Capitulo 12. Melani Reyes (2/2)

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Acaso en aquel amor había no poco de egoísmo. Suele el egoísmo tomar las formas las formas más extrañas y singulares: El halago de la vanidad, la ostentación de la riqueza, el orgullo de la hermosura, la vanagloria del dinero, cuanto de alguna manera da al espíritu algo que real o aparentemente le hace feliz.

— Rafael Delgado.

"Feliz cumpleaños a ti, feliz cumpleaños a ti, feliz cumpleaños querido Víctor, feliz cumpleaños a ti". Todo el mundo coreaba al rededor del gran pastel de chocolate de dos pisos que habían comprado mis padres para mi tan grandiosa fiesta. Y mientras lo hacían yo no sabía que cara poner o que hacer, y bendito sea quien si sepa que hacer en situaciones así. Uno no sabe si sentir vergüenza u orgullo. Hay gente que siente ambas, pero definitivamente yo sentía vergüenza. Pronto la estúpida cancionsita termino y todos los invitados comenzaron a aplaudirme y corear mi nombre. En ese ambiente de risas y aplausos mi mamá comenzó a repartir una rebanada de pastel a cada invitado, con la ayuda de la madre de Abel y mi tía , la hermana de mamá (quien no había visto en diez años).

A dicha fiesta había asistido mucha gente. Familia, algunos compañeros de clase, la doctora Miriam, algunos conocidos de las terapias, Ana, la madre de Ana, Isabela, Misra y su novia (yo no sabía que tenía novia, jamás me dijo nada la maldita y me hizo sentir como una mierda cuando la vi ese día ¡El día de mí fiesta de cumpleaños!), Abel y sus padres, entre otras personas, las cuales no conocía, supongo que eran amigos de mis papás o de Aaron o algo así. Como estaba molesto con Misra ¿Y cómo mierda no? no me acerque a ella en ningún momento, lo cual parecía no importarle y eso me hacía enojarme más. Pase de largo para acercarme a Abel, lo que también fallo, porque el maldito estaba coqueteando con mis compañeras de clases y ni siquiera volteo a verme. Y cuando por fin se digno a hacerlo solamente me miró y me sonrió, le hice una seña con el dedo de en medio, soltó una carcajada y volvió a lo suyo, me aleje disimuladamente en busca de compañía, después de todo, no estaba bien que el cumpleañero estuviera solo y amargado. Claro que era obvio que no iba a acercarme a mi hermano que se estaba besuqueando descaradamente con Ana, nunca me ha gustado ser mal tercio, y mucho menos cuando se trataba de mi hermano menor. Por fin vencido, me senté en una cilla plegable vacía y comencé a beber el refresco que me había servido un momento antes. De vez en cuando le sonreía a las personas o entablaba pequeñas conversaciones con las personas que se me llegarán a acercar, pero nunca duraban más de diez minutos, pero servían para entretenerme.

No soy una persona que se caracteriza por ser divertido o el "alma de la fiesta", bueno aunque ya ebrio cualquiera es el alma de la fiesta, pero en ese entonces ponerme pedo no era una opción. La aburrición me carcomía y las platicas casuales con mis tías me estaban volviendo loco. Estaba al borde de la desesperación cuando se acercó a mí aquella chica delgada, con cabello largo, sujetado en un par de trenzas, con anteojos y brackets que decoraban a una hermosa sonrisa que se volvió tan importante para mí. Aunque en ese momento no lo sabía. No tenía ni puta idea de lo que significaría esa chica con todo y su metálica sonrisa para mí.

Melani Reyes, iba a la misma escuela que yo e incluso estaba en mi clase, aunque como siempre fui tan antisocial, jamás le dirigí la palabra hasta ese día. Se sentó a mí lado y no dijo una palabra por un buen rato. Me levante para servirme un poco más de refresco y aproveche para servirme uno de los Hot Dog que mi papá estaba preparando. Cuando volví para sentarme de nuevo, la chica comenzó a mirarme comer, me sentí extraño, pensé que quizá le daba pena pedir comida, me levante de nuevo, tome otro hot dog y se lo dí. Me miró con cierto desconcierto por un momento y después comenzó a agradecerme con avergonzada y con movimientos exagerados con la cabeza. Ante tal gesto comencé a reír y me senté de nuevo a su lado. Note un leve sonrojo por parte de la chica, me puse un poco nervioso y le sonreí con cortesía. Tome mi comida de vuelta y comencé a comer de nuevo.

Víctor contra Victoria. |La historia de un tránsgenero|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora