Mienteme.

302 22 0
                                    

Rose no lo podía creer. ¡El amigo de su madre había asesinado a su esposa!
Tomo el periódico de Isabela, quitándole la sonrisa de satisfacción que ponía cada vez que sorprendía a los demás. Albus, que estaba a un lado de ella, miro el periódico, esperando leer la noticia. James se había quedado con el bocado en la boca, como si estuviera paralizado. Isabela estaba como si nada hubiera pasado, ignorando completamente la reacción que había tenido James.
Rose encontró la pequeña columna donde estaba la información, y se la señalo a Albus. Ambos leyeron con tanta concentración, que no se dieron cuenta de que la mayoría de los alumnos comenzaba a asistir a los salones de clases.
Albus termino de leer primero que Rose, y se dedico a tratar de hacer reaccionar a su hermano mayor. Isabela ya se había marchado.
-Esto no esta bien.
-¿A que te refieres, Rose?
-Albus, mi madre salía con el.- Albus la miro con los ojos muy abiertos. James, reacciono cuando escucho decir eso.
-Creo que deberías de avisarle, recuerda que desde jóvenes nuestros padres no tienen suscripción a El Profeta.- James siempre había querido a su tía, que también era su madrina. Y no permitiría que nadie le hiciera daño.
-James tiene razón, tía Hermione se tiene que enterar.
Rose asintió apesadumbrada.
-Vamos, Albus. El profesor Binns no nos dejara pasar si no nos apuramos.
Salieron los tres del Gran Comedor con pasos apresurados, que después de atravesar las grandes puertas se convirtieron en una carrera contrarreloj. James para alcanzar a llegar a los invernaderos, Rose y Albus para llegar a Historia de la Magia.
-¿Cuándo escribirás la carta para tu mamá?- Ya entraban en el salón de clases, mientras Binns hacia su acostumbrando acto de atravesar el pizarrón.
-Ahora mismo. ¿Me cubres?- Se sentaron al final del salón, esperando el momento en que Binns comenzara su recitación diaria.
-Si. Mandales saludos a mis tíos.
La voz aburrida y sin forma del profesor fantasma lleno el aula del sopor normal. A los cinco minutos, algunos alumnos ya cabeceaban sobre sus libros. Albus comenzaba a cerrar los ojos, pero Rose no dejaba de escribir. Parecía incluso, que su vida dependía de la velocidad con que escribiera la carta.
Rose término la carta dejando el punto final con mucha fuerza, y con los labios muy apretados por la preocupación que la embargaba.
-¡Listo!- Miro a Albus esperando recibir un elogio, pero lo encontró dormido sobre su brazo. Lo jaloneo levemente para despertarlo. Albus comenzó a abrir los ojos completamente desubicado.
- Se supone que me cubrirías...
-Sabes que no es necesario, Binns nunca deja sus apuntes.
-Tienes razón.- Rose dejó de poner atención a su primo, y comenzó a tomar apuntes. Ella, al igual que su madre, podía soportar el sopor generado por la voz del maestro fantasma.
La clase continúo sin más interrupción más que los ronquidos ignorados de Albus y otros diez compañeros más. Pero, Binns no escucho y siguió con la clase como si la mitad de su clase no estuviera dormida.
-Albus... Albus...
-Déjame dormir...
-... Ya se acabo la clase...
Rose se encontraba parada al lado de Albus, quien comenzaba a reaccionar al escuchar que ya no podría dormir.
-¿A que hora vas a mandar la carta?- Albus se paro y cargo su mochila para caminar l lado de Rose, quien ya estaba en la puerta.
-Si nos apuramos, ahora mismo.
-Entonces... corramos.
La lechucearía estaba llena de aves que dormían. Rose busco a su lechuza negra.
-Mejor utiliza a Amicus.- Albus le señalo a su lechuza macho que estaba a un lado de el.- No creo que a Spes la encuentres ahora.
Rose le hizo caso a Albus, y le ató la carta a la pata derecha de la lechuza.
-Llevásela a Hermione Weasley, es mi madre.
La niña le acaricio la cabeza a la lechuza, para finalmente dejarla partir.
La lechuza desapareció de la vista cuando el sol estaba en el punto más alto.
***
Las cuatro llegaron rápidamente para la atiborrada mente de Hermione, que no se dio cuenta cuando Ron entro a su oficina.
-¿Ya estas lista?
-Pero todavía no son las cuatro.- Ron le señalo el reloj de pared que estaba detrás del escritorio. Hermione volteó a verlo, y se dio cuenta que ya eran, efectivamente, las cuatro.
-De acuerdo, creo que se me fue el sentido del tiempo.
Salieron de la oficina a los dos minutos. Los pasillos estaban llenos de gente que entraba y salía de los elevadores. Se encontraron con Harry quien les daba órdenes a los aurores.
-...recuerden, deben de llegar mañana temprano. La operación será sencilla, pero atraparemos a los traficantes de huevos de dragón...- Harry los vio y los saludo con un movimiento de la cabeza, para después seguir dando ordenes.
Salieron a la avenida muggle donde estaba la caseta de teléfono. Hermione miraba a ambos lados de la calle, buscando un buen lugar, Ron, caminaba como si se supiera el camino.
-¿A dónde me llevas?
-Muy pronto lo sabrás.- Los ojos de Ron brillaron, mientras la abrazaba por lo hombros. Hermione no pudo evitar recordar la sensación que tenía cada vez que tocaba a Víktor. Lo mismo no pasaba con Ron...
Llegaron a una pequeña calle, donde sobresalía un restaurante pequeño, pero elegante. En la puerta estaba un mesero con traje negro y moño.
-Buenas tardes. ¿Tienen reservación?- Los dos se detuvieron.
-Si, esta a nombre de Ron Weasley. Es para dos personas.- El mesero busco en su agenda.
-Claro, la mesa que esta al fondo a la derecha- El hombre los encamino un poco para señalarles la mesa.
En el camino que recorrieron, observaron a varias parejas disfrutando se su comida romántica.
Al llegar a la mesa, Hermione vio sorprendida que ese rincón del restaurante, solo estaba iluminado por la tenue luz de las velas que había alrededor y en el centro de la mesa. El mantel era rojo sangre, y había sillones blancos de piel en lugar de sillas. Había una rosa roja en el centro de la mesa, justo al lado de la vela.
Ron se le adelanto, y le ofreció uno de los cómodos sillones. Hermione se sentó en el, mientras Ron ocupaba el otro.
-¿Les ofrezco algo de tomar?- Otro mesero, con el mismo traje negro y el moño blanco estaba parado frente a ellos, mientras les tendía una carta a cada uno.
Hermione tomo el suyo, buscando que tomar. La sorpresa la había dejado con la boca seca. El menú estaba adornado a mano con gran esmero. Todos los menús, eran hechos a mano, uno por uno. Hermione se quedo más sorprendida al darse cuenta de esto.
El mesero esperaba pacientemente. Ron parecía vivir solo para leer la carta.
-Quisiera una limonada con agua mineral, por favor.- El mesero anoto en una pequeña libreta adornada de acuerdo a los menús.
-¿Algo más, señora?
- Pediré, un bistec en su jugo.- Ron ya había decidió, y esperaba su turno.
-Por supuesto, ¿Usted que desea, señor?- Ron levanto la vista de la vela que observaba, y se dirigió al mesero.
-Deseo, un jugo de calaba...- Hermione le dio un pisotón por debajo de mantel. El mesero se le quedo viendo un poco extrañado.- Perdón... una limonada con agua mineral, y una Lasaña.
-En seguida les traemos sus pedidos.
El mesero se fue con paso elegante, mientras Hermione observaba todo con mayor detenimiento. Finalmente, decidió romper el silencio.
-Sabes,- Ron la miro a los ojos.- No era necesario que me trajeras a un lugar tan caro y elegante...
-Pero es lo que te mereces, amor.- Hermione se sintió fatal al escuchar esto.- Ni aunque te llevara a pasear todos los días y a todas horas, conseguiría pagarte el amor que día a día me das.
-Ron... yo...
-No hables...- Ron la interrumpió con un ademán en la mano.- Solo disfruta...

Durante todo el tiempo que estuvieron en aquel restaurante, Hermione no dejo de sentirse fatal. Ron la quería tanto, le preocupaba que estuviera feliz, que se sintiera amada, la trataba como un tesoro...
Incluso daría su vida por ella... pero, solo había una persona por la que ella se sacrificaría. Ya era muy tarde para su matrimonio con Ron, debía aceptar que lo había dejado de amar desde el momento en que llego la carta de Víktor. Ya no había vuelta de hoja.
Pero lo que más le dolía, era ver a Ron esforzándose por mantenerla feliz, por demostrarle que la amaba. Y ella salía con otro hombre.
Para su desgracia, la pesadilla no termino ahí.
Ron y Hermione estaban llegando a su casa, cuando vieron a una lechuza color marrón posada afuera de la ventana, que se puso a tocar vidrio cuando vio que Hermione estaba ahí.
-Es Amicus, la lechuza de Albus.- Hermione se acerco, y abrió la ventana. La lechuza entro, y se poso en el respaldo de un sillón. Ron fue por plato con agua y comida para lechuza. Hermione le quito la carta.

Querida Mamá:
Hoy en el Profeta salió una noticia que nos sorprendió mucho a Albus, James y a mi. Nos preocupa mucho, por que una vez oí hablar acerca de que tú saliste con ese hombre, y me preocupa que te pueda hacer daño. Isabela, la novia de James, nos mostró la noticia. Decía que Víktor Krum había matado a su esposa en abril, mamá. También que toda Europa esta tras su captura. Lo malo, es que dicen que esta aquí en Inglaterra. No queremos que te haga algo mamá.
Por favor cuídate.

Te quiero mami.
Rose.

A Hermione le temblaba el labio inferior. Víktor Krum había matado a su esposa en abril, mamá...
¡Víktor había matado! ¡A su esposa!
No había muerto como el le decía, el la había asesinado.
Ron le daba de comer a la lechuza, que no tardo en irse.
-Voy a salir.- Hermione se ponía su capa de viaje, mientras abría la puerta.
-Pero, amor, hoy era nuestra noche...
-Lo siento, Ron. Es muy importante...
Ron ya no pudo repelar más. Hermione había salido a la calle.
El dejo partir a la lechuza.
No puede ser... me ha mentido...
Me ha engañado, y yo he caído en su juego... caí como una ingenua niña de diez años...
Entro a un callejón sin salida, para desaparecerse.
-Expecto patronum...
Dile a Víktor que lo encuentro en la misma playa que la otra vez...
La nutria desapareció, y Hermione hizo lo mismo a los dos segundos...
La opresión que sintió en el pecho, fue mucho menor que la que tuvo al leer la carta de Rose...
Las olas chocaban contra la arena suavemente, parecían una música tranquilizadora... con el efecto deseado en Hermione.
Observo las olas, y la puesta del sol.
Pensó que su vida era como esa puesta del sol. Con un inicio con poco y a la vez mucho brillo, un clímax con un resplandor, un ocaso con el final cada vez más cerca... y un final... que lo deja extinto...
-Hermione, ¿Qué es tan urgente?
-Me has mentido...
-Ya te enteraste, ¿verdad?
-Si... no puedo creer que me hayas dicho que tu esposa murió... y que yo te creyera...-Agrego en un tono a penas audible...
Hermione se sentó en la arena, observando a la Luna ascender...
Víktor se quedo parado detrás de ella...
-Pero sabes, miénteme... miénteme todo lo que quieras... no importa lo que digas... miénteme... Tu mentira sanara mi herida...
***
Hermione llego a su casa a las diez de la noche. Ron estaba frente al televisor (Que había aprendido a descubrir al poco tiempo de conocer a sus suegros) con una botella de Wiskey de Fuego en la mano. Tenía a cabeza ladeada, y los ojos vidriosos. Se notaba que había bebido sin parar. Al escuchar los pasos de Hermione, se levanto.
-Hermione...
-Mande, Ron...
-No me digas la verdad... se que sales con otro...
Hermione abrió los ojos como platos al escuchar esta afirmación.
-No importa... miénteme... -Hermione se sorprendió aun más al ver que Ron usaba la misma palabra que ella había utilizado hace solo cuatro horas.- Solo así podré pensar que aun me amas... miénteme... con toda la sangre fría que tengas... ¡Miénteme!... Solo así me harás saber que aun nos podemos entender... Miénteme... miénteme...

Bella Traicion Donde viven las historias. Descúbrelo ahora