Había pasado la peor semana desde hacía mucho tiempo. Las cosas se me acumulaban: la nota misteriosa, los recuerdos de Dani, mi madre y su visita, mi ataque y sobre todo mi discusión con Axel. Le odiaba y mucho. No entendía a qué diablos venía su comportamiento pero las cosas que me dijo terminaron por trastocarme del todo. Ese jodido beso lo he recreado en mi mente una y otra vez intentando quedarme con algo bueno pero no entendía a que venía semejante arrebato. Había dejado a Laren, pero ¿la había dejado por mí? ¿Por lo que le había dicho esa mañana? No entendía absolutamente nada y sobre todo con su actitud que parecía odiarme sin dejarme explicarme. Estuve arrastrándome dos días por él, intentando hablar con él sin resultado alguno. En la cafetería se pasó de bruto. Cuando vi la rabia contenida en esos ojos esmeralda y me empujó a un lado vi que las posibilidades que había entre nosotros se habían esfumado. Me odiaba y le odiaba y eso no tenía solución. Volvíamos al punto de partida.
Pero todo cambió cuando le escuché aporrear mi puerta y gritar mi nombre a las doce de la noche del sábado. Se supone que él estaría fuera el fin de semana con Will y los chicos. Era la excusa perfecta para no tener que verle. Tuve que contarle al idiota de mi hermano las cosas en versión resumida porque no entendía por qué no iba a verle al partido. Kenzie e Iver hacía unos diez minutos que se habían ido y estaba casi durmiéndome. Habían venido a pasar la tarde conmigo porque según ellos me veían en pésimas condiciones. Comimos pizza, vimos películas y despotricamos de Axel. Fue un rato agradable. Cuando Iver trató de arrancar su coche, no iba y maldijo por dentro. Les ofrecí que se llevaran el Mini, total yo no lo iba a necesitar y aunque les costó aceptarlo, acabaron dándose por vencidos. No pueden compararme la cacharra de Iver con mi coche nuevo. Lo que no me esperaba era todo lo que vendría después.
Ver a Axel de rodillas en la puerta de mi casa y llorando es algo que tardaré en olvidar. No entendía que le pasaba y lo primero que pensé es que estaba borracho. Seguía llorando y me miraba como si fuese algo divino o vete a saber. Me arrodillé como él y me abrazó. No entendía nada de lo que estaba pasando pero sabía que necesitaba tranquilizarle. Él había estado ahí conmigo cuando me dio el ataque y sabía que tenía que devolvérselo, aunque le odiara con todas mis fuerzas. No dejaba de repetir que estaba viva y aquello me confundía todavía más. Y entonces me volvió a besar. Justo como hacía tres puñeteros días. No quería hacerlo, tenía que resistirme pero es imposible decirle que no a esos labios. Se sintió casi como la primera vez solo que en esta ocasión Axel no quería ni soltarme, como si me fuese a evaporar cuando lo hiciera. La realidad me cayó de golpe cuando me separé de él y le recriminé si iba a volver a decirme cosas que no me iban a gustar, no quería volver a pasar por eso, pero su actitud era distinta, me dijo que nunca y sus ojos estaban todavía llorando. No sé qué le estaba pasando pero tenía que averiguarlo, nunca le había visto así. Cuando me contó todo, el corazón se me paró. Menos mal que él sacó la fuerza que necesitábamos y me obligó a ir a cambiarme. Teníamos que ir al hospital.
He decidido llamar a un taxi para ir más rápido pero Axel insiste en que no. Ya no llora, algo es algo, pero se ha aferrado a mi mano y no me suelta. Todavía no sé cómo actuar con él, sus palabras resuenan en mi cabeza una y otra vez. El taxi ha aparcado en la puerta de mi casa y Axel se pone demasiado nervioso.
- No voy a subir ahí – dice casi temblando
- Tenemos que ir en taxi, el hospital está lejos Axel
- No puedo, no puedo – repite una y otra vez y su agarre es más fuerte
- Mírame – cojo mi mano libre y la pongo en su barbilla obligándole a que me mire – no pasa nada, estás conmigo, no es mi coche pero soy yo
- La historia se repite, joder no, la pelirroja..., Iver.... – se suelta y empieza a caminar de un lado a otro
- AXEL – le grito cuando lo veo más ido que nunca
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Próximo destino: Inverness (Saga: A New Life #1)
RomanceA veces necesitas un cambio de rumbo para descubrir la verdadera felicidad. Un cambio de aires es lo que devolverá a Lola las ganas de vivir. ¿Quién le iba a decir a ella que irse un año a Inverness iba a cambiar tanto su vida? Y por casualidades d...