Prohibido Tocar - {Junhwan}

7. Irremediable Sentir

Dejo esto por aquí... *se aleja lentamente* *corre*

Perdonen si hay algún error de tipeo, lo corregiré luego c:

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    El clima estaba indescriptible esa mañana. Era de esos días en los que el viento frío te chocaba en el rostro helándote hasta los huesos, pero que, estando en el sol te daban ganas de quitarte el abrigo.

Recosté la cabeza por el parabrisas del ómnibus mirando al techo, gracias al sol que entraba por las ventanas se podían ver sombras moviéndose de un lado a otro. Me estaba empezando a marear por lo que bajé la cabeza topándome con una negra cabellera, el transporte en el que me había montado pareció leer mis pensamientos porque disminuyó la velocidad.

Su espalda era ancha y su cabello bailaba con la brisa, iba caminando en la vereda, una chica se aferró a su brazo cortándome la respiración por milésimas de segundos, el suspenso me mataba, entonces vi su rostro al pasar por su lado, era un desconocido, solté el aire que había contenido inconscientemente y me reí de mí mismo haciendo que quizás más de una persona creyera que estaba loco.

Bajé en la siguiente parada y a paso lento me aproximé a las enormes puertas abiertas espantando a algunas palomas. El lugar era enorme y lo suficientemente silencioso como para marcar el compás de mis pisadas con ecos.

Me senté un momento, como si quisiera meditarlo de vuelta, como si ya no lo hubiera hecho lo suficiente.

Tragué saliva una vez estuve en el confesionario, ya había pasado un rato desde que el padre esperaba que confesara mis pecados, pero de repente mi mente se puso en blanco, como si tuviera vergüenza, o más bien, como si creyera que no había hecho nada malo, después de que la culpa me consumiera anteriormente.

- Soy un mentiroso – confesé, el hombre al otro lado esperó a que dijera algo más – inclusive me mentí a mí mismo... El caso es... que descubrí hace unas semanas la infidelidad dentro del matrimonio de mis padres, estaba tan furioso, grité, me dejé dominar por la ira y el enojo me duró tanto, incluso el odio sigue en mí – habría creído que estaba hablando solo de no ser por la sombra entre los pequeños huecos en la madera que me mostraba a alguien asintiendo mientras me escuchaba – por coincidencia volví a toparme con la persona que se entrometió en el matrimonio de mis padres, me acerqué a esa persona con la intención de apartarla de en medio, pero... terminó agradándome... No, eso no es lo que quiero decir... Debería ser más específico – mi corazón latía con fuerza, sentía como si las imágenes me observaran y estuvieran dispuestas a señalarme con el dedo cuando lo dijera – creo... – me mojé los labios con la lengua, estaba tan nervioso – creo que me gusta. Soy un traidor ¿verdad? Porque me rogaron que no dijera nada cerré la boca, mentí... y me mataba el remordimiento, pero, terminó gustándome, de todas las personas en el mundo... justo tenía que ser... – Mi voz sonaba completamente quebrada – esa persona.

- Joven... –. El padre iba a empezar con su sermón.

- No he dicho la parte más importante... –. Titubeé antes de interrumpirlo.

- Te escucho –. Habló apaciblemente, me preguntaba cuánto cambiaría su voz luego.

- Esa persona... que me gusta, no, de la que creo me estoy enamorando... es un hombre.

Sentí cómo me miró directamente, lo sabía, me iba a juzgar, todos lo harían, ¡hasta yo lo hacía!

- Lo siento –. Me apresuré a decir en un tono demasiado alto y salí corriendo.

No estaba preparado para lo que sea que iba a decirme. Me sequé el sudor de las manos contra mi pantalón mientras respiraba entrecortadamente.

Lo había dicho. Lo admití en voz alta.