XII: La vida es cruel

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Caigo otra vez sobre mis glúteos para quejarme, Arco me mira esperando a que me levante. No se a que quiere llegar al decir luchemos, ya que llevo mi último día con el tratando de ganarle. Nunca pensé que sería hasta que estuviera exhausta. No es para nada como cuando luche con Max. Arco es igual que yo, no puedo sacarle ventaja a mi energía.

—Otra vez. — comenta Arco serio.

Me levanto, pero mis piernas tiemplan del dolor y cansancio. Limpio las gotas de sudor que caen de mi barbilla, mi cabello estorba... Camino hacia donde el lobo, pero fallo cayendo al suelo. Respiro con dificultad, estamos en esto desde la mañana y es nuestro último día juntos.

—Levántate, Iris. — manda otra vez, trato, pero caigo.

—Estoy cansada. — le respondo. —No puedo seguir. — me giro dándole la espalda al suelo encontrándome con unos colores naranjas, algunas nubes esponjosas adornan el cielo.

Escucho como mi bisabuela suspira, observo como niega y se aleja de nosotros. Gruño y me levanto, corro hacia donde Arco. Observo como sus patas se hunden en el suelo, ya sé por dónde viene, se forma una roca del suelo para que choque con ella. Concentro mi energía en mi mano y le doy un puño al muro que se formó. Al traspasar el muro abro mi mano para que de ella salgan raíces, estas atrapan a Arco, pero luego siento que algo quema.

—¡Ah! — grito quejándome, el muy maldito puede ejercer fuego también.

—No todo son raíces, Iris. — se queja el lobo acercándose a mi para mirar mi mano quemada. —Ve al lago a sumergir esas manos y seguimos.

Me quedo mirando mi mano, ¿Cómo alguien puede ser tan poderoso? Aprieto mi mandíbula, Arco me da la espalda y trato de aprovechar el momento. Este me muerde el brazo sin ejercer mucha fuerza y me lanza por el aire, luego siento como caigo en agua.

—¿Ves porque es mejor que vaya al sur a entrenar? —pregunta mi bisabuela a Arco. —Atanasia si era excelente en guerra, pero no usaba ni la mitad del poder de la energía natural. Iris, solo usa lo que ella le enseño y tu forma de entrenar es algo macabra.

—El entrenamiento es peor en el sur. — le responde Arco serio, sin emociones. —Entras siendo algo y sales siendo otra cosa.

El agua del lago de la vida hace su trabajo sobre mi cuerpo, empiezo a nadar para la superficie. Al salir los dos presentes se me quedan mirando algo preocupados. Mi bisabuela toca lo que seria nuestra cena, me sonríe de forma cálida y se retira por completo. Salgo del lago y camino hacia lo que sería mi cena, Arco se interpone.

—Iremos a cazar. — avisa.

—Estoy cansada. — le respondo estirando mi mano para tomar mi comida.

—Iris. — me llama atención totalmente serio tomando mi brazo con sus fauces deteniendo mi acción. —Iremos a cazar primero.

Seria la primera vez que iré a cazar, siempre Arco iba a cazar y luego me traía un poco de carne ya despellejada. Trago, trata de ser realista conmigo, asiento sin mirarlo. Este se dobla para que lo monte lo hago sin ir en su contra. Solo siento como el viento me da, para luego sentir como se detiene.

—Bájate y observa. — manda, pero solo cierro mis ojos fuertemente. —¡Mira Iris! — grita logrando que me tire al suelo y lo mire con miedo, este tantea al ver mi expresión, pero fija su mirada en un ciervo que ya esta atento al lobo que esta escondido en la maleza junto a mí.

Miro con miedo al ciervo, dejo escapar mi respiración y este empieza a correr por su vida. Siento una leve brisa a mi lado causada por Arco para luego observar como el ciervo está siendo sofocado por las fauces del lobo. Los pájaros salen de los árboles alarmando al bosque de que hay un depredador. El lobo trata de hacer su trabajo rápido y menos doloroso para la presa. El olor a sangre inunda mis fosas nasales, lagrimas caen de mis ojos al notar a quien cazo.

Alfa Iris: ConexionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora