XXXI: Una vez al mes

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Arco

Estiro mi brazo buscando el cuerpo de mi otra mitad aún con los ojos cerrados. Me levanto al no sentir nada y me enfrento con la luz del día. Mierda, tiene que ser tarde ya que estamos en invierno y el sol sale como a las 10 de la mañana. Para cuando era lobo eran mis días más relajados del año, así que lo más que hacía era dormir. Salgo del cuarto enfrentándome con un muro que está siendo reconstruido, todos están despiertos y activos.

—¡Alfa! — gritan algunos mocosos riéndose.

—Solo puede haber un alfa tontos, no pueden decirles alfa sino quieren un enfrentamiento. — regañan los licántropos a los mitades vampiros.

—Oh, buenos días. — aparece Iris cargando unas pilas de agua, usa su energía para mantenerla liquida ante el frio extremo.

—No me levantaste. — cruzo mis brazos mirándola con seriedad, sonríe algo culpable.

—No quería molestarte. — se excusa para luego mirarme algo divertida. —Te veías muy tierno durmiendo. — se gira en el exacto momento que siento mis mejillas arder, gruño ante mi reacción.

—Tenemos que irnos, recuerda que tenemos que ir al sur a ver a tu padre y que cumplas tu promesa para tratar de unir los guardianes. — le recuerdo logrando que se detenga, sé que se encariña con facilidad.

—Lo sé, dejo esto y nos despedimos. — susurra para seguir su camino.

Los niños me miran molestos y algunos se atreven a sacarme la lengua a lo que le respondo de la misma manera. Sigo a mi otra mitad sin más, entramos a un comedor donde se encuentran su prima con su otra mitad y los niños huérfanos. Me concentro en la carne hecha, la tomo con las manos y empiezo a comer. No como desde que salí de mi territorio, tengo un hambre voraz y esto sabe exquisito.

—Arco... — escucho como me llaman a lo lejos mientras sigo comiendo. —¡Deja comer a los demás, hay para todos! — grita Iris con tono de alfa logrando que vuelva a la realidad que estoy con otras personas.

Noto que estoy en mi forma lobuna, debajo de mi esta la comida y mi gruñido cambia a un silencio. El descendiente de mi beta me mira decepcionado, la luna central algo molesta, la loba rubia mueve su cola divertida, el alfa del lugar está presente en su forma lobuna protegiendo a los suyos, los niños me miran con miedo e Iris... chillo un segundo y me someto a su mirada enojada dejándome caer en el suelo enseñando mis dientes en forma sumisa.

—Creo que es hora de que se retiren. — manda el lobo gris, alfa del norte. —Cuando sea mas domesticado son bienvenidos.

—Lamento lo sucedido, es nuevo en esta vida. — se disculpa Iris, me toma de la oreja y me arrastra fuera del lugar.

—Iris... — trato de hablar, pero sí que duele que me halen de la oreja. Siento como me suelta para entrar al cuarto y salir con nuestras cosas. —No se que paso... yo, solo estaba comiendo. — le explico mientras caminamos fuera del muro siendo observados por todos.

—Alguien quiso tomar comida, tu como todo un alfa le gruñiste, te convertiste en lobo y defendiste tu presa. Entiendo que primero tiene que ser el alfa el que coma, pero eso es en tu forma salvaje y en tu territorio. — explica se enfrenta a mi señalándome. —No puedes dejarte llevar por las cosas comunes, puedes resistir. Se que eres bueno porque eres mi otra mitad y solo necesitas ayuda para que seas mas humano, pero ellos no. — señala a los demás sin miedo y sigue su camino. —Casi empezamos un enfrentamiento por este territorio, gracias a Dios que soy fuerte de carácter y puedo detenerte. — esta enojada, pero prefiero que hable demás a que esté callada.

Los niños nos están esperando afuera, me miran no muy seguros. Iris se les acerca y les acaricia la cabeza para luego sonreír. No puedo comunicarme con ellos ya que no tienen esa conexión con la naturaleza.

Alfa Iris: ConexionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora