1. Lu

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El día había sido agotador, los últimos meses en la universidad realmente estaban siendo pesados, de sólo imaginarse las últimas semanas de ésta lo hacía querer llorar. Pero a pesar de todo amaba su carrera y hacía más fácil el estudiar y obtener excelentes notas. El joven de complexión delgada, cabello azabache y facciones algo afeminadas se encontraba yendo para su casa, conducir le daba tiempo para sí mismo, relajarse y respirar un poco de aire fresco, el cual se filtraba por el quema cocos. Claro todo lo fresco que Seúl podría ofrecer.

El vecindario en el que vivía era agradable y su casa era una de las más grandes de por ahí (por no decir la más grande).

—Buenos tardes, Joven Lu —saludó la ama de llaves cuando éste ingresó en su casa haciendo una pequeña reverencia—, esperó haya tenido un buen día, ¿gustaría comer ahora?

—Hola, no, gracias. Bajaré cuando tenga hambre.

Subió las escaleras en dirección a su habitación, dejó sus cosas en su lugar correspondiente (no podía evitar ser organizado aunque se encontrara cansado) y finalmente se recostó en su cama.

LuHan tenía buenas notas y no le dificultaba el estudio, aparte de ser muy responsable. Gracias a su apariencia era alguien popular, eso, y que provenía de una familia rica. Sin embargo, su personalidad dejaba mucho que desear, a veces era prepotente, frío y despectivo. Y en otras ocasiones todo lo contrario, sólo era cuestión de su estado de humor. Pero normalmente no simpatizaba con sus compañeros. No le importaba que todos pensaran que era un arrogante, le tenía sin cuidado, sabía que de todas formas iban a seguir estando ahí para él.

Justo cuando empezaba anochecer LuHan había terminado sus deberes, su estómago pedía algo de comida y antes de abrir la puerta de su habitación alguien tocó.

Se dirigió abrirla encontrándose con la ama de llaves.

—Joven Lu, sus padres lo esperan para cenar. —Sin más la señora se retiró y LuHan se dispuso a bajar para cenar con sus padres.

La cena pasó muy tranquila, una platica casual y preguntas de cómo le iba con sus estudios. El señor y la señora Lu, eran un matrimonio estable y lleno de respeto, su fama y fortuna los había posicionado en un alto nivel social. LuHan los amaba, aunque creía que el sentimiento que predominaba hacia su padre era respeto y temor, respeto por el gran hombre que era y temor por llegar a decepcionarlo y que le deje sin nada; se supone que él será el sucesor de la compañía, su sueño desde que era pequeño. Cada vez que su padre le pedía algo LuHan lo hacía, porque para él sonaba más a una orden y desobedecer a su padre no estaba en sus planes.

Cuando LuHan salió de sus pensamientos pudo notar las sonrisas de sus padres y como su madre le preguntaba si era momento de decírselo.

—¿Decirme qué? —Preguntó en un tono respetuoso, pero lleno de duda.

—Bueno... —su madre tomó la palabra— como sabrás, LuHan, pronto saldrás de la universidad y podrás trabajar en los hoteles de tu padre.

—Sí, madre, lo sé —respondió con una sonrisa—. Y estoy muy feliz por ello.

—Pero, LuHan, hay algo que hemos estado pensando y hablando —ahora fue su padre quien habló y sus últimas palabras lo dejaron algo nervioso—. Ya eres un hombre y como tu madre dijo, en unos meses saldrás y aprenderás lo que es ganarse el dinero, pero ¿sabes qué es lo que termina de forjar a un hombre?

La cara de LuHan reflejaba incertidumbre, él podría haber dado alguna respuesta, pero prefirió que su padre le dijera.

—La familia.

—¿La familia? —ahora estaba más confundido, en definitiva no entendía a donde quería llegar su padre.

—En efecto, querido. La familia. —Su madre con una sonrisa, confirmó lo que su padre dijo.

—No sólo el trabajo te hace madurar o las experiencias que te deja la vida. Las antiguas parejas que uno llega a tener hacen que crezcas aún más, pero un matrimonio e hijos terminan por hacerte ver la realidad y lo que es indispensable.

—Creo entender, la familia es importante y para mí lo es. Ustedes son lo que más quiero y por quienes soy lo que soy.

—Sí, sólo que no me refiero a ese tipo de vínculo, hijo. —Su padre se puso serio—. Somos famosos dentro de Asia, pero ha llegado el momento de expandirnos —LuHan asintió, si antes estaba perdido, ahora lo estaba más—. Hemos estado haciendo unos negocios con una empresa amiga para juntos llegar a la meta de ser internacionalmente conocidos. Por eso hemos tomado la decisión de cerrar el negocio con una unión para ambas familias.

—¿Qué clase de... unión, padre?

—Un matrimonio.

El rostro de sus padres tenían grandes sonrisas, pero LuHan sentía que no entendía o más bien no quería entender. 

—Sí, cariño. Un matrimonio, dime, ¿no es una buena idea para terminar de cerrar un negocio y aun mejor tener la certeza de un crecimiento sin trampas o juegos sucios?

—Hijo, sé que puede ser difícil, más aún porque estamos en el siglo XXI y no podemos obligarte a casarte con alguien que hemos elegido para ti. Aunque los matrimonios arreglados siguen igual de comunes para nuestra cultura y para la gente de nuestro estatus. Además, quiero que sepas que no hubiéramos aceptado de no saber que es alguien digno de ti, viene de una buena familia, un apellido respetable y con excelentes genes para procrear hijos. Entenderemos si te niegas, pero no te negare que estaré decepcionado. Date cuenta que esto es sólo para tu bien y tu futuro, y, claro, el futuro de los hoteles LU.

LuHan no quería escuchar esas palabras, sentía un nudo en la garganta, quería decirles que no podían obligarle hacer algo así, además, qué era eso de «Entenderemos si te niegas, pero no te negare que estaré decepcionado». No quedaba de otra, tenía que aceptar, era obvio que si rechazaba esa proposición se quedaría sin nada o que su puesto en la empresa correría peligro. Definitivamente no dejaría que eso pasara. Así mismo su padre lo dijo, la persona que escogieron para él es alguien digno, y sus padres siempre querían lo mejor para él. Sin pensarlo más, respondió:

—Sí, padre, lo haré. Me casaré. —Esas palabras salían arrastras de su boca; por suerte su padre no lo notó, las caras de sus padres sólo reflejaba felicidad y orgullo.

—Sabía que no me defraudarías, hijo —alabó orgulloso su padre. LuHan sonrió a medias por hacer feliz a su padre, se casaría y con un desconocido, no era algo para alegrarse—. Según me enteré va en tu misma escuela y también está en su último año—. LuHan levantó la cabeza prestando atención, si era verdad lo que su padre decía posiblemente ya conocía a esa persona—. Es un gran chico... —LuHan por poco se atraganta. No es que le desagradaran los chicos, es más, había tenido parejas hombres, es sólo que pensó que se casaría con una chica, algo en su interior se alivió, sentía que le iba más los chicos—. La cena de compromiso será este sábado.

—¿Este sábado? —no podía ser, era demasiado pronto, aún tenía que asimilarlo. Por otra parte ese mismo sábado había una gran fiesta y el como buen chico popular tenía que ir—. Yo... bueno, es que Junmyeon organizó una fiesta y...

—No pospondré tu cena de compromiso por una fiesta, LuHan —interrumpió su padre, éste volviendo a comer—. Tus amigos podrán divertirse sin ti. Este sábado es tu compromiso. ¿Entendido?

LuHan se había quedado con la palabra en la boca, agachó su rostro y asintió. 

—Sí, padre, entendido.

Aun no conocía al chico, sin embargo, ya le estaba desagradando.




Es la primera vez que me animo a subir una historia y estaré gustosa de saber sus opiniones así mismo se aceptan críticas o comentarios.


Obligados amarse «Xiuhan/Lumin» [Corrigiendo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora