Capítulo 11

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El sol estaba en lo más alto aquel día, como si se hubiera apostado para ver mejor la pelea, aunque esta tardaría horas en comenzar. Los Skullers ya se encontraban en el campo de batalla; compartiendo conversación y gruñidos varios, apostando cigarrillos a las cartas y tomando estimulantes que los volvieran más fieros para la pelea. Tsuzuku lo estaba deseando, y no pudo evitar soltar una risa hilarante al imaginar su victoria justo después de haber apurado la última raya de cocaína que le quedaba...casi ni se dio cuenta de que Koichi se había unido a sus filas cinco minutos más tarde de lo que debería. Solo Yuuki -quien también estaba ahí, por supuesto, debía estrenarse y "hacer que Tsuzuku no se arrepintiera de su decisión"- se percató de aquel ínfimo detalle, ya que se había mantenido limpio.

Los Howlers llegaron con la caída del sol, Mao al frente, gastaba gakuran y bandana de calavera, el pelo engominado hacia atrás cortesía de Byou, y una navaja automática en el bolsillo, por si acaso. Hubiera resultado intimidante de no ser porque cuando Aki se apostó a su lado -también de forma tardía- pudo apreciarse lo pequeño que era en realidad.

—¡Tsuzuku!—gruñó—¡Vamos a tomar este lugar!—

—Inténtalo.—un simple gesto del líder de los Skullers con su mano y la batalla dio comienzo.

Fue una escaramuza trepidante, una vorágine de puñetazos mal direccionados y golpes confusos, peleas de niños. Sorprendentemente los "activos principales" de Mao se defendían bien: Aki atacaba sin cortarse, propinando golpes con su bate de béisbol a todo aquello que se moviera, e incluso a Byou le estaba yendo bien para sorpresa del resto "un chico guapo que sabe defenderse", de dónde lo habrá aprendido.

—Oe, tú.—Kei se dirigió directamente a Koichi, esquivando al resto de Skullers que querían golpearlo.

—¿Mm?—el pelirrosa levantó una ceja, no esperaba una afrenta directa hacia él.

—A ver qué haces con esas uñas, princesa.—el rubio descargó todos sus celos contenidos en aquel primer golpe, que para su sorpresa no llegó a ninguna parte.

Koichi podía estar muy jodido, y sentir que le fallarían las piernas si no descansaba en los próximos minutos, pero...nunca se echaba atrás en una pelea. Y solía salir ganando.

—¡Tsuzuku!—el mismo grito de Mao, corriendo hacia él, y por supuesto aquellas pupilas dilatadas lo esperaban con ansia.

—¡Ven aquí!—un sonoro puñetazo en su mandíbula antes de que Mao pudiera llegar siquiera a tocarle, y cayó al suelo.

¿Qué esperábais?

Hubo un instante de silencio en el campo de batalla que nadie notó; Byou dejó de pelear un instante y observó a Mao tirado en el suelo.

—¿Mm?—Yuuki, con la falda manchada de sangre ajena, también miró.

Las risotadas de Tsuzuku rompieron aquel momento, y la pelea se reanudó.

—¿Eso es todo? ¿Todo lo que tiene el líder de los temibles "Howlers"?—no podía dejar de reír—Por Dios, ¿y por esto me he perdido un polvo esta tarde?—se encendió un cigarrillo—Qué decepción. ¡Aki!—lo buscó entre la multitud, y obtuvo su atención de inmediato—¡¿Este es tu nuevo líder?!—gritaba, riéndose como un loco.

—Lo es.—Aki lo señaló con la cabeza, haciendo que Tsuzuku centrara de nuevo su atención en el pequeño.

Se había levantado.

—Oh.—Tsuzuku sonrió de medio lado—¿Quieres una segunda ronda?—dio una larga calada

—Las que hagan falta.—Mao se quitó la bandana y volvió a abalanzarse sobre él.

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