Prólogo

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La fachada era asombrosamente alta,era de color blanco y gris. Desde el 600 azul oscuro ,mi madre se despedía de mi con una amarga sonrisa en el rostro y moviendo ligeramente su mano . No es que ella no quisiese que estuviera en Bachillerato, sólo es que ella dice que crezco demasiado rápido, ya sabéis, cosas de madres. Di media vuelta y entré por unas grandes puertas de metal color azul grisáceo, como era de esperar muchas miradas se posaron en mí, lo típico del chico nuevo. Según me habían dicho mi clase era la que estaba al final del pasillo número tres. Al llegar al centro del edificio vi tres pasillos y al no diferenciar bien cual era le pregunté a un chico pelirrojo postizo que andaba por allí. Se presentó con una sonrisa y yo por educación se la devolví, se presentó al nombre de Marcos. Me condujo por el pasillo a mi derecha y nos detuvimos justo delante de una puerta marrón, nos despedimos con un apretón de manos y me adentre en mi nuevo aula.

La habitación era color amarillo mal gastado,la pizarra del profesor quedaba paralela a la puerta,las mesas y las ventanas estaban llenas de garabatos,todos los del aula hablaban hasta que me vieron entrar y me analizaban con la mirada. Las chicas de allí dirigían sus pupilas con timidez,me observaban de reojo. Y los chicos totalmente opuestos se acercaron a mí para presentarse,eran amigables,excepto unos cuantos que se hacían los interesantes y garabateaban sus libretas.

La puerta se escuchó cerrarse de un portazo y todos guardaron silencio y se sentaron,sin embargo yo me quedé ahí de pie,esperando que el canoso señor que se encontraba en su silla me dijera dónde colocarme.

-Señor Eliot,puede sentarse ahí -con su arrugado dedo me señaló uno de los sitos del fondo cerca de la pared.Todos soltaron un gritito de horror y me siguieron con la mirada hasta que me senté. -Su compañera vendrá mañana,me han avisado de que ha estado enferma y se reincorporara mañana.

Mis nuevos compañeros soltaron suspiros de alivio y abrieron sus libros de Matemáticas . Ellos estarían muy contentos,pero yo no. Ni siquiera el profesor la había nombrado y todos temblaban como flanes,¿a qué clase de criatura me enfrentaba?¿Qué clase de persona se sentaría conmigo mañana que era hasta innombrable? Tragué saliva ruidosamente e intenté prestar atención, pero mis teorías de que fuera una psicópata que había matado a su antiguo compañero no paraba de inundar mi mente. En uno de mis intentos por intentar escribir apuntes vi escrito en la mesa 《Diablo》.Mis vellos se erizaron y me dije a mi mismo que esa tarde haría mis memorias.

Me Enamoré del DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora