Capítulo 18. Lost.

350 43 17
                                    

Ser o no ser, esa es la cuestión... Sí es o no esta nobleza del pensamiento para sufrir los tiros y flechas de la desdichada fortuna, o para tomar las armas de un mar de problemas y darles fin con firmeza. Morir... Es dormir... No más. Y con un sueño decidimos el final. Los dolores del corazón y las miles de aflicciones naturales que nuestra carne hereda se acaban. Este momento sería deseado devotamente. Morir, es dormir... Y dormir tal vez soñar.

— William Shakepeare.

Por primera vez en mis 18 años de vida sentí como cada pedazo del mundo se me venía en sima. Ver a mi amigo destrozado fue tal vez lo más duro que he presenciado. Abel no dejaba de gritar el nombre de su amante. El anciano que lo acompañaba, lo tranquilizaba con leves caricias en el hombro. Yo me quede completamente inmóvil a su lado. No me atrevía a mediar palabra alguna, estaba al borde de las lágrimas.

Nuestros padres entraron a la habitación sin que nos diéramos cuenta, Joel, se posiciono al lado de su hijo y al ver la desgarradora escena también se rompió.

Ambos hombres llorando como niños, se hicieron compañía. Abel se aferro a su padre y lo abrazo con fuerza, aún en el suelo. La madre de mi amigo soltaba lastimeros sollozos que desgarrarían a cualquiera. Mi padre extendió sus brazos hacía a mí. Se dio cuenta de mi latente desesperación. Me levante precipitadamente y me lance a sus brazos. También lloré.

La policía llego 20 minutos después del doloroso suceso. Registraron la casa. Sara se encargo del cuerpo de Lupe. Le hizo algunas preguntas a Abel y salimos juntos del aterrador lugar.

-¿Se da cuenta señor, que su hijo consumía estupefacientes? No puedo dejar pasar esto. Mi intención no es perjudicar a nadie. Pero real mente necesita hacer algo con el chico, antes de que se vuelva un peligro para la sociedad o peor aún, termine como su amante. —Sentenció Sara con la misma autoridad que la caracterizaba. Tomo sus cosas, le dio un aprentón de manos a Joel y salió de la casa de mi amigo.

-¡No me importa nada! Por fin estás en casa Abel, estoy tan contento. —Joel se aproximo a mi amigo y le dio un abrazo.

-Lo siento papá, siento todo el mal que te he hecho. Pero no me puedo quedar aquí. En primera yo no pedí que me buscarán. Quiero ser libre. —Abel se secó las lágrimas y giro su vista, para evitar la de su padre.

-¿Qué dices? —Joel se veía completamente desconcertado.

-¡Qué no quiero estar aquí! ¡Mierda! ¡Odio esto! Quiero estar a su lado. Quiero estar con Lupe el resto de mi vida. No quiero vivir. —Los gritos del muchacho inundaron cada rincón de la gran casa. Me aferre a los brazos de mi papá como un niño pequeño, me asustaba verlo así y lo peor de todo, es que me sentía culpable.

-¡No digas estupideces hijo! Tienes que vivir —Joel tomo entre sus manos el rostro de mi amigo y lo miro directamente a los ojos. —No digas estupideces... mereces vivir, tienes que vivir. No sé que haría yo sin ti. Piensa lo que estas diciendo.

-Abel... —Me acerque a él un poco temeroso. No sabia que decirle o por donde empezar. Como siempre mi mal habito de buscar las palabras adecuadas salía a relucir en los momentos menos esperados.

-¡Cállate traidor de mierda! —Me frene en seco al escuchar lo que acababa de salir de la boca de mi amigo. —¡No! Traidora de mierda. Rara, anormal. Jamás en tú puta vida serás más que yo.

-¡Abel! —El padre de mi amigo intento frenar la furia de Abel. Pero fue imposible. El se puso en frente mío y cuando nuestras miradas se cruzaron, pude ver una mirada llena de odio.

-¿Qué pasa marimacho? ¿Te duele lo que estoy diciendo? ¡Espero que sí! ¡Espero que te sientas tan mierda como yo! ¡Que todo lo que amas se desvanezca! Espero que sientas lo mismo que yo. —Abel apretaba su quijada haciendo más mordaz cada frase que soltaba.

Estaba tan desconcertado por lo que escuchaba, que no podía logre responder.

Agache la mirada, mordí mi labio inferior y comencé a llorar.

Mi padre me tomo por los hombros atrayéndome hacía él.

-¿Por qué no dices nada Victoria? ¿Por qué no me respondes? —Seguía diciendo Abel, pero esta vez sus palabras venían acompañadas por un senil llanto.

Joel tomo a su hijo de los brazos, lo volteó y después lo abofeteo.

-Por favor Víc. Perdona a este idiota. —Me dijo.

Abel se quedo desconcertado con aquel golpe y se fue corriendo a su habitación.

Lo último que pude ver de mi amigo, fue su cuerpo corriendo veloz mente hasta su habitación. Sin mirar atrás.

Han pasado cuatro meses de lo sucedido. Ingrese en la universidad que quería sin problema alguno. Salía con mi novia, con mis amigos y no faltaba mucho para comenzar con mi tratamiento de hormonas. Mi vida estaba siendo como siempre, tan normal.

Pero por alguna razón las palabras de mi amigo seguían tatuadas en mi alma.

-¿Qué pasa marimacho? ¿Te duele lo que estoy diciendo? ¡Espero que sí! ¡Espero que te sientas tan mierda como yo! ¡Que todo lo que amas se desvanezca! Espero que sientas lo mismo que yo.

Lo último que había sabido de mi amigo, fue que lo anexaron en una asociación, de rehabilitación para jóvenes adictos.Pero nada más.  No lo había visto ni una sola vez. Mis padres estaban molestos con él por lo que me había dicho, pero Aaron y yo sabíamos la razón, se sentía perdido porque creía que nadie lo comprendía más que Lupe. Pero nosotros si le comprendíamos. Incluso habíamos intentado verle durante un largo mes, sin éxito alguno. Aveces los padres de Abel nos platicaban sobre su situación. Cuando nos visitaban o cuando iba a entrenar. Sabía un poquito de él.


Había veces que recordaba el día en el que lo conocí.

-¿Qué clase de deporte practicas? –Me pregunto tomando asiento en el pupitre de enfrente, y se acomodó de tal modo que pudiera recargar el mentón en el respaldo.
-No lo sé. –Le dije sin despejar la vista de mi revista.
-Mi favorito es el boxeo. Mi padre es un ex campeón de box, peso mediano. Ahora es dueño de un gimnasio y entrena a algunos chicos. –Lo mire expectante, su rostro estaba lleno de orgullo, me hizo desear practicar boxeo.
-Bien muchacho, tienes mi atención. –Cerré mi revista y recargue el mentón en una mano.
-¿Muchacho? Mi nombre es Abel, hemos estado en el mismo grupo durante medio año ¿Y no sabes mi nombre? –Su expresión fue más bien de incredulidad, me eche a reír.
-Bien Abel ¿Tú padre entrena señoritas? –Le pregunte mientras sonreía.

Y sin previó aviso, de mí interior salía una tierna sonrisa, anhelante.




Hola!!! Otro capítulo más :3. Espero que les guste. Tabién espero sus votos y comentarios. Me hacen muy feliz saber que es lo que piensan de mi fic. Muchas gracias por leerme y si llegaron hasta aquí ¿Quien es su personaje favorito y a cual odian más? xD Yo odio a Lupe :'v (pero no pensaba matarla) xD

Víctor contra Victoria. |La historia de un tránsgenero|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora