Capítulo 2

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Como siempre, cambio de idea respecto a mi atuendo, opto por ponerme el vestido verde jade que

me compre en Italia hace dos veranos. Es sencillo, anudado al cuello, me queda un poco mas corto

de lo que recordaba, pero me gusta, resalta el tono de mi piel tostada por el sol marbellí. El pelo me

lo dejo suelto, me hago unas hondas aquí y allá, y el resultado final me satisface. Maquillo los ojos

en tonos ahumados, carmín rojo a mis labios, y para finalizar unas gotas de mi perfume favorito,

Emporio de Giorgio Armani. Estoy calzándome la sandalias doradas cuando suena el telefonillo.

—¿Quién?

—Alex, soy yo, ¿me puedes bajar el bolso?

—¿No prefieres subir?

—No, ¡me están esperando en el coche!

—Ah vale... ¡Ya bajo!

Cojo las llaves y el bolso y salgo por la puerta. Llego al vestíbulo y ahí está mi amiga, con una sonrisa

de oreja a oreja que contagia.

—Madre mía Estela, ¡¡estás radiante!!

—¡Uau Alex, tú si que estas...! ¿Ese vestido es nuevo? Nunca te lo había visto.

—No que va, lo que pasa que nunca me lo he puesto aquí, ¿Recuerdas hace dos veranos cuando

estuve en Italia?— Mi amiga asiente—. Pues me lo compré allí, lo estrene en Venecia y nunca más lo

volví a poner.

—Pues te sienta de maravilla.

—Gracias. Eso me sube el ánimo, aquí tienes el bolso, oye... ¿Quién es el afortunado? ¿Le

conozco?

—Se llama Jared, es americano. Están haciendo una investigación en la universidad de Málaga y el

forma parte del equipo. Llegó hace una semana y me he ofrecido voluntaria para enseñarle

Marbella—. Sonríe.

—¿Formas parte del equipo de una investigación?

—No, coincidimos un par de veces en el despacho del decano, ya sabes... una cosa llevo a la otra y

ahí está, esperándome en el coche—. Las dos miramos en la misma dirección, y el chico

tímidamente nos saluda. Sabe que estamos hablando de él, disimulamos fatal.

—¿Os pasareis por Bacana?

—No lo sé... ¡Sobre la marcha!

—Si decides ir, ¡allí estaremos Carla y yo dándolo todo para no variar!—Y le hago un gesto

meneando el culo como si estuviera bailando.

El cosquilleo que me sube de pies a cabeza me dice que él está cerca, y en efecto así es. Sale de la

oficina de mantenimiento con una caja en las manos, nos mira y sonríe. Automáticamente me pongo

de color escarlata y bajo la mirada, viene hacia nosotras. Cuando está a nuestra altura se para y

mirándome dice...

—Bonito cuerpo...

—¿Perdón?—Contesta Estela.

No quería enamorarme y apareciste túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora