Blair abrió los ojos aquella mañana de junio y sintió algo extraño en su pecho. La felicidad que creía tener y conocer al lado de su esposo había estado desapareciendo poco a poco, hasta que ya no quedaba nada. Miró la cama vacía y supo que otra vez había dormido sola. Muchas veces se recriminó el tener la esperanza de que su vida sería diferente. Nunca dudó que él le amaba, pero conforme pasaban los años se dio cuenta que se distanciaban. Se encontró muchas veces harta de su matrimonio. Asistían a las fiestas más espectaculares del Upper East Side y trataban con ímpetu retomar su juventud malgastada entre alcohol, drogas y chismes, pero el mundo era mucho más reacio para permitirlo.
La relación de Chuck y Blair pese a todo siempre estuvo destinada al fracaso.
Blair visitó a su hijo que aún dormía. El pequeño Henry mantenía un rostro apacible como si se negara a pertenecer a ese pérfido ambiente en el que había nacido, entre más pasara el tiempo más se acercaba a su destino final, después de todo era un Bass. Blair temió por ello, que los fantasmas de su pasado rondaran a su hijo y le destruyeran, tal cual casi sucedió con Chuck.
—Señorita Blair — dijo Dorota al entrar en el cuarto de Henry.
— ¡Shhh! Aún duerme — replicó ella con insolencia.
Las dos mujeres abandonaron la habitación y se quedaron platicando en el pasillo.
—Llegó hoy una invitación por correo para usted y el señor Chuck — dijo susurrando.
—¿Invitación para qué? Habla rápido Dorota. No tengo toda la mañana para esto. Mi agenda está por reventar hoy. Debo aprobar la nueva colección de Waldorf's.
—Es una invitación para la presentación del nuevo libro del Chico Solitario — respondió con una sonrisa irónica.
—¿Un nuevo libro de Humphrey? — interpeló fingiendo indiferencia —¡qué raro!
—Lo sé — dijo Dorota — desde que se separó de la señorita... señora Serena, no se había sabido mucho de él.
—Es absurdo que duraran únicamente año y medio de casados — murmuró con extenuado cansancio.
—Una parte de mí siempre lo supo — dijo con su acento polaco y determinado.
Blair miró con perspicacia a su interlocutora y temió por pedirle una aclaración. En el fondo de su corazón ella también siempre lo supo. Dorota se marchó y continuó con sus oficios, dejando en las manos de su patrona la invitación color verde dirigida a los esposos Bass.
El libro se presentaría al día siguiente en una pequeña cafetería en el bajo Manhattan, no hacía falta confirmación para asistir, ni tampoco se requería vestir de etiqueta. Ese detalle de informalidad era un sello característico de Dan Humphrey, sus luchas por pertenecer a la elite neoyorkina se vieron detenidas luego de un fatídico matrimonio con aquella que siempre fue considerada el amor de su vida.
No existen los finales felices en realidad. Aunque eso nos quisieran hacer creer cuando Dan Humphrey y Serena Vanderwoodsen se casaron al fin. Las diferencias que les separaron por tantos años fueron las que terminaron por cortar de raíz el amor que se profesaban. Dan se unía de nuevo al grupo de bohemios escritores que habían probado un poco las sales de la realeza, pero habían quedado empachados por ello. Así que prefirió retomar sus viejas maneras y asumir que Brooklyn era su verdadero hogar. Ahí terminó de escribir su última novela, aún con mejor proyección que el anterior éxito Inside. En esta nueva historia retomaba sus añoranzas juveniles y las maduraba demostrándose a sí mismo que no necesitaba del lujo y la ostentosidad de las clases altas, y que aquel amor que sintió por la reina de UES fue solo una ilusión maltrecha que llevó a la ruina a muchas vidas, incluyendo la de su hermana Jenny. La vida dentro de un mundo elitista está condenada a ser insufrible, rodeada de tanta riqueza material y de pobreza espiritual.
—Blair, ¿viste que Dan Humphrey publicará otro libro? — dijo Penélope cuando traía a la oficina unos grandes portafolios.
—¿Esas son las fotografías de las modelos? — preguntó ella esquivando el tema.
—Sí. Hay varias que creo que servirán para la colección de otoño. Me gustan mucho las primeras cinco — respondió Penélope con una sonrisa.
—¡Bien! — dijo sin prestar mayor atención.
— Escuché que Serena no asistirá — agregó antes de marcharse — al parecer es muy duro para ella encontrarse con su ex esposo. ¿Cuánto tiempo llevan divorciados? ¿Un mes? ¿Dos?
—¡Tres meses! — respondió de manera grosera — no quiero hablar de Dan Humphrey, Penélope. Estoy trabajando.
La mujer se retiró con la satisfacción de haber clavado una espina en el pecho de Blair, quien pese a sus intentos no pudo evitar sentir curiosidad por el asunto. Ordenó a su secretaria que le comunicara de inmediato con Serena, con quien no hablaba en más de un mes.
Fueron varios los intentos hasta que contactaron a Serena en Bora Bora.
—Hola Blair — dijo la voz siempre reconocible de S.
—Te he extrañado — replicó Blair.
—Yo también. Pero me la he estado pasando súper bien aquí. No sabes la cantidad de hombres guapos que hay — dijo con un tono pícaro.
—¿Cómo has estado?
—Acabo de decírtelo — respondió a la defensiva.
—Te conozco. Dan Humphrey no fue cualquiera en tu vida. No creo que un tiempo en Bora Bora pueda borrar las heridas que hayan quedado luego de su separación.
Serena quedó en silencio. Al fondo se escuchaban las olas del mar romper contra las rocas y el bullicio de miles de almas felices parecían ser la tonada del corazón de la mujer divorciada.
—Siempre lo extraño — dijo finalmente — pero entiendo que fue lo mejor para los dos. Un matrimonio que no funciona es una tortura.
—¡Sí! — la voz de Blair infundía el respeto por la situación y la auto comprensión debido a que su matrimonio entraba en el gran saco de las estadísticas de las uniones que pronto terminarían.
—Escuché que un día de estos promocionará su nuevo libro — agregó con una felicidad genuina.
—Sí. Mañana. Ya nos llegó la invitación. Me extraña que nos haya invitado la verdad.
—Seguramente no cambió la lista que hicimos hace seis meses. Yo me ofrecí a ayudarle con la preparación con tal de impulsarlo a que terminara de escribir la novela. De manera obvia debías estar en la lista, B — comentó — ¿vas a ir?
—No — respondió tajante — de ninguna manera.
—B... ve. Él también fue tu amigo — dijo — y más.
—Mi lealtad está contigo — replicó con incomodidad.
—¡Ve!... él necesitará amigos. Además, a Chuck y a ti les hará bien tomar nuevos aires — comentó con apacibilidad.
Sin esperarlo, Blair Waldorf-Bass había quedado atrapada en una encrucijada. Sin pelear más contra ello decidió asistir. Después de todo, Dan Humphrey fue su amigo... y más.
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El reencuentro (Dan & Blair fanfic)
Hayran KurguDan y Blair fueron amigos y algo más... Luego de varios años Blair está atrapada en un matrimonio que no le hace feliz y Dan se acaba de divorciar. En una necesidad absurda por revivir una vieja historia, estos dos conocidos unirán sus caminos para...