Capítulo 30: ¿Será que si regreso podré resolverlo?

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Jade

Tú no sabes lo que es amar.

Las últimas palabras que me dijo Grayson se repiten una, y otra, y otra vez en mi cabeza.

Conteste pensando que era Sam, y por un momento creí que le había pasado algo a Grayson y por eso llamaba, pero al escuchar a mi gran amor decirme esas palabras tan desgarradoras tuve que cancelar la llamada. El simple hecho de escuchar su voz me dolía, pero escuchar todo lo que piensa de mí ahora, fue aún más doloroso. Fue atroz escuchar como su voz comenzaba a destilar dolor, rabia, y probablemente odio.

El que ahora piense que yo nunca lo ame, que fue un error haberme conocido, de haberme amado, es horrible. Siento como mis sentimientos van siendo drenados poco a poco de mí, dándole paso a un gran dolor. Este dolor es tan grande como el que sentí al perder a mis padres, y aunque Grayson no murió y doy gracias a Dios por ello, sé que lo perdí. Y lo peor es ahora no estoy segura de haber tomado la decisión correcta, porque si así fue, ¿Por qué está causándonos tanto dolor a ambos?

Para cuando analizo mí alrededor, me percato de que estamos justo al frente de mi casa.

—Iré a buscar tus cosas, ¿sí? —dice Angie apangando el motor de la camioneta de Ben. No sé en qué momento él le dio las llaves, pero no es como si tuviera cabeza para pensar en eso ahora, así que solo asiento—¿Quieres que empaque algo en especial? —no recibe gran respuesta de mi parte. Solo una negación con la cabeza y un encogimiento de hombros—Bien, ya regreso.

No necesito muchas cosas. No es como si fuera a salir del lugar al cual voy.

Mi mente está en blanco y muy lejos de aquí. Tengo la mirada perdida a través de la ventana y no se en que momento Angie regresa con una pequeña maleta y mi mochila. Las cuales tira en el maletero de la camioneta antes de subir al asiento de piloto nuevamente.

—¿A dónde piensas ir?—pregunta cuando ya ha encendido la camioneta nuevamente.

Nona—es lo único que sale de mi boca.

El único lugar en el que pienso estar es en la casa de Elizabeth y Steve Baker. Los abuelos de Angie.

Yo nunca conocí a mis abuelos biológicos, pues mis abuelos paternos murieron antes de que Liv naciera, y mis abuelos maternos murieron un año antes de yo nacer. Pero cuando tenía siete años y conocí a los abuelos de Angie ellos me adoptaron a mí y a Liv como sus otras nietas, para ellos no existe diferencia entre nosotras. Son los mejores abuelos que podemos tener.

Recuerdo cuando tenía ocho años y fui a pasar un fin de semana a la casa de los abuelos con Angie. Ella y yo estábamos en la sala viendo televisión con la abuela cuando una propaganda apareció, en ella le hacía publicidad a una pasta italiana y nombraron la palabra Nona, cuando le preguntamos a la abuela que significaba ella nos respondió que Nona es Abuela en italiano. Desde ese día Angie y yo comenzamos a decirle Nona a la abuela, y aunque de italiana no tiene nada, es algo que nos pareció lindo y distinto.

En esto momentos necesito a mi Nona. Necesito de sus abrazos, sus mimos, y sobre todo de sus consejos. Si hay alguien que puede decirme que hacer es ella.

Por fortuna, la casa de los abuelos no queda tan lejos, más o menos duramos media hora en la carretera antes de llegar. Y otra vez, por el estado de ánimo que tengo, no me percato de que llegamos sino hasta que la camioneta se detiene.

Las luces de la casa están encendida y la puerta principal está abierta. Mi Nona está allí, con cara de preocupación. Angie apaga el motor y me ayuda con mi equipaje mientras nos acercamos a la entrada.

Fría como el hieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora