Capítulo 47

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Al día siguiente desperté alrededor de las doce del mediodía, debido al trasnocho de la noche anterior en la disco, en la que nos quedamos hasta las cinco de la mañana.

Si, algo de lo más loco.

Debo admitir que me encantó, siendo solo mi primera vez en una disco.

Alba, Triz y yo fuimos las únicas que tomamos solo una bebida, a diferencia de los demás, que llegaron a tomarse una botella completa cada uno. Y parece sorprendente pero ninguno de ellos llegó a marearse ni nada por el estilo.

Encendí mi teléfono al ya haber pasado un poco mi pereza de levantarme, y me fui a buscar un vaso de jugo en la cocina.

Mientras caminaba rumbo a la cocina iba revisando el monto de mensajes de texto que tenía en mi buzón de entrada.

Nada importante al parecer. Mensajes de felicitaciones por mi cumpleaños, también mensajes de mi padre disculpándose más de una vez por no haber venido e insistiendo que le mandara fotos de lo que habíamos hecho, entre otros.

De tanto bajar en la ola de mensajes sin importancia encontré lo que buscaba, el mensaje que esperaba.

Abrí el mensaje casi de un suspiro. James me había mandado la dirección de una ferretería, en la cual decía que podría ir a partir de las dos de la tarde. No entendí mucho lo que pretendía lograr, ni siquiera tenía sentido.

Terminé de tomar mi jugo y volví a encerrarme en mi cuarto, al parecer mi mamá no se había levantado aún, así que seguí mi camino de vuelta a mi habitación.

No pasaron más de veinte minutos para que ya me encontrara en la ducha y posteriormente vestida y arreglada.

Al final, al ya sin saber qué hacer, me lancé sobre la cama, quedando boca arriba, mirando detenidamente el arcaico techo.

¿Que tenía que hacer?

¿Iría a aquella dirección a la que James me había enviado?

O ¿Me quedaría aquí en mi casa?

No terminaba de decidirme. Ya que esa voz en mi cabeza que gritaba que no fuera hasta allá; aún volaba de manera descontrolada en mi cabeza, aunque de igual manera la mayor parte de mi estaba más que decidida a ir.

Miré la hora que se enmarcaba a lo largo de la pantalla de mi teléfono, levantándome de inmediato.

Era la hora perfecta para ir hasta allá, si lo iba a hacer, así que lo hice. Tomé mi bolso y salí de casa, sin antes decirle a mi madre que no tardaría mucho en llegar.

Debo admitir que no fue tan difícil llegar a dicha ferretería, ya que esa zona ya era bastante conocida para mí. Esta quedaba a dos cuadras de mi antigua clase de inglés. Sí, ya mis clases habían finalizado y con ello había obtenido un reconocimiento.

En diversas ocasiones había pasado por aquí, percatándome de que se encontraba una ferretería, pero nunca poniéndole suficiente atención a lo grande que esta era.

Me quedé mirando discretamente por los alrededores, incluyendo dentro del local, para ver si había indicios de James, pero no había nada más que personas caminando de un lado a otro. Al final opté por entrar al establecimiento, a esperar un poco, ya que la gente comenzaba a verme extraño.

Disimulé estar interesada en las cintas métricas, mientras las comparaba entre sí.

-¿Puedo ayudarla en algo?- alguien dijo detrás de mí.

-No, gracias- dije sin mirarlo. No oí nada más, pero aun así sentía que aquel chico no se había ido de ahí.

-Me temo que las dos son de la misma calidad- tomó ambas cintas métricas, la cuales había estado mirando y las sostuvo entre sus manos, haciéndome quedar como estúpida, ya que prácticamente se trataba de la misma cinta métrica. Alcé mi vista y ahí estaba él, sonriendo burlón -Solo son cintas métricas- James seguía mirándome con esa enorme sonrisa que me hacía poner los pelos de punta. A parte de sus Jeans clásicos, este traía puesta una camisa roja, algo elegante para su estilo, que al lado izquierdo resaltaba el nombre de la ferretería y más abajo su nombre.

Russian Boy •Editando•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora