XIV: Bienvenida a Tumaini

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Iris

-Estamos cerca. - avisa Marco poniéndose tenso.

Hemos tardado días en llegar al sur, en verdad las cinco naciones son más grande de lo que pensaba. Siento el aire un poco seco, pero frio ya que es de noche. Miro hacia abajo y me encuentro con un paisaje desértico.

Por lo que tengo entendido a donde nos dirigimos no es al área de las universidades, sino un pueblo que acepta cualquier ser llamado Tumaini. En ese pueblo hace unos siglos atrás era conocido por salir grandes guerreros, ahora es una ciudad sobrepoblada donde todas las razas tratan de sobrevivir al unisonó. Aunque ahí viven los seres más buscados en las naciones, ahora incluyéndome a mí. Esta completamente bajo el mando de mi primo Siro, alfa del sur, y ninguno de los otros alfas se suponen que sepan de Tumaini y ejerzan fuerzas aquí.

-Bueno... - muerdo mi labio inferior mientras sigo observando hacia abajo hasta encontrarme una cuidad llena de luces. -No sé dónde está ubicado ese lugar que debo entrenar. ¡Ah! - grito al mismo tiempo que Marco ruge desbalanceándose.

-Idiota, no sabes volar. - pelea Marco enojado y entero que casi chocamos con otro dragón, pero mucho más pequeño.

-Wau... - es lo único que puedo articular al ver el cielo con dragones, grifos y otros seres que no había visto en mi vida danzando junto a las estrellas.

-Bienvenida al sur. - dice con sarcasmo mi dragón, vuela nervioso. -Donde todos pueden ser ellos mismos. - bufa.

Muerdo mi lengua aguantando la risa al ver que no le gusta para nada este lugar. Marco sigue esquivando cada ser que le aparece en el medio. Noto como mi dragón es el mas grande de todos, creo que es porque es puro.

-¿Son dragones jóvenes? - pregunto observándolos mejor, Marco niega.

-Apuesto que nacieron aquí, la mayoría son de mezcla. - contesta y asiento

-Ya entiendo. -

Marco busca un lugar para asentarse y me asombra ver que haya hasta lugares para que los dragones se "estacionen". Mi dragón se la pasa peleando ya que están llenos, es una ciudad con una vida ajetreada. Trata de aterrizar, pero otros le ganan al ser ligeros, más pequeños y rápidos.

-Oh Dios están hablando. - se queja Marco refiriéndose a los dragones que están descansando en los estacionamientos. Este se fija en un dragón joven jugando. -No me queda de otra.

Marco baja en picada haciendo que grite y me aguante lo más fuerte a sus escamas. Este ruge y el joven dragón lo mira desafiante. Mi dragón rojizo escupe fuego junto a un poco de electricidad y el dragón joven solo escupe un poco, obviamente el fuego de Marco gana ya que es más poderoso. El joven dragón le ruge en forma de derrota y se va volando, dejando un estacionamiento libre. Rápidamente tomamos el estacionamiento.

-Compra las pastillas doradas a esa bruja, rápido. - manda Marco defendiendo su área de otros dragones.

Me bajo del lomo de Marco sin pensarlo dos veces y saco dinero de mi mochila, encaminándome hacia la mujer que me dijo. A la verdad que si no me decían que era una bruja no me hubiese dado cuenta. Paso haciendo maromas para no chocar con la muchedumbre.

-Patillas para convertirte en humano desde ya, dragones. ¡Cómprenlas, ya! - grita la mujer llena de energía mientras me acerco a ella.

-Esto... Con permiso. - llamo su atención, esta rápido me mira y observo como sus ojos color metálicos me estudian. -Quiero una pastilla... -miro en su maleta. -dorada, por favor.

-Un dragón puro, entonces. - exclama la misma sonriendo de oreja a oreja. -Quedan muy pocos. - me enseña la pastilla y rápido estiro mi brazo para tomarla, pero la aleja divertida. -Primero el dinero niña. - ¿Yo, una niña? La miro seria y le enseño el dinero que tengo en mi mano logrando que se ría a carcajadas. -Se nota que eres nueva en este pueblo. No te recomiendo que saques todo tu dinero al frente de los mercaderes, te lo robaran.

Alfa Iris: ConexionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora