—Víctor—susurro— ¿Cómo sabías qué estaba aquí?
—Te vi coger la cartera y pensé... bueno, pensé que te ibas a casa. Te seguí con la intención de convencerte de que no lo hicieras—se sienta a mi lado.
—Sólo necesitaba estar un rato a solas. Oye Víctor, lo de la otra noche...
—No digas nada, Alejandra, escuché tu mensaje en el contestador.
—Estaba pidiéndote disculpas cuando apareciste en mi casa.
—Siento no haber querido escucharte aquella noche, Alejandra. Normalmente soy un tío muy tranquilo, pero ese día, conseguiste sacarme de mis casillas por completo.
—Lo siento, Víctor, lo siento muchísimo, de verdad.
—Lo sé—acaricia mi mano inseguro—. Yo nunca te haría daño, Alejandra, tienes que confiar en mí—se gira un poco para mirarme a los ojos—. ¿Lo harás?
—Lo haré.
—Gracias. Ahora me gustaría besarte, estoy deseando hacerlo desde que te vi y no creo que pueda aguantar mucho más.
Posa sus labios sobre los míos con delicadeza, rozándome el labio inferior con la lengua. ¡Joder, como lo echaba de menos! Mi lengua y la suya se rozan, provocando calor en mis venas. Ambos profundizamos el beso. Mi mano se posa en su nuca, y lo atraigo hacia mí. Me siento en su regazo, y sin separar mis labios de los suyos, intento deshacer el lazo de la pajarita, pero me resulta muy complicado y desisto. Él acaricia mis hombros, mi espalda, mis pechos... En el interior del baño, solo se oyen nuestras respiraciones agitadas y nuestros gemidos. Oímos abrirse la puerta del baño y volver a cerrarse, entonces nos quedamos quietos. ¡Joder, menuda pillada! Nos giramos hacia la puerta y no hay nadie. Volvemos a mirarnos y encogiéndonos de hombros estallamos en carcajadas. Víctor apoya su frente en la mía mientras nuestras respiraciones se ralentizan.
—Será mejor que dejemos esto para más tarde—suspira.
¡Hmm! ese más tarde suena muy prometedor... Nos ponemos en pie y nos adecentamos frente al espejo. Cuando estamos más o menos bien, salimos de allí, entrelazamos nuestros dedos y nos encaminamos a nuestra mesa. A medio camino alguien nos para, es un periodista y un fotógrafo.
—Disculpe, señor Rivera, ¿podría hacerle una foto?
—Claro, ¿por qué no?—Mi portento me pega a él.
—¿Es su novia, señor?
—Lo es—dice mirándome a los ojos.
—¿Cómo se llama?
—Alejandra. Alejandra Machado—el chico nos hace la foto y dándonos las gracias nos deja seguir nuestro camino.
Al acercarme a la mesa veo que Carla está pegada al teléfono, seguramente llamándome a mí. En cuanto me ve, me fulmina con la mirada.
—¡¡Tú!!—Me grita— ¿Cómo te atreves a largarte sin decir nada? ¿De qué cojones vas?
—Carla—Víctor intenta calmarla—, Alejandra estaba en el baño, así que cálmate, ¿vale?
—¿Por qué no me dijiste que te acompañara?—Sigue enfadada.
—Porque estabas ocupada y porque soy mayorcita para ir al baño sola.
—Está bien, ¿habéis solucionado lo vuestro?—Joder, ella siempre tan directa.
—¿Tú qué crees?—Le digo levantando nuestras manos entrelazadas.
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No quería enamorarme y apareciste tú
RomanceAlejandra es una cirujana plástica con muy buena posición social. Su vida es normal y rutinaria hasta que se siente atraída por un chico bastante más joven que ella. Debido a sus prejuicios y al que dirán se resiste a dejarse llevar por esa atracció...