Prefacio

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Salto un riachuelo jugando con los peces en mi forma humana, específicamente siendo niña. Juego con los peces, que nadan que con velocidad. Meto mi cabeza en el agua para verlos mejor, pero estos se van.

—Iris, ten cuidado. — se preocupa mi bisabuela materna específicamente cuando me caigo dentro del riachuelo. —Oh por Dios, te mojaste toda. — alzo mi mirada para observar sus ojos azules claros.

—Ya se está haciendo de noche. — avisa Mía mirando el cielo ya algo violeta. —La luna va a salir.

Mi bisabuela me toma de la mano y empezamos a caminar hacia la choza. Como siempre me protegen de la Luna. Mía se levanta del suelo para luego sacudirse, haciendo que los pelos de su pelaje floten por el aire.

—Quiero verla. — pido deteniendo el curso hacia la choza. —Quiero ver a la luna. —desde que estoy con ellas no me han dado la oportunidad ni de mirarla. Mi bisabuela sigue su curso sin darme importancia.

—No es bueno que ella te toque. — me contradice, empiezo a llorar a toda boca haciendo que Mía tape sus orejas con sus patas delanteras y empieza aullar para que me calle.

—¡Quiero verla! — empiezo a gritar varias veces y corro dando círculos. Choco con Mía que solo me mira enojada, me callo por unos segundos, pero sigo.

—¡Ya cállate, si no quieres que te arranque la lengua! — me callo al escuchar la cosa más horrible que he escuchado en mis 4 años de vida.

Ahora me dan ganas de llorar porque Mía me va a arrancar la lengua. Sigo llorando, pero esta vez por Mía. Mi bisabuela se acerca a mi tomándome del hombro.

—Mira lo que has hecho Mía, ahora te tiene miedo. — dice la señora de ojos azules, yo solo pongo mi cabeza en su hombro sollozando, sintiendo el olor rico de ella haciendo que me tranquilice un poco.

—Hice que callara, cosa que tu no logras. — estas empiezan a caminar nuevamente hacia la choza. —Tengo que admitir que nunca pensara que Iris esta con una luna y las más radical en todo este continente. — dice Mía observando el cielo con algo de miedo.

Observo como el cielo empieza a oscurecerse y como salen unos puntos brillantes en el cielo.

—Iris puedes ver la luna, pero que su luz no te toque. — me complace mi bisabuela al llegar a la choza y bajándome de su hombro. —¿Está bien?

—Si. — empiezo a correr de la emoción de que al fin pueda ver la luna. —Te lo prometo mama, no tocare la luz. — le prometo dándole un beso.

Me pongo a buscar un lugar para ver a la luna y que no me toque su luz. Sigo buscando por los lugares hasta que encuentro un buen punto. Asomo mi mano y veo que no me toca su luz, así que me siento y miro un poco lo que es la luna. Mi bisabuela y Mía salen igual pero se sientan donde da la luz da.

—Acuérdate que no te puede tocar Iris. — me advierte Mía y yo asiento observando lo grisácea que es.

Es tan hermosa y grande, me toco el pecho preguntándome como se sienten mis familiares cuando la ven.

—Dicen que si la luna no existe no habría marea en el mar. —digo y las dos me miran curiosas. —Eso leí en un libro.

—Creo que eres una de las pocas de la familia que estudia tanto. — comenta mi bisabuela. —Una niña que estudia cosas muy avanzadas y que tiene futuro en el mundo humano. — bajo mi cabeza esperando un regaño como todos mis familiares hacen. —Me hace sentir orgullosa. —La miro sombrada y observo como sus ojos azules se mezclan con el reflejo de la luz de la luna. —No te detengas Iris.

Eso me inspiro tanto en los años que no la he tenido a mi lado. Ella no quería que fuera un licántropo normal que se complazca con solo este mundo lleno de criaturas. Si no que siguiera fuera de este mundo sin límites, pero en realidad después de su muerte no quise volver a ese mundo lleno de criaturas.

Los años han pasado y cuando ya estaba a punto de seguir mi vida humana muchas cosas me ataron a este mundo. Especialmente un lobo que tenía que buscar desde que tengo memoria. Un lobo que es simplemente mi otra mitad en todo. Me pregunto si el me necesitara como yo lo necesito en mi vida en todos los aspectos. Espero que haber dejado mi futuro humano, mi familia y vida por él, valga la pena.

Mi corazón late fuerte como en esa noche salió una aurora boreal llenándomelo por completo. —Eres tú. — digo con mis ojos iluminados sonriendo y alzo mis manos para tocar esa energía que emite. Una energía igual a la mía. —No estoy sola. — en esa noche esperaba volver a ver esa aurora que me protegía de la luz de la luna.

Alfa Iris: ConexionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora