Alianza Bajo El Agua.

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-¡Espera!-Jadeo un poco para recuperar el aliento, mientras trataba de zafarse de las fuertes manos que la tomaban por la cintura.- ¡Víctor!
Este, la soltó a regañadientes, pero se mantuvo al margen. Hermione, agotada y sofocada por el peso de su hijo y el cansancio que había sido defenderse de Víktor se detuvo, y respiro aliviada de tener unos momentos de paz. Sintió la brisa fresca del atardecer mientras trataba de jalar aire a sus pulmones. Una patatita suave de su bebe le indico que le agradecía el descanso.
Volvió a aspirar aire. Disfrutaba de estar con Víktor. La culpa ya no se asomaba por su cabeza cuando estaba con el... pero esta vez fue le excepción. La conciencia la torturo una y otra vez mostrándole a una Molly feliz de volver a tener al que consideraba su nieto biológico, a una Ginny regalándole ropa para un bebe que no era su sobrino, a sus padres dichosos de volver a tener un Weasley como tercer nieto, a un Harry feliz de ver a sus mejores amigos en lo que el creía era una vida feliz. Pero lo que más la corroía por dentro, era recordar a Ron. A Ron despidiéndose con lágrimas en los ojos, despidiéndose diciendo un simple y hermoso Te amo...
Su semblante cambio ante el asombro de Víktor. Tal vez era feliz... tal vez estaba disfrutando de su embarazo y, aunque no gritaba a los cuatro vientos su amor, disfrutaba amar a aquel hombre, hombre que había cambiado su físico para poder estar con ella...
Pero, tal vez le estaba haciendo daño a sus seres queridos.... A las personas que habían confiado en ella, personas que estaba siendo traicionadas al confiar en ella. Sus hijos sufrirían al enterarse de la verdad. Los Weasley no podrían creer lo que sus ojos verían al conocer a su tercer hijo. Sus padres se decepcionarían al ver lo que su hija había hecho, hija que habían educado para que hiciera el bien. Harry pensaría que en realidad nunca la conoció en verdad... Ron. No tendría palabras para describir la reacción de Ron. Aquel hombre que le había entregado todo su amor y la mayor parte de lo que llevaba de vida. Aquel hombre que le había dado dos hijos maravillosos. Hombre que había sufrido al enterarse de que ella lo engañaba...
-Solo así podré pensar que aun me amas... miénteme... con toda la sangre fría que tengas... ¡Miénteme!... Solo así me harás saber que aun nos podemos entender... Miénteme... miénteme...
Y aun así no la había delatado... ¿Por qué?
Por que la amaba como solo se puede amar una vez en la vida... como solo se puede amar a una sola persona, con sus defectos y virtudes.
Y Ron aun la amaba a pesar del más grande de sus defectos...
Y eso, era algo que no tenía precio...
-Es mejor que me vaya...-Su voz sonó de ultratumba, como si fuera una muerta la que había pronunciado esas cinco palabras.
-Pero... ¿Por qué?-Pregunto preocupado al ver que el tono de piel de ella se había vuelto más pálido y pequeñas gotas de sudor frío le poblaban el rostro.- ¿Te sientes bien? ¿No va a nacer el bebe todavía?
-Víctor, tranquilo.-Suspiro mientras comenzaba a darse la vuelta para aparecerse en su casa.- Usare tu chimenea...
-¿Hermione?... ¿Qué tienes?
-Necesito tiempo para pensar.-Respondió comenzando a subir los escalones que la llevarían al interior de la casa de Víktor.- Dame cinco días para reflexionar...
-¿Cinco días?...-La interrogo ahora mas preocupado que antes.
-Si... nos vemos.
-Te amo...
Hermione asintió mientras tomaba un puñado de polvos flu y se metía dentro de la chimenea. Necesitaba decidir si realmente convenía traicionar a los que amaba...
***
El atardecer no tardaría en caer sobre aquel muelle. Entre las sombras, personas con capa y sombreros se ocultaban. Unos, protegidos por un encantamiento desilusionador muy potente, otros, vistiendo ropa, capa y sombrero negro. Los primeros veían a los segundos, pero estos no veían a sus observadores.
La luz solar comenzó a perderse por el infinito del mar, mientras una cabellera rubia salía de su escondite. Llevaba en la mano una varita disimulada. Su ropa negra contrastaba contra el rojo del firmamento, mientras avanzaba hacia la orilla del muelle, directo al mar.
A unos metros de ahí, una cabellera castaña tierra y una negra observaban atentamente al sujeto mientras platicaban por lo bajo. Nadie los escuchaba... o al menos eso creía el hombre castaño.
-¿No debería de llegar ya el paquete?-Pregunto sin alzar la voz.
-Si, no debe de tardar. -Hizo una pausa, sin dejar de observar al hombre rubio que miraba el mar.-Smith...- El otro hombre lo miro.- Si dentro de diez minutos el paquete no llega, quiero que vaya a acompañar a Lodge.
-Si así lo desea, así será.
Los minutos pasaban lentamente, y el hombre que tendría que acompañar a su compañero comenzaba a preocuparse.
Un mal presentimiento lo había atajado desde que había llegado al muelle. La cita para recoger esa mercancía era al atardecer, y la noche comenzaba a ceñirse sobre aquel puerto.
Parecía, que todo estaba planeado para hacer una emboscada... Pero, ¿a quien?
Cinco minutos, tal vez la emboscada era solo para Lodge.
Seis minutos, entonces, ¿Por que lo mandaban a ayudarlo si nada pasaba en cuatro minutos?
Siete minutos, Ron Weasley sintió miedo... miedo de morir.
Ocho minutos, solo ciento veinte segundos más y tendría que salir de su escondite.
Nueve minutos, era definitivo, el hombre a su lado estaba tendiéndole una emboscada...
Diez minutos, Ya no había vuelta atrás...
Era hora de luchar por conservar la vida.
-Es hora, Smith.
Salio de detrás del enorme barril que lo ocultaba. El corazón le latía a mil por hora. Camino lentamente, estaba condenándose... Lo habían descubierto y el no se había dado cuenta de ello. ¿Qué podía hacer ahora que, de un momento a otro, una emboscada compuesta de magos muy poderosos lo atacaría?
Continuo su camino directo al hombre rubio, quien le dirigió una mirada que solo podía significar una sola cosa...
Un bar dejo oír su rugir al acercarse al puerto. La mayoría de los hombres vestidos de negro saltaron de su escondite, y comenzaron a dirigir sus hechizos hacia los dos hombres que estaban a pies del muelle.
El hombre castaño se quedo helado, mientras calculaba lo que tenía que hacer. En contraparte, el hombre rubio comenzó a atacar a los que lo amenazaban.
Los hombres desilusionados rompieron sus hechizos, y comenzaron a atacar a diestra y siniestra a los hombres de negro.
Una guerra comenzó, ahí, en pleno puerto muggle, rodeados de casas donde personas inocentes corrían grave peligro.
Ron comenzó a reaccionar, no podía dejar que lo mataran... no ahora.
Varios hombres se acercaron a el con la varita en ristre... listos para atacar.
-¡Crucio!
-¡Impedimenta!
-¡Vamos, Weasley! ¡Sabemos que tú lo puedes hacer mejor!
La mano le tembló un poco, pero no dejo de atacar a sus contrincantes. Si ya sabían hasta quien era, lo único que le quedaba era realizar el trabajo por el cual se había alejado de su familia.
-¡Crucio!-Ron cayo al suelo... Un agudo dolor lo ataco mientras trataba de contraatacar. El dolor no terminaba, y el tenía que doblarse para evitarlo. Miro a su alrededor en busca de una mano amiga... nada. Todos estaban ocupados. Vio como Lodge tenía que luchar contra dos oponentes a la vez, y encontró a Taylor defendiendo a diestra y siniestra a su batallón. Nunca vio a Adams por ningún lugar.
Una chica castaña y de ojos azules le sonreía tiernamente y un chico pelirrojo de ojos castaños reía estrepitosamente.
Eran sus hijos. ¡Sus hijos!
Si necesitaba algún motor por el cual luchar, ese era...
En una guerra, si quieres conservar la vida, también es necesario luchar por ella... Y decidir. Decidir si morir... o matar.
-¡Avada kedavra!-El temido rayo verde dio en el blanco. El hombre que lo torturaba soltó la varita al caer desvanecido.
Ron se levanto con la furia marcada en el rostro, miro a sus contrincantes. Ya no era una batalla por la libertad... era una batalla por la vida.
Y Ron tenía mucho que perder como para dejarse morir...
***
Miraba con los ojos inyectados en sangre a la pared, mientras esperaba pacientemente a que el reloj marcase la hora indicada...
Su venganza comenzaba a hacerse realidad. En unos minutos, aquel hombre que se había hecho decir su amigo, su mejor amigo, pagaría por el daño que le había hecho.
El reloj marco las seis de la tarde... Se levanto del sillón mientras repasaba lo que había averiguado en los ocho meses que habían pasado desde que recordó quien lo había traicionado.
Camino hacia la puerta, y preparo su varita... salio a la calle y se desapareció.
Sintió como sus pies volvían a tocar tierra firme, y abrió los ojos. Estaba en aquel extraño pueblo donde había investigado, vivía el traidor a su amistad.
Camino por aquellas calles empedradas, tratando de no hacer tanto ruido al caminar. No llevaba capa invisible, no usaba un encantamiento desilusionador. No quería ser visto por ojos indiscretos... Pero si por los de el.
Dio vuelta en una esquina, y observo las casas apiladas de una manera completamente ordenada y recta. Continuo su camino, mientras pensaba en lo que haría, lo que diría, pero sobretodo, en lo que disfrutaría.
La casa marcada con el numero 1738 se alzaba frente a el.
Se acerco, ahora sin evitar el sonido de sus zapatos contra la roca. Abrió el pequeño barandal haciendo un pequeño y chirriante sonido.
La puerta principal se alzaba frente a el, como una majestuosa barrera que intenta lograr su objetivo: Impedir el paso.
Levanto la varita y la dirigió contra el obstáculo de madera oscura.
-Alohomora...-La puerta se abrió dejando al descubierto el vestíbulo de la casa del traidor. Entro, caminando pesadamente. Deseaba que aquel mago despreciable pagara por las cosas que le había hecho sufrir.
Por las ventanas ya no se colaba ninguna luz. El sol, tan majestuoso en el día, acababa de morir en los brazos de la luna brillante de aquella noche.
Un sonido se escuchaba en el piso superior. Se acerco a las escaleras de madera que estaban a su lado. Subió lentamente, disfrutando de la adrenalina que lo dominaba...
Escuchaba atentamente, tratando de descubrir que era lo que el traidor hacia, como para no escuchar sus evidentes señales de presencia.
Los escalones no chirriaban, una desgracia para el hombre que subía.
De una habitación salía una débil luz y un, aun más débil, sonido. Entro en ella, descubriendo a aquel hombre recostado en la cama viendo aquel aparato muggle llamado televisión.
-¿Qué haces aquí?-Pregunto sobresaltado el sujeto poniéndose rápidamente de pie y tomando su varita.
-Vengarme...-Exclamo un Víktor sonriendo maliciosamente.-Me debes muchas Aaron.
-¿De que Víktor?-Se acerco a el.- Yo solo hice lo que me convenía...
-Te metiste con mi orgullo...
-¿Orgullo? Te recuerdo que te casaste con Cirse por despecho...-Espeto como defensa mientras se regodeaba de ver a su rival cada vez más pálido.-Ambos sabemos que nunca la amaste como a la tal sangre-sucia Granger...
-¡No hables así de ella!-Exclamo cortando en dos pasos la distancia que separaba a ambos hombres.-Te matare...
-¿Cómo la mataste a ella y al bebe que estaba esperando... a mi hijo?-Le reclamo apuntándolo con la varita descaradamente.
-No, te matare lentamente... quiero ver tu sangre corriendo por los bloques de piso mientras tratas de salvar tu vida... quiero escuchar los desesperados latidos de tu corazón, quiero sentir esa euforia de libertad... quiero ver tu vida pendiendo de un hilo mientras me suplicas la muerte de una sola vez...
-¿Acaso crees que me dejare matar así como así?-Un escalofrío recorrió su cuerpo, al escuchar la descripción de Víktor.
-No, por eso are lo que tú hiciste conmigo... ¡Diffindo!
Un rayo de luz se lanzo velozmente contra el hombre que aun mostraba una cara de falsa despreocupación. La sangre broto de su corazón mientras Víktor corría y le quitaba la varita. Ya nada podía evitar la muerte de aquel hombre.
-¿Sabes que me queda de satisfacción?-Le pregunto con una voz ahogada el hombre que se desangraba lentamente, siguiendo los deseos de su asesino. Víktor se detuvo antes de salir de la habitación.- Que tu sangre sucia sufrirá cuando Lav-Lav la visite en unos minutos. ¿Sabes que le hará?-Víktor se quedo antes de salir de la habitación.- Que tu sangre sucia sufrirá cuando Lav-Lav la visite en unos minutos. ¿Sabes que le hará?-Víktor se quedo inmóvil al escuchar esas palabras.- Lo mas probable es que mañana no tengas ni mujer... ni hijo.
-¡Maldito!-Rugió Víktor dándose la vuelta.- ¡Si no te mato es para que sufras más maldito cobarde!
Salio dando fuertes pasos de la recamara. El hombre moribundo sonrío. Había logrado su objetivo: Torturar al que siempre envidio.
Víktor camino apresuradamente para salir lo más pronto posible de la casa... Si Aaron sabía que Lavender visitaría a Hermione, era por que tenían una alianza.
Acelero el paso, al recordar las ultimas palabras de su contrincante... Nada bueno podía pasar si Lavender se encontraba con Hermione, menos en su estado....

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