Residencia Richtofen, Herrlingen, Alemania; 13 de mayo de 1949.
— ...y así, es como tu padre salvó a la Alemania — decía Evelyn, vestida con prendas de una mujer civil mientras cargaba a un niño entre sus brazos.
Emocionado — ¿Entonces mi papi fue un héroe? ¿se mudó a América porque nadie lo quería?
Con una sonrisa — Por supuesto, cariño, lo hizo por todos nosotros para que viviéramos bien.
— ¡Me hubiera gustado verlo salvando al mundo!
La mujer soltó al niño con una dulce sonrisa — Ve a jugar, sólo ten cuidado, ¿sí?
— ¡Sí, mami! — decía el niño mientras se retiraba dejando sola a la mujer.
Ella estaba pensando cuando de repente, alguien llamó a la puerta, la mujer se levantó para dirigirse con cuidado y ver que era el piloto, quien ya lucía un poco más anciano.
— Señora Richtofen, he traído algo que puede interesarle.
La mujer abrió la puerta con confianza mirando al asesino.
— ¿Algo de mi interés?
Entregando una carta — Es del viejo amigo del maestro Richtofen, Ludwing Winchester.
La mujer estaba impresionada ante eso y la tomó para abrirla, después, procedió a tomar la carta que se hallaba dentro para leerla.
— Hermano, hacía años no sé nada de ti, intenté comunicarme con Edward pero no he recibido respuesta y me puse en contacto con miembros de tu orden, me he enterado que formas una hermosa familia junto a Evelyn y un niño, por fin tienes la felicidad que mereces, amigo; pero, el motivo de mi carta es que ya no puedo, te prometí verte de nuevo pero no se podrá, amigo mío. Al final de la gran guerra trabajé en el proyecto Manhattan como ayudante anónimo en la creación de un arma que ayudaría al fin de la misma guerra pero las consecuencias fueron desastrosas, Japón pagó severamente con explosiones de bombas atómicas y matamos a millones de inocentes, ya no puedo, me siento culpable por ello y cuando leas esto, ya no estaré en éste mundo, lo siento, amigo. Te estimo y te quiero mucho. Lud.
Evelyn tenía un rostro estupefacto y guardó la carta en su sobre para después levantar la mirada hacia el alemán.
— Gracias... no tengo palabras para esto.
— Sé lo que siente, señora Richtofen, usted trabajó al lado de Winchester un tiempo.
Mirando al asesino — ¿Por qué traer una carta con la guerra ya finalizada? — seria — no entiendo, Abelard.
Levantando la mirada al cielo percatándose de una suave lluvia —La carta llegó tarde porque las comunicaciones entre América y Alemania eran un tanto "especiales".
— O sea... — decía confundida aquella mujer.
Regresando la mirada — El señor Winchester está muerto desde hace más de tres años, la carta no llegó a tiempo debido a que los americanos eran excesivamente celosos de sus mensajes y lo consideraron irrelevante.
La mujer estaba sorprendida ante la noticia — ¿Cómo llegó hasta Alemania?, se supone que América nos tiene cierto odio.
— Un viejo amigo del ejército, un hombre llamado Oaks hizo el favor de traerla con un batallón, quien la trajo fue un soldado que me ayudó a mí y al maestro para llegar a Berlín — regresando la mirada a las calles del lugar — he de retirarme, maestra, debo vigilar a mis aprendices.
El asesino se retiró dejando sola a la mujer de Richtofen sola en aquella entrada, la mujer miraba la carta mientras se retiraba de regreso a su asiento dentro de su rústico hogar, una vez ahí, miró a una mesa que tenía a su lado para colocar la carta, en ese momento, los documentos se cayeron por la falta de equilibrio, estos documentos estaban tan viejos que al caer desprendieron una nube de polvo, Evelyn se levantó de su asiento mientras tosía para revisar aquello, tras unos momentos después de que el polvo se esparciera, la mujer de Richtofen se agachó para revisar todo y volverlo a colocar sobre la mesa, cuando ella retiró el último documento, se percató de algo, miró una hoja malgastada y descuidada llena de polvo, la mujer sintió curiosidad y la levantó para revisarla.
— ¿Qué es esto? — limpiando el polvo — ¿u.. una carta de Carl de 1945?
Evelyn leyó aquello.
— Amor, te escribo esta carta para despedirme, sé que no es la mejor forma de hacerlo pero ahora protejo un lugar que está fuera del alcance del hombre. Cuida mucho a Edward, sé que nuestro hijo será una maravilla para tu vida; cómo me habría encantado estar contigo para abrazarte, besarte y disfrutar de nuestro hijo, mi amor. Estoy en la amapola, lugar donde protegeré los artefactos más poderosos jamás creados de las manos de los hombres que quieran corromper estas armas.
Aún recuerdo la belleza en aquel momento en que el maestro Belinsky me llevó a los suelos del gremio de los asesinos, aún recuerdo nuestra primera misión que fue infiltrarnos en el teatro, ¡vaya locura!, ¿recuerdas?, cuando te tomé de la cintura y dije con gallardía que eras mi mujer, pero ¿sabes qué es lo mejor de todo?, que Evelyn Lenz es mi mujer y la bella madre de un gran hijo. Fuiste la persona que más me apoyó hasta el final. Recuerdo el primer beso que me diste en la frontera polaca, el día que raptaron al maestro, aquel beso que sentí hermoso e indescriptible. Juré nunca fallarte, amor, recuerdo que estuve a punto del suicidio por la pérdida de mis amigos pero llegaste a tiempo y desde aquel instante te has vuelto mi motivo para continuar peleando contra lo malo. Sé que no puedo estar contigo físicamente, pero amor, estarás en mi mente y corazón toda el tiempo en que yo proteja éste lugar, gracias por hacer de mi vida un suceso hermoso, gracias a ti pude descubrir mi decisión, contigo hallé el amor y contigo supe la naturaleza de mi obra.
Cuando Edward cumpla la suficiente edad quiero que le des la mejor educación. ¿Sabes? Hay una sonrisa en mi rostro mientras derramo lágrimas. No dejes beber a Edward hasta la edad de veinte años, como yo. Inculca el amor que posees. Dile de mi parte que le amo y que a pesar de nunca conocerle, quiero que él sea un gran hombre, que tenga las mejores notas del colegio, que sepa amar, que sea una gran persona y que encuentre amigos como los que yo tuve. Evelyn, te amo, mi amor, eres todo lo que tengo en mi mente para toda la eternidad, gracias por aparecer en mi vida. Ich liebe dich, meine liebe.
La mujer derramaba lágrimas mientras sostenía con sus manos temblorosas aquella carta.
— Carl, gracias, mi amor.
La mujer dobló con mucho cuidado aquel papel para hacerse con él y tenerlo en su posesión. De inmediato, ella acomodó nuevamente la pila de documentos en aquel escritorio para sentarse en aquel viejo sillón.
O'ahu, Honolulu, Hawai; 13 de Marzo de 1949.
Evelyn arribó en aquella isla pacífica junto al piloto y a Edward, aquel pequeño que era su hijo.
El asesino miró a la mujer — ¿Está segura de que desea quedarse aquí, señora?
Contenta — Estoy más que segura, Carl me habló que este es el lugar del cual quedó enamorado.
El asesino se sentía reconfortado — Ha sido un gusto conocerle, señora; tenga buena vida y que la paz le llene.
Sonriendo — Gracias, Abelard.
El piloto se retiró para siempre de la presencia de Evelyn dejándola sola junto a su hijo, estos caminaron por una playa mirando varias casas hechas de madera que se veían muy bonitas. Mientras caminaban, un hombre adulto lugareño que cargaba consigo un arma peculiar, se acercó a la visitante.
— ¿Acaso he escuchado Carl?
La mujer estaba extrañada — Sí, Carl Marlington Richtofen.
El hombre se alegró abrazando a la mujer — ¡Usted debe ser Evelyn Lenz!, ¡la mujer de la cual aquel hombre siempre me hablaba! — miró al pequeño — ¿y tienen un hijo?, a Lilo le agradará tener un amigo con quien jugar.
Malú miró a los alrededores mientras la hija de aquel se acercaba con otra niña pequeña — ¡He llegado, padre!
Nonoa habló — Ella es mi hija Lilo y la otra pequeña es Vaitiare, tiene apenas tres años de edad.
Edward se acercó a aquella niña para saludarle con una sonrisa.
Evelyn continuaba mirando aquel lugar mientras los lugareños se acercaban para dar una cálida bienvenida a la mujer en aquella isla donde residió el resto de su vida.
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Assassin's Creed: Holocaust
FanficEl mundo se encuentra en plena guerra mundial, las naciones luchan unas con otras, miles de inocentes mueren cada día a manos de los fríos alemanes; los países Aliados ceden cada vez más ante los temibles países del eje dando más el paso a los terri...