Capítulo 27. ¿Feliz?.

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Se diría por momentos que ambos buscábamos prolongar el juego hasta el infinito, como si sólo en ese camino hacia el inevitable desenlace fuésemos capaces de hallar un deleite largamente buscado.

— Ignacio Padilla.

El día de nuestra boda, fue el más significativo para mí. A pesar de ciertos contratiempos (como pertenecer a diferentes religiones, por ejemplo), fue una celebración bastante agradable y sencilla. Solamente asistieron mi familia y algunos amigos de ambos, porque por supuesto, su familia aun no podía verme a la cara. Nos casamos solamente por el civil, y eso estaba bien, es decir, lo único que pedía era ser legalmente su esposo. No necesitaba de nada más.

A seis meses después de nuestro matrimonio, ya vivíamos felizmente en nuestro hogar, con 7 perros y sin hijos, cualquiera podía decir que ya teníamos bastante trabajo encima, sin embargo eso no quería decir que no anhelaramos a un pequeño en nuestras vidas. Retomamos el tema de la adopción y visitamos infinidad de orfanatos buscando a algún pequeño. No obstante, nos la ponían realmente difícil, con todo eso de la estabilidad matrimonial y ese tipo de cosas. Era un verdadero caos.

Pero no nos rendimos. Justo un mes antes de que mi hermano Aaron anunciara su matrimonio con Ana, no llamaron del orfanato en el que teníamos mayor interés. Una hermosa niña de 5 años, con el cabello color azabache, piel morena y unos ojos oscuros con la capacidad de brindarte seguridad con tan sólo verlos una vez, sería sin lugar a dudas nuestra pequeña hija.

Quedamos prendados de la chiquilla, desde el primer momento en que la vimos, su madre la había abandonado en el lugar cuando tenía un año de edad, porque no tenía los medios para mantenerla. De nombre Vania y una capacidad fantastica para hacer a la gente sentir mejor, esa niña era lo único que queríamos para completar nuestra familia.

Ese día, cuando recién llegaba del trabajo, escuche el teléfono sonar, me dirigí al lugar para responder y mis ojos se inundaron en lágrimas cuando me di cuenta de quién era. La directora del orfanato nos llamaba para decirnos que nuestra solicitud había sido aprobada y que nuestra familia era apta para mantener a la niña. Solamente hacía falta que acudierámos al lugar para firmar unos cuantos documentos más.

En cuanto colgué el teléfono y sin esperar un minuto más, llamé a Ana a su consultorio, para hablarle de lo que recién me había pasado. Ella, al igual que yo, grito de emoción. Cerro temprano y sin demorarnos un segundo más nos dirigimos al lugar para terminar cuanto antes con los papeles.

Por fin llegaba el momento de tener una pequeña, la dicha que nos rodeaba era demasiado que temía que llegara algo que lo arruinara.

Al llegar a la institución, nos reunimos una vez más con Vania, quien tampoco cabía en felicidad. No dejaba de llamarnos papí y mamí, mientras daba brinquitos alrededor, y cuando por fin tuvimos todo el papeleo completo, nos entregaron legalmente a Vania junto con sus pocas pertenencias, que venían en una pequeña maleta desgastada. Cargue la maleta hasta el auto y esperamos a la niña mientras ella se despedía de sus amiguitos, con la promesa de ir a visitarlos. Por fin subió al auto, se acercó a Regina y a mí y nos plantó un beso en la mejilla a cada uno.

Cuando entró en la casa por primera vez, lo primero que hizo fue acariciar con ahínco a cada uno de sus perritos, para después correr hacia su habitación, que teníamos preparada desde que decidimos adoptar. Una recámara nada fuera de lo común, con los muebles necesarios para una pequeña niña, que se prestaba completamente para que la personalizará de la manera que más le gustase. Se dejó caer sobre la cama boca abajo y comenzó a patalear de felicidad.

Vania, siempre ha sido una pequeña muy lista e independiente, por lo que para ese entonces ya era bastante ladina y un tanto inquieta.

Al día siguiente decidimos que la presentariamos con mis padres y mi hermano, por supuesto que también llamamos a los padres de Abel y a Misra, para que conocieran a nuestra pequeña.

Víctor contra Victoria. |La historia de un tránsgenero|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora