Capitulo 8. Antisocial.

445 50 19
                                    

Me enamore tanto de su forma de ser que ya no sabía que más hacer para protegerla.
Mi vida transcurría no por el paso del tiempo, sino por el sonido de sus risas y la madurez de su voz. Mi niña pronto se hacía una mujer.
-Cecilia Rodríguez.

Al llegar a casa, note completo silencio. Mis padres no me habían dicho que saldrían y de haber sido otras las circunstancias, tal vez me hubiera preocupado. Contraria la situación, sentí un alivio tan grande que agradecí a Dios (De verdad que lo hice) y antes de dirigirme a mi recámara subí veloz mente las escaleras, buscando el calor de una mano amiga.
— ¡Aarón! — Grite con todas mis fuerzas (apuesto que hasta los vecinos escucharon aquel aullido). Al no escuchar respuesta mi corazón latió aún con mayor intensidad ¿Tal vez la vida me odiaba y no quería que tuviera algún tipo de consuelo por el probable pecado que acababa de cometer?
Entre efusivamente en su habitación. El traía puesto los auriculares y se encontraba profundamente dormido. Lo cual no me importó en lo absoluto y me lancé en sima suyo sin pensármelo dos veces.
Mi hermano soltó un sonoro quejido de dolor al tiempo que se retorcía en la cama.

— ¡Mierda Víctor! ¡Qué carajos te pasa! — Me aventó, provocando que cayera, me levante restándole importancia al dolor de trasero que me había provocado lo tome por los hombros obligándolo a mirarme.

Aarón se quedó boquiabierto cuando por fin se percató de tan radical cambio y cuando por fin pudo recobrar el aliento se incorporó en la cama y me miró expectante.

— ¡Te ves genial Vic! — Me dijo con completa sinceridad. Solté un suspiro de alivio.

— Y me siento genial. — Dije triunfante.

— Peri mi papá te va a matar. — Aarón se encogió de hombros.
— Lo sé idiota y me muero de miedo. — Me recosté en la cama y me tapé la cara con una de sus almohadas. — Pero... ¿Qué debería hacer?
— ¿Hablar? — Mi hermano se mordió el labio al pronunciar esa última palabra.

Ambos suspiramos, teníamos ante nuestra joven vida un dilema con el cual no sabíamos cómo tratar y después de un silencio de aproximadamente cinco minutos, me decidí a hablar.
— Ana me presento a su prima, su nombre es Misra.
— ¿Y? ¿Te gusto?
— No lo sé. — Me encogí de hombros. Y es que en realidad no estaba seguro si la chica me gustaba o no. El beso sí que me había gustado, después de todo, había sido mi primer beso.
— Ana es una buena chica.
— Si lo es. ¿Te gusta? — En mi rostro se dibujó una gran sonrisa.
— Creo que sí. Pero tengo miedo de parecerle un muchacho inmaduro.
— No te preocupes, no se lo pareces. Misra me dijo algo...
Aarón se quedó en silencio, expectante.
— Me dijo que tal vez soy transgénero.
— ¿Qué es eso?

— Según Misra es como nacer en el cuerpo equivocado.

— Sí, si lo eres.

— Lo sé.
Ambos tomamos una bocanada grande de aíre, nos recostamos de nuevo en la cama y cuando por fin estábamos tranquilos, escuchamos sonidos provenientes de la parte de abajo. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Mis padres habían llegado.

Ambos tragamos saliva. No teníamos idea de lo que estaba a punto de suceder. Y saben lo que dicen de la incertidumbre, siempre le tememos a lo que no conocemos.

Temerosos de nuestro destino (Oh más bien el mío) bajamos las escaleras para por fin encontrarnos con nuestros padres. Ambos se encontraban en la cocina, lo supimos porque de ahí provenía el ajetreo. Nos acercamos sigilosamente, Aarón iba adelante, yo decidí que era mejor ocultarme detrás de mi hermano.

Pero como es natural, nada es para siempre y yo no podía mantenerme oculta toda la vida detrás de Aarón. En cuanto asomé la cabeza por la puerta, pude ver a mis padres acomodando despensa en la alacena, mi hermano los saludo como normalmente lo hacía y se dispuso a ayudarles a acomodar los diferentes artículos que se encontraban sobre la mesa.

Mi madre volteó a verme, seguramente para reprenderme por no ponerme a ayudarles, pero en cuanto me vio tiró los paquetes que tenía en las manos al suelo. Se quedó con la boca abierta y sin palabras. En ese momento, estaba seguro que tenía que darle una explicación pertinente antes de que comenzarán a llover chingadazos, pero de mi boca no salían palabras. Solamente estúpidos balbuceos.

— ¡Adrián! Quiero que mires lo que ha hecho tu hija. — Dijo mí madre y en ese momento su expresión había cambiado de una mujer muy sorprendida a una madre muy molesta.

En cuanto mi padre volteó a verme sentí que el alma se me salía del cuerpo, me miró de arriba hacia abajo y después volteo la vista hacía mi madre. Era difícil decir si estaba molesto o no porque se tardó unos diez minutos en hablar y cuanto por fin lo hizo no fue tan grave como pensé, aunque lo peor vino después.

— ¡Te ves hermosa! — Fue lo primero que salió de su boca, una sonrisa de alivio surco en Aarón y en mí.

— Gr...gracias. — Alcance a decir aun dudando de la veracidad de los hechos.

— ¡No digas tonterías! ¡El cabello de mi hija! — Seguía diciendo mi madre. Se acercó a mí y me miró con furia. — ¿Sabes cuánto trabajo me costó cuidarte el cabello Victoria?

— Perdón. — Dije taciturna.

Al parecer mi fingido arrepentimiento sirvió de algo, la mujer suspiro y me rodeo la cabeza con un brazo, para después acercarse a mí.

Y entonces creí que, dados los hechos, era el momento para decirles que era diferente. En cuanto me despegué de mi madre, me dispuse a ayudar a mis padres acomodar la alacena, nos tardamos alrededor de veinte minutos ¡Por qué ellos siempre compran demasiado! Al terminar les pedí de favor que todos nos reuniéramos en la sala, Aarón y yo cruzamos miradas por un efímero momento. Nuestros padres notaron lo inseguro que estaba y accedieron de inmediato.

Cuando por fin estuvimos todos reunidos en la sala, de nuevo ladeé la cabeza en busca de las palabras adecuadas (Siempre he odiado ese defecto mío. El no poder encontrar las palabras adecuadas en el momento exacto es una mierda.)

— Creo que hay algo que deberían de saber, pero les pedimos tener una mente completamente abierta. — El primero en romper el silencio fue mi hermano. De nuevo salvándome de mi falta de tacto con respecto a cosas serias.

— ¿Qué sucede hijos? Nos están asustando. — Dijo mi padre al tiempo que volteaba a ver a mi madre.

Quiero decir algo antes de continuar contando mi historia. Ese día se quedó marcado en mí como ningún otro. El día en el que por fin me desate de todas las ataduras que me mantenían confinado, esas ataduras que no me dejaban ser, por fin Víctor estaba a punto de ser libre y crecer como debería de haber crecido un hombre.

Paramí tal vez sea lo mejor del mundo, porque en mis años de vida, he conocido amuchas personas como yo. Muchas de estas personas fueron aceptadas por susfamilias desde que eran apenas unos bebes, otras (como en mi caso) tuvimos quedarnos a la difícil tarea de hablar, porque — como ya lo he mencionadoantes— Mis padres tal vez no sequisieron dar cuenta de lo que era obvio y para ellos fue difícil asimilar loque por años intentaron ignorar. Yo nunca fui Victoria. Yo soy Víctor

Creo que en este capitulo hubo un error. 

Wattpad coloca el capitulo en medio, o sea, no después del capitulo 7. Creo que ya lo arregle. Oh por lo menos eso espero. Si no, díganme por favor. 

Víctor contra Victoria. |La historia de un tránsgenero|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora