HÍBRIDO

CAPITULO 9

Nicole rió y dijo:
-Parece que has traído a dos perritos contigo.
Jesús gruñó y vi como sacaba las garras. Tragué saliva, sabía que aquello no acabaría bien.
Eddie apenas podía respirar, pero su hermano se avalanzó sobre Nicole y ésta le soltó.
Corrí hacia Eddie para comprobar cómo estaba mientras que Jesús y Nicole peleaban; parecía estar bien, así que me giré para ayudar a Jesús como pudiera. Justo en ese instante, Nicole le tiró a por los aires y cayó sobre la encimera, rompiendo los platos que había encima. Me miró sonriente y se lanzó a por mí, pero fui más rápida y le pegué un puñetazo en la cara, acto seguido, ella sacó un cuchillo de la parte de atrás del pantalón e intentó clavármelo en el estómago, intenté desviar su mano, aunque no me funcionó muy bien, ya que me lo clavó en el hombro. Pegué un pequeño grito y vi como mis colmillos empezaron a crecer. Con el mismo cuchillo me dió una puñalada en el estómago, que no pude esquivar, y giró el arma. Noté cómo el corte se extendía y se profundizaba, haciendo que el dolor fuera cada vez mayor. Derepente, mis huesos empezaron a crugir y por extraño que parezca, no me dolió. Mi altura cambió, y pude observar como las manos se convertían en patas en una fracción de segundo.

Era una loba, grande y fuerte, mi cruz podía medir perfectamente un poco mas de metro y sesenta y si me ponía a dos patas, era incluso doblaba la altura que la mujer rubia que había allí. Me sentía salvaje, no sabía que hacía en esa casa.
Le gruñí tan fuerte, que puso sus manos sobre los oídos, intentando protegerse del gran estruendo. Di un paso al frente, poniéndome entre unos chicos y la mujer, sentí que debía protegerlos; ella me miró con miedo; sacó un cuchillo, dispuesta a clavármelo. Olía el temor que emanaba de los poros de su piel. Se preparó para atacar, pero antes de dejarla reaccionar le di un bocado en la mano, notando como crujían sus huesos, haciendo que soltara el arma. Volví a gruñir "corre y vete" pensé mientras la miraba a los ojos. Salió corriendo por la puerta de la cocina.
Miré a los chicos, uno de ellos, el más joven, tenía miedo, el otro, parecía estar sorprendido.
El joven se levantó y me puse algo tensa, quería irme de allí, pero el mayor adivinó mis pensamientos y bloqueó la puerta. Habló en un idioma que sólo los humanos entienden y sacó un aparato que ellos utilizan para hablar con alguien que no está cerca.
Escuché unos pasos, el latido del corazón acompasado de alguien aparentemente tranquilo. Entró un hombre por la puerta. Todos allí olían a lobo, pero ¿por qué no había ningún lobo?
Al hombre pareció cambiarle algo, se transformó poco a poco en un lobo. Eso era extraño, muy extraño. Su olor me era familiar, aunque ¿cómo fiarme de un lobo que puede cambiar de forma?
Una corriente eléctrica activó mi cerebro, haciéndome entender que podía confiar en el lobo negro. Papá.
Los chicos se pusieron detrás de él, que hizo un movimiento de cabeza, señalando la puerta. Los dos salieron con cuidado.
"Papá" Pensé. El lobo pareció darse cuenta, se acercó a mí sigilosamente. Era grande, tanto como yo, pero iba con un paso más dominante.
Me lanzó un pequeño gruñido y se paró justo delante mía, en posición dominante, yo le respondí con otro gruñido y eché las orejas hacia atrás.
Se dió la vuelta y salió por una puerta, le seguí y entramos en lo que parecía ser un salón, después volvió a salir por otra puerta, que daba a un jardín al que las personas considerarían grande.
En ese momento entró una chica, que se acercó al lobo y le acarició el lomo, acto seguido, se acercó a mí, pero yo me alejé desconfiada. Su olor me era familiar, pero no confiaba en ella, así que cuando siguió acercándose, le gruñí con fuerza, pero el lobo negro se interpuso entre nosotros, gruñiendo aún más fuerte. Quería irme ya, sabía que aquel gran lobo era conocido y confiaba en él, pero me hartaba su estado permanente de superioridad y dominancia.
Cuando echó la cabeza para atrás y miró a la chica, aproveché para salir de allí; salté la valla y corrí, sin rumbo.

