Llegamos a casa y todos estábamos cansados, nadie dijo ni una palabra, se mascaba tensión en el ambiente.
Bajamos del coche, mi madre sacó las llaves de casa, pero mi padre le cogió la mano y se puso el dedo en la boca, indicando silencio; se acercó a la puerta y pudo ver que estaba entreabierta, la abrió silenciosamente, mientras nos hacía señas para que nos pusiéramos detrás suya.
Entramos poco a poco, no noté nada extraño.
Derepente, salieron varias personas de la nada, ninguna llamaba especialmente la atención, parecían totalmente normales, excepto la chica. Era rubia, alta, con la tez pálida; sus ojos, eran fríos y tenían un color rojo que nunca antes había visto en nadie, su mirada era fría como el hielo y su media sonrisa mostraba maldad. Los hombres que iban con ella se quedaron a una distancia suya prudencial, y con la mirada baja, lo que mostraba que la respetaban, o se hacía respetar.
Miré a mis padres, estaban tensos, con los músculos preparados por si alguien hacía cualquier movimiento. Pude escuchar los latidos de su corazón, que cada vez eran más rápidos. Por su reacción, supuse que nada bueno venía de la gente que nos visitaba.
La mujer se preparó para hablar:
-Relajaos, no pasará nada siempre que colaboréis, ¿verdad chicos?- Estos simplemente asintieron, mientras sonreían.
-Sabemos que uno de los míos ha creado un híbrido. ¿Quién es el afortunado?- Miró a padre, parecía que la chica se divertía con la situación.
-Aunque debería decir afortunada- Remarcó la última palabra al decirlo, y miró hacia dónde mi hermana y yo estábamos.
Sus colmillos crecieron y el rojo de sus ojos se volvió más brillante, corrió hacia mí, aunque no la sentí tan rápida, me dió tiempo a reaccionar, poniéndome detrás de mi padre, el cuál había sacado las garras; su cara se volvió parecida a la de un lobo y se avalanzó sobre la chica, directamente al cuello. En ese momento, sus compañeros se avalanzaron sobre mi padre.
Mi madre había desaparecido, pero volvió con armas, cuchillos, pistolas; de todo.
Sara se avalanzó sobre un chico que venía a nosotras y peleó, parecía como si hubiese salido de una película, lo hacía muy bien para ser la primera vez que se pegaba con alguien.
Vinieron dos hacia mí y me puse en posición de lucha. Me sentí más rápida y agil, por lo que pude esquivar cada uno de los ataques de mis oponentes.
Arañé a uno en el cuello, y en cuanto vi la sangre, el tiempo se paró; noté que la boca me salivaba, me tiré sobre su cuello sin poder controlar la sed que me corría por dentro.
En cuanto noté que su cuerpo ya no tenía vida, me giré hacia su compañero, el cuál me miró asustado. Noté como latía su sangre, corriendo por las venas y no pude evitar que la sed volviera a mí; me estaba descontrolando y quería parar, pero mi cuerpo actuó solo y me alimenté del muchacho, dejándolo sin vida.
Me encontré con la chica rubia mirándome, mi padre estaba a un lado, inconsciente. Cabreada, fui hacia ella.
-Soy Nicole Ruiz, guapa. Has matado a dos de los míos y no voy a ser estúpida como para quedarme aquí. Sé perfectamente que puedes conmigo; pero acuérdate de mi nombre, los híbridos siempre han sido bichos malos y no voy a permitir que se vuelvan a alimentar de mi gente. Miráte las espaldas, quedas advertida.
Desapareció de mi vista, pero yo estaba extrañada, había hablado en plurar, como si hubiese más de uno... seguramente era una forma de hablar, pero yo no me quedaba tranquila.
En cuanto se fue Nicole, los vampiros que quedaban se fueron tras ella como perros falderos que eran. Levanté la cabeza en busca de mi padre, esperando que se hubiese levantado, pero seguía en el suelo, mientras un charco de sangre crecía a su alrededor.
Mi madre lo puso boca a arriba, y vió que tenía un arañazo que recorría su garganta; le zarandeó en busca de respuesta, pero no se movió. Me temí lo peor.
Sara me miró preocupada, sin saber que hacer. Me acerqué a él y le di un puñetazo en la cara, a lo que mi hermana y mi madre les causó una extraña sensación, pero funcionó, mi padre gruñó, como un animal herido.
-Alex, los vampiros pueden curar si se toma su sangre. Puede que funcione.
Me mordí en la muñeca, temerosa por si me infundía dolor, pero para mi sorpresa, apenas noté un ligero pinchazo. Le acerqué la muñeca ensangrentada a mi padre, el cuál tomó mi sangre sin pensarlo.
No pasaron ni cinco minutos y mi padre ya se veía como nuevo, como si nada hubiese pasado.
Sara y mamá se curaron las pocas heridas que tenían en brazos y piernas y yo, recogí la casa, que estaba patas arriba, sin darme cuenta de que los dos cuerpos habían desaparecido.
Cuando estuvimos todos de vuelta al salón, mi padre tomó la palabra:
-Parece ser que ya se sabe que eres un híbrido. La manada se reúne mañana, te llevaré conmigo y te los presentaré, a todos.
Le contesté con un simple asentimiento de cabeza; estaba cansada, el día había sido largo y quería poner en orden mis pensamientos. Me dispuse a irme a mi cuarto cuando mi madre dijo:
-Alex cielo, ¿estás bien?
-Sólo estoy cansada...
-Eva, no le hagas caso, está mintiendo.- Miré a mi padre extrañada, ¿cómo sabía que le estaba mintiendo?, ¿me leía la mente?
-No me mires así. Escucho tus latidos y cuando mientes, van más rápido.
Suspiré, no tenía ganas de hablar. Esa chica...
Cuando la miré a los ojos, vi una oscuridad profunda, ira, como la que tiene un toro embrabecido. Había visto la maldad en estado puro, la cual se extendía por toda su alma. No quería volver a ver nada igual, y menos hablar de ello.
A pesar de que mis padres intentaron convencerme para que les explicara mi estado de cansancio inusual en alguien de mi especie, subí a mi cuarto; allí me tumbé en la cama y cerré los ojos, pero esa oscuridad, ese vacío, parecía perseguirme.
Pensé que necesitaba aire, refrescarme y dar un paseo, así que salí por la ventana, de un salto.
En la calle me crucé con todo tipo de personas, pero cuando las miraba a los ojos, no veía sólo el color de estos, o la forma con la que miraban; podía ver más allá.
Había algunos, que infundían terror, un color casi negro; otros tristeza, con un color gris, el cuál me hacía sentir miserable.
No me sentía cómoda, sólo quería dejar de ver dentro de los demás, dejar de ver y sentir lo que ellos sentían. Era agobiante.
Cuando ya no pude más, volví a casa y me metí en la cama, queriendo adentrarme en un profundo sueño.
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HÍBRIDO
WerewolfAlex tiene 16 años, es una chica extrovertida y amable, estudiosa y con una familia que quiere y respeta. Un día, un vampiro la convierte en uno de ellos, sin saber que tiene sangre de hombre lobo. Es convertida en híbrido, un ser que antiguament...