El domingo cuando me despierto, me siento morir. He soñado con él toda la noche, con él y con la maravillosa relación que teníamos y que ahora ya no existe. La cabeza me duele tanto que parece que me va a explotar. El cuerpo me duele y me pesa, parece que tengo un elefante de tres toneladas sentado en mi pecho impidiéndome respirar.
Estoy sola en la habitación, en algún momento durante la noche Estela se ha ido y no me he enterado. Me incorporo, ¡Diossssss, tengo que tomarme algo para este dolor de tarro! Poco a poco me siento y contemplo la habitación, veo cosas de él por todas partes, el estómago se me encoge y el corazón parece que quisiera dejar de latir. Miro al espejo que hay encima de la cómoda. Allí, pegada en una esquina, está la foto que nos hicieron el día de la presentación del perfume, el día de nuestra reconciliación. Al verla, atisbo en mi interior un poco de esa rabia que necesito para empezar a funcionar de nuevo. Me olvido del dolor de cabeza y en tres zancadas estoy delante del espejo con la fotografía en mis manos. La estrujo con fuerza , y como eso no me parece suficiente, la hago añicos, voy al cuarto de baño, la tiro al retrete y tiro de la cisterna. Una cosa menos. Ahora que he empezado, no puedo parar. Abro la ventana de par en par, después vuelvo al baño y del armario de los medicamentos, cojo un par de ibuprofeno y me los tomo con un vaso de agua bien fría. ¡Joder, estaba muerta de sed, normal que sintiera la garganta tan seca! Cojo todas las cosas que veo de Víctor: desodorante, gel de baño, perfume, cepillo de dientes... y lo dejo encima de la cama. Necesito bolsas de basura, pero son las ocho de la mañana y no quiero despertar a mis amigas, así que vuelvo a coger toda su mierda de encima de la cama y la pongo en el suelo. De un par de tirones, quito las sábanas de la cama y las cambio por unas que no huelan a él. En el vestidor, voy haciendo un montón en el suelo con su ropa. Estoy tan concentrada haciendo montones de porquería por la habitación que ni me entero que mis amigas están allí, mirándome alucinadas.
—¿Se puede saber qué estás haciendo?—Carla señala el suelo del cuarto—. Esto está hecho un desastre.
—Estoy haciendo limpieza, ¿no es evidente?
—¿Todas estas cosas son de Víctor?—Pregunta Estela.
—Sí. Os agradecería que de ahora en adelante, no dijerais su nombre, ni portento ni nada de nada, ni le mencionéis.
—¿Ni siquiera podemos llamarle sabandija o cucaracha?
—No Carla, ni siquiera eso. Desde este momento, él no existe... ¿De acuerdo?
—De acuerdo—contestan las dos a la vez.
—¿Necesitas que te echemos una mano?
—No, vosotras tenéis que volver a vuestra casa. Estela tu tienes un viaje que preparar...
—Alex, respecto a lo del viaje, tengo algo que decirte.
—¿Qué pasa?—Miro a Estela con preocupación.
—Bueno, he decidido aplazarlo de momento, lo he hablado con Jared y le parece bien.
—¿Y eso por qué? ¿Qué ha pasado para que cambies de opinión?—De repente caigo en la cuenta, lo está haciendo por mí.
—Bueno, quiero quedarme aquí con Carla y contigo hasta que...
—¡De eso nada, no pienso permitirlo! Debes irte con Jared como tenías previsto.
—Pero Alex...
—Chicas...—Las miro—, la vida sigue, en poco días estaré en Asturias con mi familia, recargando las pilas. Estela, Jared ha tenido que adelantar el viaje porque tiene que empezar la investigación cuanto antes, y tú, debes estar con él.
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No quería enamorarme y apareciste tú
RomanceAlejandra es una cirujana plástica con muy buena posición social. Su vida es normal y rutinaria hasta que se siente atraída por un chico bastante más joven que ella. Debido a sus prejuicios y al que dirán se resiste a dejarse llevar por esa atracció...