doce

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Lo bueno de que la fiesta de Halloween fuese en jueves, era que el viernes lo iban a dar libre, es decir, no tendríamos clases y eso era genial.

Mentiría si les digo que tuvimos clases; si fuimos a la escuela y todo pero los profesores estuvieron ocupados ayudando a los chicos que organizaban la fiesta y nosotros tuvimos la mayoría de las clases libres.

Alon, Zai, Jona y yo estuvimos jugando futbolito casi toda la mañana; en eso se fue nuestro dinero. Al final, Jona y yo habíamos ganado la mayoría de los cortos partidos y como castigo, Alon y Zai tenían que invitarnos algo de tomar.

―Estoy tan emocionada ―Zaira se sentó a un lado de Alonso y tomó su mano―. Jamás he ido a una fiesta de disfraces.

―Dicen que la de aquí se pone muy bien ―habló Jonathan a mi lado.

―También escuché eso ―sonreí y dejé la lata de refresco sobre la mesa.

―¿De qué te vas a disfrazar, Jonathan? ―preguntó Alonso mientras jugueteaba con un popote que acababa de sacar de su envoltura.

―¡¿Qué te pasa?! ―exclamé y Alonso me miró alarmado al mismo tiempo que se le caía el popote.

―Relájate, ¿qué sucede? ―se agachó a levantar lo que tiró unos segundos atrás.

―Si no ibas a utilizar el popote, no lo hubieses sacado de su empaque ―me quejé―. Contaminan muchísimo esas cosas ―me levanté de la silla―. Voy al baño.

De acuerdo, había hecho un drama innecesario pero necesitaba salir de ese lugar a la voz de ya. No toleraba ver a Alon y Zai tan melosos; no ahora que había descubierto que tenía sentimientos encontrados por él.

Entré a uno de los cubículos y me senté sobre la tapa de la taza del baño a jugar Bejeweled en mi teléfono.

―¿Pau?

¿Qué quería ahora? Acabo de perder una insignia por su culpa.

―¿Pau?

―Errr, ¿sí? ―fruncí el ceño.

―No te molestes con Alonso, él...

―Descuida, me fui porque realmente necesitaba venir al baño ―hice una pausa―. Unos minutos más y hago el ridículo; ya ves que casi ni se me da ―dije con sarcasmo.

Salí del cubículo y Zaira me miró.

―¿Qué?

―No le bajaste, cochinilla ―me miró divertida.

―Lo hice hace un rato ―sonreí―. Solo me estaba acomodando la ropa.

―Ajá.

―Ve a verificar.

Sé que va sonar increíblemente loco pero Zaira fue a asegurarse de que le había bajado aunque eso no había sucedido porque yo no había hecho del baño y éste estaba limpio.

Volvimos a la cafetería con los chicos y el resto del día fue muy aburrido. Quedé con Zaira de que iría a su casa para que me arreglara y Alonso pasaría por nosotras para ir a la fiesta.

Llegando a casa dormí una siesta de veinte minutos y aunque quise dormir más, mi mamá no me dejó. Me metí a bañar y me puse ropa cómoda mientras se secaba mi cabello; también aproveché para comer algo con mis papás y luego volví a mi habitación a cambiarme.

―Má, ya estoy lista ―me asome a su despacho.

Salimos de la casa y nos subimos al auto, mi mamá condujo hasta la casa de Zaira y cuando estuvimos afuera de su me despedí de ella y me bajé.

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