Epílogo.

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Jade

Dos años después...

Hoy es uno de los días más felices de mi vida. Miro al espejo desde mi posición y solo puedo ver una princesa. Hermosa de velo y corona.

—Listo...—acomodo un poco más la falda del vestido de novia—Ahora, si estas perfecta.

Liv, quien se veía fijamente al espejo se gira para mirarme.

—Hoy me caso hermanita—me dice con lágrimas en los ojos.

—Lo sé. Como también sé que en parte estas llorando por mamá y papá.

—Si... Es solo que me imagino como sería si papá me llevara por el pasillo hacia el altar y mamá me ayudara con el vestido, y...—no la dejo continuar.

—¿Y qué crees que diría mamá si te ve llorando? —la veo con una ceja alzada mientras respondo mi pregunta. Tratando de imitar la voz de mamá— Olivia, una vez que nos colocamos maquillaje...

—No se vale llorar, pues una lágrima puede arruinar el trabajo de horas—termina Liv por mí, imitando también la voz de mamá.

Nos miramos serias para después estallar en carcajadas.

—Sip, creo que mamá estaba un poquito loca con todo el asunto del maquillaje—sonrio un poco nostálgica. Y aun mirándola la tomo de las manos—. Lo que te quiero decir es que papá y mamá sí están aquí con nosotras. Las personas solo mueren cuando los olvidas y nuestros padres siempre vivarán en nuestra memoria. 

—Tienes razón—dice Liv con una sonrisa para luego abrazarme—. Pásame el ramo hermana, es hora de casarme.

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Me encontraba entre los brazos de Grayson cuando de repente la música cesa y la voz de mi hermana se escucha por los altavoces.

—Muy buenas noches queridos invitados—la gente comienza aplaudir como loca y yo ruedo los ojos. Si la dejaran hablar primero fuera fabuloso—. Bueno, ha llegado uno de los momentos esperados de la noche... Es hora de que todas las solteras se acerquen al centro de la pista a ver quién corre con la suerte de quedarse con el ramo.

Apenas Liv termina de decir un torbellino de mujeres corren como posesas para posicionarse en donde indico mi hermana. Locas.

—¿No piensas ir?—me susurra Grayson al oído, mientras me suelta y da un leve empujo.

Me giro con los ojos bien abiertos mientras le respondo con una negativa de mi cabeza.

—Podrían por favor mis cuñados soltar a mis hermanitas para que vengan al centro de la pista. Angie y Jade, vengan.

Genial, ahora no voy a poder huir porque mi hermana dijo mi nombre por los altavoces. Y por si fuera poco un reflector esta iluminándome y otro ilumina a Angie, la cual está al otro lado de la pista con Sam.

Bueno, que se le va hacer. Camino hacia el centro de la pista y me paro justo en el frente y al centro, y Angie me imita. Ambas estamos nerviosas. Liv, por otra parte tiene una gran sonrisa de picardía en su cara.

—Ok, ahora sí, comencemos—Liv se gira, dándonos la espalda, y comienza a contar—a la una... a las dos... y a las...

No sé qué pasa pero de repente las luces del salón de fiestas cesan por completo, dejándonos en una gran oscuridad. Muevo mi cabeza hacia todos lados tratando de ver algo pero mis esfuerzos son en vano.

Claro que así como se apagaron las luces, así mismo se vuelven a encender. Mi mirada aún está a mis espaldas cuando esto sucede y me percato de que no hay ninguna de las solteronas desesperadas, cuando miro a mi lado veo que solo somos Angie y yo en la pista, y cuando miro al frente me encuentro con Liv, la cual aún sonríe pícaramente y nos tiende a Angie y a mí un ramo de rosas rojas a cada una.

Fría como el hieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora