Capítulo 30

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- Pero...
- Nada de peros. Silvia, en este tiempo que estuviste con nosotros te ganaste mi confianza has demostrado ser ejemplar, sólo te pido una cosa más. Entiende que después de todo es mi hijo- dice con semblante triste
- Está bien, pero le digo que él cree que usted no lo aprecia, explíquele lo que en verdad sucedió con su madre, porque le digo lo guarda rencor por ello, yo creo que como él lo recuerda no fue como sucedió realmente. Si quiere puede hacerme caso, sino, debe hacerlo por su hijo. Eso le afecta, y no sé qué problema tenga él, pero no es normal la forma en que reacciona. - aconsejo y me retiro
Fui llorando en el ascensor, ya que nadie estaba conmigo, faltando dos pisos para la planta baja, seco mis lágrimas y me arreglo para seguir pareciendo Leo.
-Que tenga un buen día señor- dice la recepcionista
Sólo asiento y me voy.
Pero como siempre digo, la mala suerte se encuentra de mi lado.
-Leonardo! Necesito hablar contigo- es Max. Siempre en el momento exacto no?
- Ahora no puedo Señor, debo irme- digo apresurando el paso
- El Coronel me lo ha contado todo!!- gritó a lo lejos
Sentí mi corazón parar de repente, eso me pasaba por confiar demasiado rápido en las personas.
- Qué?!- grito dirigiéndome hacia él
- Sí, él es muy amigo mío. ¿Acaso no te dijo? - pregunta con una media sonrisa
- Es en serio?
-No, lo obligué a que me diga. Aunque no parezca, puedo ser muy rudo a veces. O quizá...sólo le dije que perdería su empleo y pues como en verdad lo necesita, pues accedió después de un rato- dice entre muecas raras
- No puedo creer lo que haces. Hasta tal punto por algo tan simple. Y te aclaro, el bombero sólo me aconsejó y me ayudó, esa es su labor. Ni siquiera me interesó y tampoco le di mi número. Lo de la rueda gigante o como sea que se llame, sí, me equivoqué, no sabía lo de tu madre y lo lamento. Lo de Leonardo, fue por mi familia, tú harías lo mismo por la tuya, no quería aceptar tu ayuda, porque también quería ser el orgullo de mi madre y demostrarle que no es necesario un hombre para que sigamos adelante. Que ella puede continuar. Pero ya no lo podré hacer, ya que es obvio que debo renunciar. Lo has descubierto, si llega a oídos de terceros, tu padre perderá su empresa. Ahora también sabes la razón de que no te haya contado a ti. Por tu familia, que también aprecio mucho. - espeto con lágrimas corriendo mi maquillaje. Voy corriendo hacia un autobús que acababa de parar y desaparezco de la vista de Max.
Paso todo el día empacando, me mudaré con mi abuela, ya lo he pensado.
L

uke, deberá continuar el próximo año el colegio, no quería que esto suceda, pero en aquella ciudad conseguiré trabajo aunque sea de limpiadora.
*golpean la puerta cada vez con más fuerza*
Me dirijo hacia ella para abrirla.
- Hola! Silvia! En serio quiero...- cierro la puerta por la cara de Lorenzo (El Coronel)
Termino de empacar, ignoro los consecutivos golpes en puertas y ventanas.
Redacto mi acta de renuncia rápidamente, de algo me sirven los cursos de secretariado que alguna vez realicé, lo firmo y abro de nuevo la puerta.
- Hasta que al fin me abres- dice con tono agotado
- Shh- lo callo- si quieres hacer algo útil y honesto en tu vida, entrega esto al Señor Carl Fletcher. Ya no tengo más nada que hacer en esta ciudad. Espero que aprendas a guardar secretos algún día- digo con toda diplomacia y vuelvo a cerrar la puerta.

Hombre Por Un Año  [SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora