por qué simplemente no puedes desaparecer?
—Porque yo no lo deseo. Hice un juramento hace tiempo, destruir lo que destruyó nuestra familia. Voy a cumplirlo.
—Con el costo de destruir la vida de un inocente, de mi hermana.
—Si ella es la culpable...
—No te lo permitiré, Diane —puedo verlo en sus ojos en ese momento, una determinación que me deja helada. Su mano vuelve hacer presencia en mi cuello. No es una advertencia es una promesa—. Voy hacerte desaparecer. —Asegura. Y yo le creo. Suelta su agarre y se aleja a grandes y rápidas zancadas a través de la oscuridad, respiro y toso tratando de recupera una respiración normal, el miedo vuelve a consumirme lentamente, él ha dejado de ser el chiquillo asustado que abandone hace tiempo. Esta aquí por ella, para salvarla a ella y hará todo lo posible por ganar. Un escalofrío me recorre el cuerpo, necesito un trago.
***
—¡Ah! —suelto cuando dejo el vaso en barra de un golpe y con la otra mano me llevo un limón a la boca.
—Con calma, chica —se burla el barman. Le hago una seña cuando me sirve el cuarto tequila
Mi teléfono vibra en mi bolso, número desconocido, me tomo unos segundos en decidir si contestar o no, pero el estado temerario del alcohol apunta a que lo haga. Descuelgo.
—Dime —digo.
—Hola —dice una voz masculina y algo dudosa del otro lado.
—¿Sí?
—Habla Thiago Dos Santos, ¿me recuerdas? Te pedí tu numero hace poco...
—Thiago, ¡claro! El chico de ojos claros. Muy temerario de tu parte abordarme de esa manera —me rio, tanto por el recuerdo como por el alcohol.
—Me preguntaba si te apetecía ir a tomar algo mañana.
—Estás de suerte, chico —lo escucho soltar un resoplido por segunda vez tras la palabra chico—. He empezado la fiesta antes de ti, justo ahora estoy en el bar de un amigo, te mando la dirección por mensaje y te veo en unos minutos. Te espero. —Y cuelgo.
***
Mis manos despeinan su corto pelo, cuando su boca vuelve a succionar la piel del comienzo de mis pechos, empuja su cadera con fuerza contra mí, echo la cabeza hacia atrás soltando una exclamación de placer. Mis piernas permanecen firmemente adheridas a ambos lados de sus caderas, mis tacones se encajan en sus glúteos al mismo ritmo de vaivén que ambos compartimos, araño su espalda presa del intenso momento que estoy a punto de vivir. Su cuerpo al igual que el mío está caliente, la fina capa de sudor que en vuelve nuestros cuerpos, nos facilita el explorar la piel el uno del otro.
—Sí, sí —digo cuando estoy a punto de conseguir lo que tanto deseo.
Thiago atrapa mis labios otra vez, introduciendo su húmeda legua dentro de mi boca, dándome un beso feroz que lo único que provoca es que mi excitación aumente aún más. Este chico es joven, pero sabe cómo moverse, sin duda alguna es un experto en llevar a una mujer a lugares inhóspitos, si a si es el hijo puedo imaginarme qué clase de hombre es el padre y lo que podría provocar en mí. Una embestida más y todo a mí alrededor se aleja, el intenso orgasmo que Thiago me ha provocado, hace que deje la realidad. Sale y entra de nuevo otra vez con fuerza, lo escucho gruñir y tensarse cuando él también llega al punto del éxtasis.
—¡Oh, santa mierda! ¡Sí! —exclama Thiago.
***
Nuestras respiraciones ahora se encuentran más estables, me estiro el vestido unos centímetros más hacia abajo, mi preciosa braga de encaje terminó hecha girones, andar sin ropa interior no es precisamente lo mejor cuando no deseas enseñarle el culo a cualquiera. Me agacho para levantar la prenda inservible y arrojarla al bote de basura, Thiago suelta un silbido.
—Excelente vista.
Lo fulmino con la mirada.
—Te agradecería que la próxima vez seas más cuidadoso con mi lencería.
—La próxima vez —dice un poco sorprendido, luego me sonríe con malicia—. Podemos empezar esa próxima vez justo ahora.
Me acerca a él, besándome con ansias, algo tiene este chico que es imposible no negarse; mis manos ya están desabrochado su pantalón otra vez y las de él me aprietan con fuerza los glúteos. Entonces la puerta se abre y entra Rocket gritando como poseso con pistola en mano.
—¡Este no es un puto motel para que cojan en mi baño y molesten a los clientes con toda su mier...! —se calla en cuanto nuestras miradas se cruzan—. Diane —dice con sorpresa la cual lo abandona al instante—. No creí que fueras chica de sanitario —sus palabras salen con ofensa.
—Ni yo, pero me fue imposible negarme —respondo con fingida inocencia. Me acomodo una vez más mi vestido.
—Podrías... solo... salgan de aquí. Tengo una fila de clientas malhumoradas ahí fuera.
—A la orden —digo realizando el saludo de los marines. Me vuelvo hacia Thago—. Vete, te llamo después. —él sonríe con satisfacción y yo le guiño un ojo.
—Así que... —dice Rocket
—Así que, tal vez, pronto llegue tu turno —le doy un beso rápido en los labios carnosos y me voy del lugar.

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Letargo I: SOPOR
Mister / Thriller"Duerme. No existes, no perteneces aquí" Secretos, engaños, sensualidad, suspenso y misterio envuelven la vida de los tres protagonistas en una historia donde nada es lo que parece.