Capítulo 10

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—Hola preciosa—me da un beso tierno en los labios.

—Hola—le abrazo y al instante desaparece toda la mierda de esta tarde. Él causa ese efecto sobre mí. Me tranquiliza.

—¿Qué ocurre?

—Nada importante, después te cuento, ¿adónde vamos?

—Hay un restaurante en el puerto de comida típica puertorriqueña. He pensado que quizá te gustaría probarla. ¿Qué me dices?

—¡Fantástico! Me encanta probar cosas nuevas.

—Pues entonces vámonos—me tiende la mano.

—¿No vamos en moto?

—No, no me gusta conducir si bebo algo y hoy me apetece compartir contigo un chupito del buen licor de mi tierra.

Cogidos de la mano caminamos hacia la parada de taxi, pero no hay ninguno. Esperamos un rato y al final Víctor tiene que llamar a la centralita para que nos envíen uno. No han pasado ni cinco minutos de su llamada cuando aparece nuestro taxi. Mi portento le da la dirección al taxista y nos relajamos en la parte de atrás.

—¿Quieres contarme que tal te ha ido el día?—Me pregunta.

—Bien, mucho trabajo. Gracias a ello me han pasado las horas volando. Tenía muchas ganas de verte y darte personalmente las gracias por tu regalo. Así que gracias...—Me acerco a él y acaricio sus labios con la lengua muy despacio. Tiro de su labio inferior e introduzco mi lengua en su boca buscando la humedad de la suya. Ambos gemimos, el beso nos pone cardíacos.

—¡Joder, Alex...! Si sigues besándome así no llegaremos al restaurante—Víctor se coloca el pantalón en la entrepierna para disimular el bulto que empieza a marcarse en esa zona. Me mira condeseo—. A no ser que pasemos de la cena y vayamos al hotel—susurra provocativamente.

—¿Vives en un hotel?—Pregunto sorprendida. Él asiente— ¿Por qué?

—No será por mucho tiempo—me responde—. No has contestado a mi propuesta.

—¿Cuál?

—La de pasar por alto la cena e irnos al hotel.

—¡Oh no, señorito! Usted y yo, nos vamos a cenar, nada de sexo. Por ahora.

—Mmmm, ese por ahora suena muy prometedor.

Llegamos al restaurante, nunca había estado aquí. Ni siquiera había reparado en él. Se llama " Puerto Rico vida Rica ". Me enamoro de aquel rincón desconocido para mí hasta ahora en el mismo instante que cruzo la puerta. El color rojo de las paredes contrasta con el blanco de las mesas y el azul de los cubiertos que está sobre estas. Los tres colores de la bandera de Puerto Rico. Un joven con una sonrisa encantadora se acerca a nosotros y saluda a Víctor.

—Buenas noches, señor Rivera, es un placer tenerlo de nuevo por aquí.

—Gracias Anselmo, el placer es mío. La señorita es Alejandra, mi novia. Alejandra, él es Anselmo, el dueño de este rinconcito de Puerto Rico.

Estrechamos nuestras manos y el joven nos acompaña a nuestra mesa. Estoy tan sorprendida por la presentación de mi portento que me he quedado muda. ¿Su novia? ¿Desde cuándo? No es que no me guste la idea pero, ¿no es algo que deberíamos haber hablado primero? ¡Uf Alejandra, no sigas por ese camino que acabarás jodiendo la cena! Déjate llevar...

La mesa en la que nos han acomodado, está en un rincón del restaurante, frente a un gran ventanal que da al mar. Todo lo que me rodea es absolutamente precioso. Me fijo en los demás comensales, en los manjares que están sobre sus mesas. Todo se ve delicioso y me asombra el colorido de los alimentos. Me siento feliz de que Víctor me haya traído aquí, de que quiera enseñarme algo de su cultura. Este acto arroja algo de luz a nuestra relación permitiéndome conocer un poquito más de él. Mi portento me observa mientras yo no pierdo detalle de todo lo que me rodea.

No quería enamorarme y apareciste túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora