Capítulo 2: Don "dientes perfectos".

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Jade 

 Cuando llegamos a la universidad, no he apagado el coche cuando Angie sale inmediatamente de él, menos mal ya había estacionado. Bueno, aunque Angie es hiperactiva no está tan loca como para salir de un coche en movimiento.

Cuando me toca a mí salir del coche y le paso seguro, Angie está saltando como niña con juguete nuevo.

—Ok... ¿Por qué estas tan emocionada? Si se puede saber —le pregunto.

—No te hagas la que no sabe. Obvio que estoy así porque faltan solo minutos para conocer a los chicos nuevos —dice batiendo muy rápido las pestañas.

—No me interesa conocerlos, pero como a ti sí, te recomiendo que por favor no pestañees tan rápido. Podrías asustarlos. O pensarán que tienes un tic nervioso.

—Odio cuando te comportas así —dijo rodando los ojos y comenzando a caminar hacia la entrada del edificio donde se encuentra nuestra aula.

— ¿Así como?

—Así de odiosa. No me gusta.

Ella sabe perfectamente porque soy así, no sé de qué se queja, no es como si me fuera a dejar de querer, a estas alturas creo que eso es imposible.

Alzo la mirada y Angie ya va a varios metros lejos de mí, no entiendo porque está tan emocionada por un par de chicos. Ahora, enfocándome en algo más importante, ¿dónde habré puesto mi teléfono? 

Paso las puertas y tengo la cabeza dentro de mi mochila. Juraría que guarde mi teléfono cuando acomodé mi mochila esta mañana.

De repente choco contra alguien y cuando estoy a punto de caerme, rápidamente un par de brazos me sostienen. Alzo la mirada para disculparme, y me saludan unos hermosos ojos de color verdes grisáceos y una sonrisa perfecta. Claro que eso tuvo que ser un buen trabajo de algún dentista. Nadie tiene los dientes tan perfectos sin haberse hecho un tratamiento de ortodoncia anteriormente. 

Es tan guapo.

Unos—calculo yo—siete centímetros más alto que yo, de piel blanca, cabello de color chocolate, — ¿o quizás miel? — musculoso, pero no tanto...

¡ALTO! ¿Acabo de decir que un chico es guapo y de paso lo andaba detallando? Pero qué rayos me pasa, yo no pienso ni digo estas cosas desde hace tiempo. Tan rápido como puedo me deshago de su abrazo.

— ¡¿Por qué no ves por donde caminas, idiota?! —le espeto.

—Disculpa, pero la que tenía la cabeza metida en su mochila, sin ver por dónde iba, eras tú —dice, don dientes perfectos—. Pero, para que veas que no soy rencoroso, ignoraré la parte donde me llamaste idiota. Permíteme presentarme, mi nombre es Grayson Miller. Mucho gusto—prosigue tendiéndome la mano.

— ¿Pretendes que yo también me presente? Lo siento pero no estoy interesada en conocerte—digo con una sonrisa falsa.

—Vaya que eres difícil... ¿ni siquiera piensas decirme tu nombre?

— ¡Ja! para tu desgracia lo soy. Y no, no veo porque me interesaría decirte mi nombre.

Y así, sin más, lo ignoro dando media vuelta y dirigiéndome a mi salón. Lo que no me esperaba es que: uno, al lado de la puerta del aula estuviera Angie hablando con un chico —guapo, no lo voy a negar— de piel blanca, cabello castaño oscuro, y ojos marrón oscuro—casi negros—como los míos; y dos, que don dientes perfectos estuviera siguiéndome.

Cuando llego a donde se encuentra Angie, ella me mira con cara de boba y señalando "discretamente" al chico con quien habla. Es que no se da cuenta que detrás de mi viene un acosador con dientes increíblemente blancos.

Fría como el hieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora