Secuencia de memoria 12

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Residencia Richtofen, Herrlingen, Alemania; 02 de Febrero de 1945

Era un día común, un día soleado y tranquilo, la gente del lugar continuaba con sus costumbres; en aquel lugar ya existía la tumba donde fue enterrado el mariscal Erwin Rommel. Carl estaba sin sus vestimentas de asesino, él usaba prendas comunes como las de cualquier ciudadano, él cargaba consigo comestibles, él llegó hasta su hogar que se hallaba cerrada, dejó a un lado la carga para sacar las llaves que llevaba en el bolsillo del pantalón, al abrir la puerta, Evelyn le recibió pero ella lucía distinta, ella no llevaba su equipo de asesino sino que de igual forma vestía como una lugareña pero había algo más, ella estaba embarazada.

— Marlington, ¿cómo te ha ido? 

El hombre entró con la carga para dejarla sobre una mesa — Ha sido cansado esto, he traído varias cosas.

Carl regresó a la entrada por Evelyn para llevarla a un asiento, él tomó asiento junto a ella en su hogar. Los dos comenzaron a hablar, ellos se tomaron su tiempo.

Al cabo de unos minutos, alguien tocaba a la puerta, Carl se levantó del asiento para acercarse a su puerta y acto seguido, posó su mano sobre la perilla de la puerta para abrirla, al hacerlo, el hijo de Rommel era quien se hallaba ahí.

— Señor Richtofen — decía Manfred  — he venido por un pequeño asunto.

Carl miraba al sujeto — Dígame, ¿qué sucede? 

El hijo de Rommel desviaba la mirada hacia el suelo — He sido un cobarde, mi padre había escrito un documento en el que señalaba culpable al escuadrón japonés que está jugando con la vida de hombres inocentes pero.

— Pero qué — interrumpió Marlington.

Rommel miró a Richtofen — No soy lo suficientemente capaz como para meterme en este asunto, he venido porque sé que usted desea hallar al grupo junto a su líder, el teniente Ishii.

Carl tomó el documento de las manos de Manfred — ¿Por qué no me lo has dicho antes? 

El hijo del zorro no sabía qué responder ante ello con certeza — Me he acobardado por lo soldados, al fin y al cabo, nuestra seguridad fue la razón por la que murió mi padre.

Richtofen se tomó unos momentos para leer aquel papel, tras un rato de espera, él miró a Rommel — Además que la otra razón era que Ishii no se encontraba en China en todo éste tiempo.

— Así es — dijo de inmediato Rommel — me he enterado y pensé que le interesaría.

El hombre miró a Manfred — Básicamente quieres que vengue a tu padre del ejército.

Asintiendo la cabeza — Sí, básicamente... esos "templarios" no merecen vivir.

Carl sonrió colocando una mano sobre el hombro de éste — No te preocupes, hijo; me interesa, aunque esto involucra un viaje pero he de pedirte un favor.

Sorprendido — ¿Un favor?, ¡por supuesto, señor Richtofen! 

Marlington se acercó a Manfred — Necesito que cuiden de Evelyn, ella está embarazada y seré padre en unos meses.

Rommel miró hacia la sala del hogar mirando a la mujer leyendo un libro, después de ello regresó la mirada a Richtofen — Por supuesto, señor.

— Está bien, necesitaré un viaje a Frankfurt, ahí tengo un contacto que puede llevarme hasta China, te veo en un par de horas.

Nervioso — S... sí, señor — se retiró.

Tras aquella conversación, Marlington dobló el documento, después cerró la puerta para dirigirse con Lenz.

Assassin's Creed: HolocaustDonde viven las historias. Descúbrelo ahora