Al poco tiempo, me encontré en un gran olivar, y me sentí atraída hacia una casa quemada, que tenía un gran árbol a su lado, en el cuál, estaba la mujer rubia, con algo blanco que le cubría la mano.
Sacó sus colmillos y vino hacia mí con toda su fuerza, pero contraataqué con un zarpazo que la tiró al suelo. Se levantó e intentó darme otra vez, pero le mordí la otra mano, haciéndola pedazos. Noté su sangre en mi boca y mi instinto lobuno me dijo que terminase mi faena y la matase, pero un ruido y un olor extraño hizo que me diera la vuelta.
Un hombre lobo estaba de pie detrás mía y no dudó en atacarme. Me defendí cómo pude de aquella mujer y aquel hombre, pero los dos eran fuertes y yo no tenía práctica.
El lobo negro apareció justo en el momento en el que recibí un gran golpe en la cabeza, quedando insconciente.

Cuando desperté, estaba en la cama; mi padre, sentado en una silla junto a mí, se había quedado dormido, pero en cuanto abrí los ojos, él se movió al mismo tiempo que despertaba.
-¡Laura, ya se ha despertado!
La profesora vino corriendo y dijo:
-¿Cómo te encuentras?
-Muy bien- Respondí alegre.
-¿Qué recuerdas de ayer?
-Mm... Nicole apareció en la cocina, tuvimos una pelea... me...me...salieron... ¿patas?- Miré a Laura confusa, no lo recordaba muy bien.
-No te preocupes, es muy normal que en las primeras transformaciones no recuerdes nada, ya que tu cerebro no está acostumbrado, pero irás aprendiendo.
Laura salió fuera a hablar con mi padre, me enteré de casi todo, pero era bastante aburrido. Sólo hablaron del instituto y que ya había faltado una... ¿semana y media? Tenía que volver ya.
Toc, toc.
-Pasa...
Eddie entró corriendo y riendo:
-¡Alex!
Me dió un abrazo y se sentó en la silla que mi padre había dejado vacía.
-Nos salvaste a mi hermano y a mí...
Entró Jesús e interrumpiendo a Eddie dijo bromeando:
-Yo lo tenía todo controlado...
-Pero cállate que estoy hablando- Su hermano le miró enfadado, pero no pudo aguantar con esa cara mucho tiempo y acabó soltando una risilla tonta.
-¿Cuánto tiempo llevo en la cama? He escuchado que llevo una semana y media faltando a clase, pero no llevo tanto tiempo convertida...
Los dos se miraron y Jesús empezó a hablar:
-Tu padre te encontró peleando contra Nicole y caíste al suelo así derepente... como si alguien te hubiese golpeado, pero tu padre no vió a nadie...
-¿Y...?
-Llevas dormidita una semana- Rió Eddie.
Me quedé con la boca abierta, había estado toda una semana medio en coma.
Jesús rió y me dijo:
-Vampirita, han pasado muchas cosas mientras no estabas jeje.- Me guiñó el ojo y sonrió picarón, pero no pillé lo que quería decir, hasta que entró Sara y ella le dijo bromeando:
-Dejarnos un momento, tenemos que hablar cosas de chicas...- Los dos se fueron y mi hermana empezó a hablar.
-Jesús es un encanto, a mi no me gusta ehh, que sólo somos "amigos", nada serio...- Rió de forma que me dió a entender que eran una especie de amigos con derechos, así que fuí al grano y pregunté:
-¿Qué habéis hecho?
-Nada, hija. Sólo han sido besos, que nos conocemos de una semana...
La miré enfadada.
-¿Te has puesto celosa?- Sonrió con maldad.
-Claro que no.
-No te creo...- Rodé los ojos. Por supuesto que no estaba celosa, es sólo que no me gusta que nadie se acerque a mi hermana. Soy protectora con ella y ya está.
Sonreí a mi hermana y me levanté. Busqué a Jesús, no fue difícil encontrarlo, estaba comiendo en la cocina.
Me acerqué a él y le miré fijamente.
-Sé que lo que tenéis mi hermana y tú no es nada importante, algo entre amigos, pero sé cómo va a acabar, así que cuidadito.
-¿Estás celosa vampirita?- ¿Por qué pensaban que estaba celosa? No me gustaba, además, estaba mejor sola.
Iba a contestarle, pero mi madre entró en la habitación.
-Mañana es miércoles, hay clase, así que hay que levantarse temprano.
-¿Y si vuelvo clase el lunes que viene?- Puse cara de cachorrito, pero no funcionó y volví a mi cuarto para preparar las cosas del día siguiente.