I: No lo esperaba así

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El viento le da a su pelaje algo maltratado y sus ojos no pueden creer lo que ven. Me levanto del suelo para observarlo mejor. Tenemos los mismos ojos...

—No puede ser. — se acerca a mí con algo de miedo. Escucho como me olfatea y su postura cambia completamente a otra. —No hueles a ella. — lo miro sin entender. —Ah Iris. —me dice gruñendo.

Me tardo unos minutos sin contestar al ver que esto no está yendo como pensaba que iría. Muevo mi cabeza hacia un lado.

—¿Qué? — pregunto sin entender, me mira mal y me da la espalda. Siento como mi enojo sube de repente, pero respiro varias veces —Tranquila Iris. — me digo a mí misma riendo. —Claro que no voy a oler a esa Iris, no soy ella. — observo como sigue caminando como si no fuera con él la cosa. —¡Oye! — le grito con actitud.

—Iris... — murmuran los tres que me trajeron sacando sus cabezas de un matorral, le tienen mucho respeto. Los lobos se esconden cuando ven que Arco se detiene por mi grito, de mi pecho siento como sale un gruñido.

—¿Sabes todo lo que tuve que pasar para encontrarte, perro sarnoso? — le ladro de tan enojada que estoy. Siento como mi pelaje del lomo se levanta. —Tuve que dejar a mi familia, mis amigos. ¡Mi futuro! — este se gira. —Por ti... —me mira enojado y sus ojos brillan de un color verde intenso.

El suelo empieza a temblar y salen unas raíces de la tierra que me atrapan. ¿Pero qué le pasa a este? Lo miro seria mientras este me ata bien.

—Eso no me interesa niña. — se vuelve a girar y empieza a caminar.

Gruño y muerdo las raíces haciendo que estas al tacto de mis colmillos se hagan cenizas. Arco se detiene y me mira sorprendido. Me acerco a él decidida, alzo mi cabeza entre mas me acerco ya que es mucho mas alto que yo.

—Te debe interesar. — lo miro a los ojos que ahora solo son de diferentes tonalidades. —Yo... No puedo sola. — aunque quisiera hacerlo sola estaría perdida por completo.

Nos quedamos observándonos por unos minutos que para mí fueron siglos. Gran batalla de miradas. Espero a que diga algo, pero solo aleja su mirada y sigue caminando. Empiezo a seguirlo y les digo a los demás.

—Vamos. — mando a los demás a lo que niegan sin pensarlo dos veces.

—Mejor vamos donde está la manada. — contesta Pecas. —Es más seguro. Su hermano y su amigo asienten rápido.

—Si. — contestan ambos y observo como se van corriendo.

—No me queda de otra. — susurro y sigo a Arco.

Sigo la esencia de Arco y cuando lo veo a lo lejos me detengo. Observo cada cosa que hace y cada vez que se mueve lo sigo a lo lejos. Camino kilómetros siguiéndolo atreves de su territorio y lo peor es que no se cansa.

En realidad, todos los animales de este lugar le tienen mucho respeto. Estos solo observan a Arco como si fuera una especie en peligro de extinción. Cuando me ven se alegran y tratan de acercarse a mí.

—Mira es casi igual a él. — escucho como dicen al yo pasar.

A veces le hablan, pero... Arco los ignora. Mientras camino Luz camina entre mi pelaje desesperada.

— ¿Por qué rayos no le hablas? — me pregunta Luz inquieta haciendo que gire mis ojos.

—No lo haré hasta que este me hable primero. — gruño un poco. —Es un... —ladro de lo enojada que estoy. —¡Perro sarnoso! — escucho como mi ladrido hace eco entre las montañas. Arco se gira y yo solo me escondo detrás de una roca. Gruñe un poco y sigue su camino. —Tonto. — digo saliendo de mi escondite y lo sigo nuevamente. Empieza a llover mientras estamos bajando una montaña rocosa.

—Odio que llueva. —dice Luz escondiéndose lo más que puede de la lluvia, mientras sigo a Arco toda mojada.

—Lobo salvaje. — susurro viendo que no quiere buscar un lugar para mantenerse seco. Algunos rayos caen cerca de mí, pero sigo su camino sin miedo. —¿Crees que me hable? —le pregunto a Luz ya algo dudosa.

—Bueno... es un lobo orgulloso. — contesta Luz haciendo que gruñe un poco. —Pero tú no te quedas atrás. Para mi será un placer ver quien gana. — siento como el agua pasa por la capa externa de mi pelaje, pero no llega a mi piel. —Tengo que admitir que los lobos tienen un pelaje excelente, no te has me ha caído una gota.

Las horas pasan y ya me empiezan a doler las patas por tanto caminar. Observo como el cielo se está oscureciendo y Arco se da cuenta. Este camina otros kilómetros hasta que llega a una cueva que está en una montaña. Me detengo y me siento a observar como este entra a su cueva. Del cielo sale una figura redonda y grisácea.

—Hace una noche algo fría. — describe Luz y yo asiento caminando hacia unos árboles caídos que veo.

Acomodo las ramas hasta formar un tipo de nido. Rayos, es tan malo no tener manos y dedos, tengo que avanzar para que la luz no me toque. Me acuesto y las sombras de los árboles me protegen de la luz de la luna.

—No dejes que te toque. —escucho la voz de mi bisabuela en mi mente.

Chillo un poco al ver que tenía una vida buena con mi familia. Tenía un techo, una cama, mantas y almohada para las noches frías. Además del chocolate caliente que mi madre hace.

—Rayos todo lo deje para esto. — me quejo haciéndome un huevillo para calentarme yo misma.

Observo como Luz sale y empieza a brillar varias veces.

—Todo valdrá la pena ya verás. — esta se comunica con algunas luciérnagas. —Bueno parece que Arco ya se durmió. — gruño un poco.

—Creí que esto iba a ser diferente. — cierro mis ojos deseando soñar con mi casa y mi familia cálida. 

Alfa Iris: ConexionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora