I.

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Mis padres se habían peleado otra vez, así que decidí salir de la casa, pero después de las mil vueltas a la ciudad y picarme los ojos cien veces esperando a que cuando yo llegara ya no se escucharán gritos por toda las casa decidí regresar. No me había dado cuenta de que hora era, casi las 12:00 pm, aunque claro que no era muy importante pues mis padres no son mucho de poner horarios, o de hablarme.

El camino de regreso estaba prácticamente vacío, de repente se veían una o dos personas caminando por la acera, pero el silencio era enorme, cubría todo el lugar. Un fuerte golpe seguido por un quejido de dolor llamaron mi atención, por instinto voltee hacia mi derecha y sin pensarlo corrí hacia un chico que se encontraba en el piso, los agresores corrieron en cuanto me vieron acercarme, supongo que pensaron que era policía o algo por el estilo, pues no había mucha luz.

-¿Estás bien? -Pregunté arrodillándome junto a él.
-Si, solo ayúdame a levantarme.-Me dijo el chico con sangre por todo el rostro.

Lo ayude a levantarse, suponiendo que no lo vería nunca más, pero a los pocos pasos un gemido de dolor volvió a llamar mi atención.
El se agarraba el abdomen con fuerza.
-Déjame ver.-Le dije.
Levante su playera ignorando sus perfectos abdominales, pues lo que veía estaba mal.
-Mierda.-Soltó al ver mi rostro y luego su abdomen.
-Estas herido, tengo que llevarte a un hospital.
-No, no puedo ir a un hospital y mucho menos a mi casa, necesito que me ayudes y juro que te lo pagaré.-Me dijo.

Me sentí mal después de lo que pasó así que lo acompañe hasta mi auto y lo lleve a mi casa.

-Quítate la camisa.-Le dije.
-¿Así de rápido, sin primera cita?-Me dijo con una risa por lo bajo, pero se podía notar el dolor en su rostro.
Necesitaba que se apretara la herida con la ropa, así que después de darle ciertas indicaciones de cómo hacerlo arranque el coche y maneje lo más rápido que pude hacia la casa. Me estacioné en la entrada principal a unos cuantos pasos de la puerta y ayude al chico que ahora no tenía camisa a entrar, al parecer no había nadie, pero de todos modos lo lleve a mi habitación y cerré con llave después de sentarlo en la cama.

-Esto se ve mal.-Dije viendo la herida. Parecía hecha por algún objeto de filo, pero apenas eran unos cuantos centímetros, yo diría que 3 o 4 en un lugar que no es realmente peligroso según internet. Aunque claro, se necesitaba suturar.
-Por favor dime que no estás viendo como curar una herida en Yahoo.com-Me dijo.
-Bueno, pues no soy médico, entonces sí tienes una mejor idea siéntete libre de darla.
-Solo tienes que coserlo como si cosieras unos calcetines o una playera.

Después de convencerme a mí mismo que nada malo podría pasar busque rápidamente una aguja y un hilo en el cuarto de servicio. Lo difícil no era encontrarlos, si no que cuando los encontrará tenía que coser la herida de un desconocido que estaba en mi cama lleno de sangre.
Limpié su herida con alcohol siguiendo al pie de la letra las intrucciones de eHow, y sin avisarle di la primera puntada en su herida.
-¡No me jodas!-Gritó cuando sintió el pinchazo.
No sé si fueron nervios o el hecho de que estaba empezando a notar lo extremadamente atractivo que era el chico pero me reí por lo bajo y seguí cosiendo hasta llegar al final de la herida, sus quejidos fueron disminuyendo hasta que acabe.

Rápidamente se levanto y busco el baño en mi habitación, abrió la primera puerta pero se encontró con el vestidor, refunfuñó un poco y busco hasta encontrarlo. Tomó una toalla y empezó a limpiarse el rostro, pero se le notaba que el mínimo movimiento de su brazo derecho le causaba un fuerte dolor.
-¿Crees que tu... crees que podrías?-Me dijo.
-Ven a sentarte y trae la toalla del baño.

Se sentó junto a mí en la cama y empecé limpiando una pequeña herida en su ceja, tenía un poco de sangre en el labio. Me acerqué un poco más para limpiar la sangre de sus labios, sin notarlo me había estado mordiendo mis labios.

Deja de morder tus labios y empieza a morder los míos.-Dijo antes de plantarme un beso que sentí como una montaña rusa, solo que en ningún momento baje, la intensidad subía y subía.

Sus labios sabían a metal crudo, pero eso no me importó en lo más mínimo, y la realidad era que solo me prendía más.
La necesidad de oxígeno nos separo.
¿Y cuál es tu nombre? -Me dijo.

Reí por lo bajo. -Ash.-Le dije.
-Me gusta tu nombre, como ceniza en inglés.
-¿Cuál es el tuyo?
-Mis amigos me dicen Pax, pero tú me puedes decir "mi amor", o algo más corto como "papi".-Me dijo
-Si, no creo que eso sea posible.-Reí.

Por unos minutos el tiempo se detuvo, como si no tuviera nada de que preocuparme, como si fuéramos los únicos 2 en el mundo, solo nosotros y nadie más.
Una vibración en mi pantalón me distrajo, era un mensaje de mi madre.

"Tu padre y yo decidimos hacer un viaje a Las Bahamas, como aún tienes clases puedes retomar el siguiente semestre, ya sabes que el boleto lo pagas con nuestra tarjeta y listo. Nos vamos a quedar todo el mes. Avísanos."

-Y pensar que cuando salí de la casa solo se oían gritos.-Pensé en voz alta.
-¿Eh?
-Oh, no, nada. Pues ya estás más que perfecto, y aunque sería bueno que fueras al doctor pues es tu decisión.-Le dije.
-Ash, yo sé que no nos conocemos, pero, ¿Crees que tal vez, solo por esta noche pueda quedarme aquí?

Asentí con mi cabeza en signo de aprobación, pero no tenía la menor idea de porque lo hice, una parte de mi sentía una enorme atracción por este chico, aunque siendo honestos otra parte de mi tenía mucha flojera de acompañarlo a su casa, así que decidí decir que si.
Me di la vuelta para mostrarle en donde se quedaría, pero la escena con la que me encontré era todo lo contrario a lo que tenía planeado, Pax ya estaba sobre mi cama con nada más que unos boxers pegados que en realidad no dejaban mucho a la imaginación, recorrí su cuerpo con los ojos, desde sus perfectos pectorales, hasta llegar a sus profundas entradas que desaparecían dentro de su ropa interior. Mi mirada se posó en ellas más de lo que creía y seguramente se hubiera mantenido ahí de no ser por Pax.
-No mires tanto, o tendrás una erección.-Me dijo.
Reí un poco y me quite la camiseta.
-No me digas que duermes con pantalones, por qué hace un calor del infierno.-Me dijo guiñando el ojo.

Me quite los pantalones y me aventé a un lado de Pax.
Sentía su mirada fija en mi cuerpo, al igual que la mía, pude notar que está fue bajando, deteniéndose en mi entrepierna.
-No mires tanto, además de tener una erección, puedes enamorarte.-Le dije riendo.

Bad Habits. ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora