Capítulo 8

974 68 4
                                    


Cierro la puerta del ático con el corazón en la garganta, ¡joder, una simple caricia y me cuerpo arde...! «La ducha tendrá que ser de agua fría, ya se calentará sobre mi cuerpo...»—Pienso, mientras entro en el baño y abro el grifo. Me despojo de mi ropa, me meto en el ducha y dejo que el agua resbale por mis hombros... mi espalda... ¡Está helada, pero aguanto como una campeona! Sólo paso cinco minutos debajo del grifo, tiempo más que suficiente para quitarme el sudor de encima y para que mis hormonas se hayan quedado tiesas de frío.

Mientras me visto, repaso en mi mente la disculpa de Víctor. "Me gustas mucho Alejandra..." Esa frase hace que las mariposas de mi estómago bailen desenfrenadas. Él también me gusta mucho, muchísimo. Pero es tan joven... Me siento perdida con esta historia, hay un laberinto en mi cabeza y no sé que camino tomar. Ojalá lo supiera. ¡Dios, necesito hacer algo para distraerme o me volveré loca de tanto pensar! Pero, ¿Qué? Oigo el sonido del teléfono por alguna parte, me vendría genial que fueran las chicas, así dejaría de darle vueltas al tema durante un rato. Después de buscar como una loca el maldito móvil, cuando lo encuentro ya ha parado de sonar, lo miro y para mi sorpresa, Víctor me ha dejado un mensaje en el contestador. Nerviosa lo escucho.

—«Alejandra... dentro de una hora estaré en "El Corsario Negro". Ya sabes... por si te apetece tomar algo...»

Sonrío, me ha citado de la misma manera que cuando yo lo cite a él... Nerviosa miro el reloj y entro disparada en el vestidor. Me pongo una falda lápiz de color rojo, una camisa negra y me calzo unos zapatos de taconazo también en color negro. Me maquillo un poco y me dejo el pelo suelto. Hago mi entrada en "El Corsario Negro" a las diez y cinco minutos. Víctor está en la barra. Me ve a través del espejo y se gira achicando los ojos. Me observa sin molestarse en ocultar su deseo. Su mirada abrasadora me consume. Sé que estoy jugando con fuego y, estoy dispuesta a quemarme. Sonrío mientras me voy acercando a él, cuando estoy a su altura, le planto dos besos, uno en cada mejilla.

Él sigue mirándome sin decir nada, hasta que poco a poco aparece esa sonrisa pícara. ¡Está guapísimo! Lleva unos tejanos oscuros y una camiseta que marca su pecho bien definido. ¡Está para comérselo!

—¿Sabes qué eres preciosa?—Su comentario me sonroja— Si te soy sincero, no creí que fueras a venir.

—Bueno...—Contesto—, no tenía nada mejor que hacer.

—Pues me alegro que no tuvieras nada que hacer—se da la vuelta y le pide a Rober unas cervezas—¿Qué tal la semana?

—¡Bien! Ya sabes pura rutina. Operaciones, consulta, curas... ¡Estresante la verdad!

Así comenzamos una conversación de "amigos", nada de preguntas con doble sentido, nada de insinuaciones pero, sí muchas miradas que me dejan sin aliento. No sé si lo hace a propósito o no, pero cuando me mira así, me tiembla me tiemble todo el cuerpo de deseo.

Aprovecho que ha ido al baño para evaluar un poco la situación. Su forma de actuar conmigo es distinta a cuando nos conocimos. Por decirlo de alguna manera, es menos chulo. No sé si la palabra chulo es la adecuada para describirlo pero, es la única que se me ha ocurrido. ¿Qué ha cambiado? ¿Quizás el verme con Franco? Sí, probablemente sea eso. Me da la sensación que ha querido ir de durillo conmigo y, le ha salido el tiro por la culata. Ahora tengo clarísimo que le gusto, él mismo me lo dijo, y tengo más claro todavía que él me gusta a mí. ¿Entonces? ¿Estamos jugando al gato y al ratón, o qué? ¿Quiero tener una relación de verdad con un chico de veintinueve años? No saber la respuesta me asusta. Mis prejuicios aún no me han abandonado del todo y el que dirán sigue atormentándome. Debo dejar de coquetear con él hasta que no tenga claro lo que quiero. ¿Seré capaz de hacerlo? ¡Mmm, lo dudo! La aparición de Víctor evita que siga haciéndome preguntas.

No quería enamorarme y apareciste túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora