Capítulo 8

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Yuuki acabó siendo arrastrada hasta el almacén de Tsuzuku, que no era exactamente eso; más bien un cuchitril que usaba para dormir cuando estaba demasiado mareado como para llegar a casa y para guardar todas las estupideces que llegaban a sus manos sin que él supiera por qué. No es que acostumbrara a robar en tiendas solo que...cierto material acababa allí.

—¡Joder, dejadme salir de aquí!—Yuuki golpeaba la puerta, al principio con fuerza, incluso dejándose las uñas en ella, pero al ver que sus esfuerzos eran inútiles comenzó a buscar otra vía de escape.

No había ventanas en aquel cuartucho y tampoco parecía haber nada con lo que pudiera romper la puerta usando la fuerza bruta, a pesar de eso revolvió todo, sacó todas las cosas de los cajones, y no encontró nada útil, solo algo de droga, algún cuchillo y un montón de material de colección, desde joyería hasta cómics o insignias de equipos de béisbol. Entonces se abrió la puerta.

—Qué haces.—Tsuzuku se molestó al ver todas sus pertenencias desordenadas—Qué coño has hecho.—parecía que fuera a atravesar la pared con la cabeza de Yuuki en los próximos segundos.

—¡Sácame de aquí, loco!—

—No de loco nada.—cerró la puerta detrás de él—Túmbate y no hagas mucho escándalo que me duele la cabeza.—

—Como que me voy a dejar follar por ti o algo.—

—No necesito que te dejes.—la mirada de Tsuzuku se le clavó profundamente, y sintió miedo por primera vez, eran ojos vacíos, ojos a los que nada les importaba, ojos con los que no se podía razonar.

—...—Yuuki tragó saliva, buscando en su mente qué quería hacer, qué quería decir, cómo salvarse de aquello.

—He dicho que te tumbes.—

Y por una vez, decidió dejarse tragar por la marea, y se tumbó bocarriba, encomendándose a un dios en el que había dejado de creer en aquel instante.

—Buena chica.—Tsuzuku se tumbó encima—Veamos qué tenemos por aquí.—retiró su lazo y su camisa del uniforme—¿No llevas sujetador?—Yuuki no contestaba a sus preguntas, solo quería pasar el trámite—Bueno, para lo que tienes tampoco te hace falta.—siguió sin obtener reacción—¿Has muerto?—

—No, espero a que salgas huyendo.—

—¿Tienes dientes en la vagina o algo?—Tsuzuku metió su cabeza bajo la falda de Yuuki y se llevó una sorpresa que no esperaba.

Había...demasiado bulto en aquella zona, por muy prominentes que fueran los labios de aquella chica.

—Un momento.—sacó la cabeza de ahí de inmediato y se quedó mirando a Yuuki—¿Tú...?—

—Sí, soy un tío.—

—...—el líder de los Skullers le bajó la ropa interior para comprobarlo visualmente—...pues sí.—

—Qué esperabas.—Yuuki se incorporó y se quedó sentado sobre la cama—¿Me dejas irme ya? No tengo tetas ni nada que te interese para follar.—

—Me ponen los chicos de pelo rosa. Ponte a cuatro patas.—

—No me voy a dejar como Koichi.—

—Te repito que no necesito que te dejes.—se encendió un cigarrillo, que no era tabaco precisamente—Koi nunca se ha puesto un uniforme femenino...me pone la idea de hacértelo así...—lo miró de arriba abajo—Tan nuevecito.—

—Sí, nuevecito.—

—Oh, ¿entonces ya te han partido el culo?—

—No es de tu incumbencia.—se levantó de la cama, dando vueltas por la habitación, intentando pensar en una salida de nuevo, quizá en una forma de engañar a Tsuzuku, lo que fuera.

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