Capitulo 14. ¿Quien eres?

427 40 8
                                    

—¿Aún no os habéis dado cuenta, señor Darnay, de que continuáis perteneciendo al mundo terrestre?
—Estoy sumido en una confusión espantosa con respecto al tiempo y al espacio. Pero, de todos modos, me doy cuenta de eso.
Charles Dickens.

Por suerte para mí, la directora le tenía mucho aprecio a mi padre, tanto que permitió que terminará mi penúltimo semestre, para así poder inscribirme en otra preparatoria para el último, pero ni todos los Dioses me salvaron del regaño que hubo después.

Jamás había visto a mi padre tan molesto, falto poco para que me golpeara, menos mal que  no lo hizo, me castigaron sin salir, sin fiestas, sin amigos y sin novia. No me obligaron a terminar con Melani, pero falto casi nada.

Como real mente me dolía la frialdad de mi papá, decidí demostrarle que no había cambiado. Ellos me habían apoyado tanto y ¿Cómo les estaba pagando? Incluso mi hermano se molestó conmigo, pese a que Ana le insistía infinidad de veces que el de la culpa no había sido yo.

Decidí retomar los estudios, y para cuando fue momento de presentar todos los exámenes de recuperación, salí tan bien que padres ya no encontraron quejas referentes a la escuela.
Ahora lo difícil iba a ser encontrar una nueva preparatoria en la que me aceptasen en el último semestre. Tratamos en todos los colegios de paga habidos y por haber. Pero en todos me rechazaron después de la pregunta ¿Por qué decidiste cambiarte de escuela? ¡Pero qué mierda! No estaba buscando empleo señores.
Al escuchar la respuesta, me descartaban al instante.
Pero un día Joel —El padre de Abel— le menciono a mi padre la escuela de su hijo.
-Es de gobierno por supuesto, pero ahorrarás en nuevo uniforme. —Mencionó mientras ambos hombres disfrutaban de una cerveza en nuestra casa.
-Creo que te tomaré la palabra, si no mi hijo se quedara sin escuela y tendrá que repetir año. —Mi padre se rasco la nuca. Y yo los observaba atentamente, tenía ganas de beberme una cerveza, pero aún era menor de edad.
-Si quieres puedo llevarte mañana con el director. Es buen amigo mío, entreno a su hijo tres días por semana.
-Te lo agradecería mucho.
(***)

Al día siguiente mi padre se fue desde muy temprano a esa nueva escuela para inscribirme. Todo salió de maravilla, el director del lugar ni siquiera pidió verme.
Oficial mente estaba inscrito en el colegio de mi mejor amigo, a quien por cierto no había visto en semanas.
El maldito se había conseguido una novia, que jamás se había dignado a presentarme, sus fiesta y borracheras aumentaron y como su padre era del tipo "ya está grande, el sabe lo que hace" real mente no se preocupaba si regresaba a casa o no. Pese a que su mamá moría de angustia por no saber en dónde y con quién se encontraba su hijo, al parecer tampoco conocían a su nueva nuera.

Cuando inició el ciclo escolar, entre súper emocionado. Por supuesto que mi novia me hizo prometer que no me fijaría en ninguna otra mujer (yo hice lo mismo) y en realidad tampoco tenía ganas de hacerlo, suficiente tenía con ella, como para andarme fijando en otras.
Aaron por fin me perdonó, claro que le tuve que rogar horrores para que lo hiciera, pero al fin accedió.

Cuando iniciaron las clases, no pude estar más feliz. Todo parecía ser perfecto, incluso quede en el mismo grupo que Abel, llegó el momento de volver a estar juntos, como en los viejos tiempos. Pero me desilusione de inmediato, Abel rara vez asistía clases y cuando lo hacía, se la pasaba durmiendo en el salón.
Había veces que lo despertaba para que los profesores no le reprimieran, pero en otras ocasiones se me hizo imposible.
Lo notaba extraño, pocas veces se reía y parecía estar perdido.
Ya no era el Abel que yo conocía, incluso había momentos en el que me consternaba su comportamiento distante y apagado ¿Qué le pasaba?
Un día me dijo que su novia no estudiaba en la escuela, que ella había abandonado hace mucho los estudios y que él planeaba hacer lo mismo. Por supuesto, lo regañe y esa vez fue la única vez que nos peleamos.
-¡Tú no podrías llegar a entenderme jamás! Tu vida es perfecta, todos te quieren y te aceptan como eres. Pero habemos otros que no la tenemos tan fácil. —Abel comenzó a llorar, mientras me decía todo eso.
-¿Qué mierda Abel? Tú mismo sabes perfectamente por todo lo que tuve que pasar. No es justo, solamente me estoy preocupando por ti. Pendejo. —Solté, dándole especial énfasis a la última palabra. Quería disfrutarla, quería que la sintiera. Abel se estaba comportando como un verdadero pendejo y se lo tenía que hacer ver.
-Vete a la mierda. No sabes por todo lo que he pasado, por que no te has dado el tiempo de fijarte en la porqueria en la que se ha convertido mi vida.
-¡Abel! No digas estupideces. Eres la persona más importante en mi vida ¿Crees que no me he fijado? —Tome su rostro entre las palmas de mis manos y junte nuestras frentes. —Cabrón, eres mi mejor amigo. Jamás digas que no me importas.
-Víctor, estoy jodido. Caí en un abismo y créeme que aunque lo intente, me va a ser imposible salir.
-¿Qué mierda? ¿Qué te pasa? —Comenzaba a preocuparme y muchas ideas pasaron por mi cabeza.
Abel hizo una breve pausa y el corazón comenzaba a palpitarme con fuerza, tenía miedo, miedo por mi amigo. Aún no sabía que le pasaba y ya estaba sufriendo.

-Te presentaré a mi novia. Pero te pido que no las juzgues, ya ha sufrido mucho. Después, si todo sale bien, decidiré si te digo o no. —Me abrazo, y sumió su cara en mi hombro. Le acaricie la espalda y asentí con la cabeza.
-Bien... —Es todo lo que pude articular, mi amigo necesitaba mi ayuda. Oh Dios santo, si ustedes supieran el miedo que me daba la incertidumbre.

Quedamos de vernos en la fuente de helados en la que nos reunimos por primera vez. Estábamos Melani y yo comiendo un helado, mientras esperábamos a que Abel y su misteriosa novia llegaran. Había transcurrido más de dos horas de lo acordado y ellos aún no aparecían. Marque varía veces a su celular, sin respuesta alguna. Me estaba desesperando. Melani, quien me conocía a la perfección, supo darse cuenta de inmediato de mi malestar. Sabía lo impaciente que era y que al único güey al que esperaría tanto tiempo sería a Abel. Pero por más que fuera él había llegado a mi límite y decidí ya no esperar más. Melani había dado el último mordisco a su cono de helado, me levante con brusquedad y de inmediato se dio cuenta de mi urgencia por irme. Imito mi acción y también se puso de pie.
-¿No lo esperaras? —Me tomo del brazo para impedir que avanzara.
-No vale mi tiempo. —Trague saliva. Melani sabía que no lo decía en serio. Ni yo mismo lo creía.
-Esperemos un momento más, por favor. —Tomó mis manos, entre sus palmas y las junto.
-No quier...
-¡Víctor! —Escuche la voz de Abel llamándome y solté un suspiro interno.
-¡Cuánto planeabas tenernos esperando! ¿Tienes idea desde que hora estamos aquí? —Me giré para mirarlo y quedé impactado cuando vi a la persona a su lado Guadalupe Velasco.
La misma Guadalupe Velasco que había sido mi mejor amiga. La que me había hecho sufrir tanto durante la primaria, mi primer amor.
Estaba parada en frente de mí, con un aspecto completamente distinto. Su rostro no había cambiado nada, pero ella... Su persona.
Sombras negras, labios rojos, pantalones rotos, botas toscas y una playera de los Misfits.
¿En dónde quedo el color rosa que tanto amaba? ¿En dónde quedo su personalidad pedante? Esta chica estaba apagada, sus ojos demostraban al vacío mismo.
No era la chica que había querido años antes.
Todos cambiamos con los años, pero siempre queda un rasgo de nuestra personalidad, tatuada en nosotros. Pero ella, no quedaba nada. Era otra.
¿Qué le habían hecho a esa niña que conocí alguna vez? ¿Quién era esta mujer? ¿Qué le pasaba a Abel? ¡De todo el mundo tenía que ser ella!

Perdón por el retraso. Mañana subo el segundo capítulo de Closet y tal vez el epílogo de ¿jugamos?
Y que vivan los Misfits 😎🤘

Víctor contra Victoria. |La historia de un tránsgenero|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora