Capítulo 12

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Entro en el cuarto de baño y cierro la puerta. Apoyo las manos en el lavabo y me miro en el espejo. Lo que siento por Víctor me abruma. ¡Joder, estoy locamente enamorada de él! Me acojona sentir lo que siento, es tan intenso... Si algún día me hace daño, me destrozará, estoy totalmente convencida de ello, pero no quiero pensar, estoy dispuesta a correr ese riesgo. Me lavo la cara y las manos. Después de echar una última ojeada al espejo regreso a la cocina. Víctor está esperándome en el salón con todo dispuesto para la cena. ¿Cuánto tiempo he estado en el baño?

—Estaba pensando en ir a buscarte—la preocupación sigue en la mirada de mi portento— ¿Va todo bien?

—Lo siento, estaba aseándome un poco y se me fue el santo al cielo. Estoy bien—me tiende la mano—, ya veo que has encontrado lo necesario para la cena.

—Sí, no ha sido difícil—sonríe—, perdona mi atrevimiento por husmear en tu cocina, pero no quería molestarte mientras estabas en el baño.

—Estás en tu casa Víctor, puedes husmear todo lo que quieras.

—Ven, sentémonos.

Miro sorprendida la imagen que tengo ante mí. Los cojines del sofá están colocados en el suelo, cerca de la mesita que tengo entre el mueble de la televisión y el sofá. Las velas que estaban en la estantería junto a la ventana, ahora están encendidas y colocadas estrategicamente por el salón. El fulgor de estas, alumbra la estancia haciendo que esa parte de mi casa parezca íntima y romántica.

Nos sentamos sobre los cojines y él, como todo un caballero empieza a servir la cena. Empezamos con unos crujientes rollitos de primavera, después, por primera vez pruebo "Nant Tok", ensalada de carne a la plancha, que por cierto está buenísima. Y por último, "Rod Thai", fideos tailandeses fritos. Durante la cena hablamos de nuestro día, la conversación es tranquila y amena. Me siento súper a gusto con mi portento, parece que llevamos saliendo meses cuando en realidad apenas hace unas semanas que le conozco. Nunca creí que esto pudiera ser posible.

—¿Qué tal la comida con tu amiga?

—Bien, muy reveladora.

—¿Y eso?

—La última vez que hablé con ella, me quedé preocupada. Sabía que algo le rondaba por la cabeza, pero no imaginé que fuera lo que me contó hoy.

—¿Puedo saber qué es?

—Sí, supongo que a Carla no le importará que te lo cuente—cojo la copa de vino y apoyo la espalda en la parte baja del sofá—. Resulta que mi amiga tiene un "follamigo", se llama Jorge—abreviando un poco le cuento a Víctor la historia.

—¿Y llevan mucho tiempo siendo, follamigos?

—Sí, bastante. Se conocieron en la facultad de periodismo y desde entonces, mantienen esa relación "especial".

—Bueno, nunca es tarde si la dicha es buena.

—Cierto. Carla iba a llamarlo esta tarde para hablarle de sus sentimientos.

—¿Crees qué él siente lo mismo por ella?

—Sí.

—Estás muy segura de ello.

—Lo estoy. Cuando están juntos lo noto. Él la mira de una manera que... no sé como explicártelo, si los vieras juntos lo entenderías. Lo que no me explico es como Carla no lo ha visto en todo este tiempo.

—¿Y de qué forma la mira él?

—Pues como si ella fuera su mundo, el centro de su universo.

No quería enamorarme y apareciste túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora