Grayson
—¡Aaahhh, maldita sea!—grito, cerrando de golpe la puerta del coche, apenas estaciono al frente de mi casa.
¿Cómo pude ser tan estúpido? ¿Cómo no fui capaz de reconocer a Sarah? Era tal cual me la describió Jade.
Dios, Jade. Sarah la rompió nuevamente, lo vi en sus ojos, la vi derrumbarse en pedazos, y aun así no hice nada. Me quede como un maldito imbécil en shock y no hice nada para ayudarla. Su mirada de decepción al verme con Sarah quedará grabada en mi memoria siempre, no hay manera que olvide lo idiota que fui.
Y Angie, le doy toda la razón si me odio en este momento, no hice nada, y como ella dijo, ese fue el problema. Jade se vio solo, indefensa, sin nadie quien la apoyara en ese momento.
—Mierda—seco una lagrima que no tenía ni idea que había derramado y me dirijo a la casa.
Apenas abro la puerta veo a mis padres y a Lily, sentados en el sofá, pero viendo directamente en mi dirección.
—Tesoro, ¿Ocurrió algo? —pregunta mi madre de manera preocupada.
—Acabo de perder a Jade para siempre porque fui un imbécil que no estuve para ella en un momento en el que me necesitaba—digo, sin siquiera verlos, pues mi mirada está perdida en algún punto de la pared—. Ahora, si me disculpan, quiero estar solo en mi habitación.
Lo sé. Debo parecer un zombi, caminando sin vida a mi habitación, y tumbándome en mi cama apenas llego a esta.
No sé cuánto tiempo ha pasado, pues mi mente solo puede reproducir una y otra vez a mi Jade sufriendo aquel ataque de pánico. Solo vuelvo en mi cuando escucho que tocan la puerta. Lo cual es ridículo porque está abierta.
—Hermano, ¿Estas bien? —esa es la voz de Sam.
Inmediatamente me siento en la cama para mirar hacia la puerta. Y allí está el, junta a Lily.
—¿Cómo esta Jade? —pregunto. Es lo único que me importa.
—Mejor de lo que crees—dice Sam con una pequeña sonrisa—. Es más fuerte de lo que puedes imaginar.
—Lily, ¿podrías dejarme a sola con Sam, por favor? —la aludida me mira con enojo.
—No—dice firmemente.
—¿No? —decimos Sam y yo al unísono.
—No. Ustedes dos son unos tontos, los amo, pero acepten que lo son—dice rodando los ojos—. Tú—señala a Sam—, por no decirle la verdad—. Y tú—me señala—, por lastimar a Jade. Así que, ya que ustedes no hacen nada bien y mis papás tienen temor de decirte la verdad, lo haré yo.
No sé quién tiene la boca más abierta, si Sam o yo, pero me siento como un niño siendo reprendido, y aquí la niña es Lily. Además, ¿de qué verdad habla?
—¿De qué verdad estás hablando? —miro confundido a Sam, pero este rehúye de mi mirada.
—Sam, siéntate, por favor—a veces me da miedo cuando mi hermanita actúa como adulta—. Bien, primero debo pedirle perdón a Dios por estar diciendo algo que era un secreto, pero sé que él no estará molesto porque lo hago por el bien tuyo y el de Jade, hermanito—me mira con un sonrisita en la cara—. Además, tú ya estas mejor del accidente, y prometí guardar el secreto para que te recuperaras, y ya estas mejor así que creo que puedo decir todo y no pasará nada...
—Lily...—corto su parloteo—Ve al punto.
—Ok...—rueda lo ojos. De nuevo—Todos te hemos ocultado que Jade siempre estuvo contigo en el hospital, es mentira que ella se fue apenas se recuperó y no quiso verte. Al contrario, Jade se quedó contigo todas esas horas que estuviste dormido, ella nunca se separó de ti y siempre ayudo a las enfermeras a cuidarte. Cuando despertaste ella me dijo que hizo su magia en ti para que despertaras, pero que la única forma de que te mejoras por completo era que ella se fuera y tú nunca supieras que ella estuvo allí contigo, así que todos guardamos el secreto y funcionó.
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Fría como el hielo
Teen FictionHola, soy Jade Thompson. Una estudiante de segundo año de la universidad, que en cierta etapa de su adolescencia tuvo que vivir un evento que cambió su forma de pensar y de actuar. No creo ni confío en nadie, bueno en casi nadie. Sólo confío en tr...